Así se vivió el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki: “Les cayó el infierno encima”
Cuando se cumplen 80 años del ataque nuclear sobre Hiroshima y Nagasaki, en 'La Noche de Adolfo Arjona' conocemos quién fue el padre de la bomba atómica, cómo era la ciudad secreta en la que se desarrolló, cómo fue su lanzamiento y cuáles fueron sus consecuencias

Así se vivió el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki: “Les cayó el infierno encima”
Málaga - Publicado el
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Verano de 1945. El mundo comenzaba a respirar tranquilo porque el régimen nazi había caído: la muerte de Hitler y la muerte o la fuga de los principales líderes del nazismo habían dado paso a una nueva época, tras la dura y prolongada Segunda Guerra Mundial. Una guerra que, a pesar de la caída de la Alemania nazi, aún no había terminado.
En los estertores de aquel conflicto bélico planetario, el mundo fue testigo de un acontecimiento devastador: los días 6 y 9 de agosto de aquel año 45, las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki sufrían el ataque de la bomba atómica. Un proyecto nuclear en el que Estados Unidos llevaba años trabajando bajo altísimo secreto y cuya puesta en práctica supuso el final definitivo de la guerra.
En 'La Noche de Adolfo Arjona', dedicamos el monográfico de esta semana a la bomba atómica, cuando se cumplen 80 años de su lanzamiento.
QUIÉN FUE OPPENHEIMER
Y la historia de la bomba atómica comienza necesariamente con un nombre: Robert Oppenheimer, que también ha pasado a la historia por su apodo, 'El padre de la bomba atómica', a quien conocemos de la mano de la historiadora, profesora de universidad y embajadora Marca Ejército del Ejército de Tierra, María Lara.

Robert Oppenheimer
“En 1942, cuando el Ejército de EEUU llama a Oppenheimer para que dirija el laboratorio secreto donde se va a probar la bomba, fue una sorpresa... contra todo pronóstico, el Proyecto Manhattan comienza a ser liderado por Oppenheimer con las reticencias del FBI”. Sin embargo, según la profesora, fue elegido para el puesto por su “profunda cultura”, “el buen ambiente que tenía con los alumnos” a los que enseñaba en la universidad y por ser una persona con “madera de líder”.
LA CIUDAD SECRETA DE LOS ÁLAMOS
El Proyecto Manhattan liderado por Oppenheimer se desarrolló en un lugar secreto llamado Los Álamos, una ciudad laboratorio de apenas 90 kilómetros cuadrados, rodeada por enormes montañas en mitad de la nada. Y allí se trabajó de manera incansable durante algunos años para desarrollar la bomba atómica.
De la mano del profesor colaborador de INISEG y un apasionado de la historia, Tomás Gil, conocemos esta ciudad secreta en 'La Noche de Adolfo Arjona'. “Era un lugar idóneo para desarrollar el Proyecto Manhattan, que se debía desarrollar bajo enormes medidas de seguridad”, “una construcción que se realizó ex profeso de una forma rápida, con edificaciones sencillas para el alojamiento de los científicos y sus familias, unos treinta edificios de carácter técnico... todo en un entorno de máxima seguridad, rodeado de alambres de espino y donde, incluso, la correspondencia era supervisada por estrictas medidas de seguridad”.
EL LANZAMIENTO DE LA BOMBA
Los Álamos, una ciudad secreta construida en Nuevo México, en cuyo desierto se realizó la prueba Trinity el 16 de julio de 1945: la primera detonación controlada de un arma nuclear, que precedió al lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Tras la prueba atómica, a Robbert Oppenheimer le asaltó una frase que había leído en un poema hindú: “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”.

Explosión de Trinity - JACK W. AEBY/WIKIPEDIA
¿Cómo fue la mañana del lanzamiento de la primera bomba atómica? Es la siguiente pregunta que nos hacemos en 'La Noche de Adolfo Arjona'. La respuesta la buscamos con Isidro Sepúlveda y experto en historia militar, profesor de la UNED. Sobre por qué se eligió la ciudad de Hiroshima para el primer lanzamiento nuclear, el experto asegura que, entre los motivos, se encontraron que era una ciudad de tamaño medio y que no era una ciudad imperial, puesto que “no se quería destruir aspectos de alta capacidad simbólica del imperio de Japón”.
El máximo responsable sobre dónde, cuándo y cómo lanzarla fue “el presidente Truman, que es quien da la orden, pero se creó toda una comisión para seleccionar los objetivos... se seleccionaron una docena de posibles objetivos”.
El avión encargado de transportar y lanzar la primera bomba atómica fue bautizado como Enola Gay, en honor a la madre del piloto de la aeronave, llamada Enola Gay Tibbets. Este bombardero estadounidense modelo B-29 “podía recorrer largas distancias sin repostar y podía volar a una gran altura, lo que dificultaba su detección y, si era detectada, dificultaba su derribo”. Actualmente, el bombadero se expone en el Museo Nacional del Aire y del Espacio de Estados Unidos, en Washington.

