De Finisterre a Jerusalén, un reto de 6.000 km que protagoniza Carlota

La peregrina se encuentra en la mitad de camino tras haber llegado a Roma

Redacción La Tarde

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Hace tres meses que Carlota Valenzuela decidió comenzar su peregrinaje de 6.000 km para llegar a Jerusalén desde Finisterre. Una historia de superación en la que decidió dejar su trabajo en una multinacional y su vida en Madrid, para llevar a cabo este reto personal. Un viaje que merece la pena seguir a través de sus fotos en sus redes sociales.

En estos momentos se encuentra en Roma donde se establecerá dos semanas. Tres mil kilómetros son los que ha realizado hasta ahora y le quedan otros tres mil, con el objetivo de finalizar el viaje en Navidad. “Hace vida donde llega, duerme donde le dejan” explica el colaborador de 'La Tarde' Javi Nieves, siendo una verdadera peregrina y siempre con una sonrisa de oreja a oreja.

Carlota Valenzuela reconoce que los pies sufrieron durante el primer mes pero que desde entonces “van solos”. Hasta el momento, dice que ha sido un “aprendizaje continuo, una aventura día a día”. Hasta el punto de recibir un email en el que le ofrecían poder saludar al Papa Francisco este próximo miércoles.

De Finisterre a Jerusalén, un reto de 6.000 km que protagoniza Carlota

Carlota comenta que se queda con todas las personas que le “han abierto las puertas de su casa, la han cuidado y que no podría haber imaginado ni en el mejor de sus sueños. Entre las anécdotas que recuerdo, hubo una en el que un día estuvo a punto de verse