El avión Enola Gay que lanzó la bomba sobre Hiroshima
“En todo bombardeo o lanzamiento de misiles, el tiempo atmosférico, la inclinación del suelo, incluso las fases de la luna importan... y precisamente por eso se eligieron la ciudades de Hiroshima y Nagasaki, porque para la estación del año que era, eran las más despejadas”, explica el experto sobre las condiciones que se debían dar para el lanzamiento de la bomba atómica, de lo que se cumplen 80 años.
En las primeras horas de la mañana del lunes 6 de agosto de 1945, el Enola Gay despegaba de una base aérea en la isla de Tinián, en mitad del océano Pacífico. Lo hizo precedida de otros seis aviones: tres tenían como misión observar las condiciones meteorológicas del lugar del lanzamiento y los otras tres debían medir la potencia y los efectos de la detonación.
Una vez confirmado que el entorno era favorable, a las ocho y quince minutos de la mañana, las compuertas del bombardero se abrieron: el Enola Gay lanzaba la bomba atómica, Little Boy, a 9.500 metros de altura. Menos de un minuto después, a unos 600 metros en el cielo sobre el centro de Hiroshima, la bomba explotó, una detonación que llegó a eclipsar al sol.
Según le cuenta Isidro Sepúlveda a Adolfo Arjona, la mayor o menor altura en la detonación de la bomba condicionaba su poder de destrucción, por eso “detonó a esa altura”. “Era una bomba de fisión, una bomba de fuego que arrasa todo lo que hay a su alrededor y se expande en cuestión de segundos”. “Si explotaba demasiado alto, esa bola de fuego no tocaba la tierra con toda su capacidad de destrucción y si tocaba la tierra sin explosionar la bomba, el radio de actuación iba a ser mucho menor”, de modo que se calculó que “a unos 600 metros de altura es donde la bomba debía explotar”.

Hongo nuclear formado tras el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima
Sobre los instantes posteriores a la explosión, el experto explica que en Hiroshima “hubo una verdadera conmoción porque la ciudad no había sido atacada anteriormente, a diferencia de otras ciudades de Japón”. “La población siguió con su vida cotidiana y les cayó, literalmente, el infierno encima sin ningún tipo de advertencia”, añade.
“Pasadas unas horas, comenzó a caer una lluvia negra que luego se supo que era de ese color, fundamentalmente, porque arrastraba ceniza, pero lo que no se veía era lo peor de todo... lo que conocemos hoy como lluvia radiactiva, que es lo que más víctimas causó a medio y largo plazo”.
El jueves 9 de agosto, la historia se repetía. Esta vez con Fat Man, el nombre en clave de la segunda bomba nuclear, en este caso de plutonio, una bomba más destructiva que la primera, con una energía equivalente a 21.000 toneladas de TNT (frente a las 16.000 de la bomba de uranio que se lanzó sobre Hiroshima).
En esta ocasión, fueron seis los aviones que formaron parte de la expedición. Uno de ellos, el Bockscar, cargado con la bomba nuclear. El plan era lanzarla sobre la ciudad de Kokura (una importante ciudad portuaria donde se localizaba uno de los mayores arsenales del ejército japonés), pero las condiciones meteorológicas no eran óptimas.

El avión Bockscar que lanzó la bomba atómica sobre Nagasaki
Había demasiadas nubes y la visibilidad era demasiado limitada. Así que la decisión fue inmediata: había que cambiar de objetivo y aquel día nació lo que en Japón se conoce como 'La suerte de Kokura', la suerte que corrió una ciudad que, por las circunstancias, se salvó de ser arrasada. La suerte de Kokura fue la desgracia de Nagasaki, donde la bomba se lanzó a las once y dos minutos de la mañana e hizo explosión 43 segundos después, a una altura de algo menos de 500 metros.
LAS CONSECUENCIAS DE LA BOMBA ATÓMICA
Todo estaba organizado para lanzar una tercera bomba en la tercera semana de agosto. Y, si la rendición de los japoneses se hubiera seguido resisitiendo, en septiembre y octubre se habrían lanzado un total de seis bombas más, tres por mes. Planes que no se llegaron a ejecutar porque Japón hizo oficial su rendición seis días después de la explosión sobre Nagasaki. Los bombardeos nucleares tuvieron consecuencias a corto, medio y largo plazo.

Museo del monumento funerario en memoria de las víctimas de la bomba atómica en Hiroshima, Parque de la Paz
Frederic Mertens de Wilmars, director del Departamento Jurídico y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Europea de Valencia, le cuenta a Adolfo Arjona que “se estima que, de forma inmediata, el 6 de agosto de 1945, entre 70.000 y 80.000 murieron en Hiroshima, y en Nagasaki el 9 de agosto, entre 35.000 y 40.000 murieron al instante”. “Pero en diciembre del 45, la cifra ascendió a 210.000 personas fallecidas por quemaduras, heridas y radiación”.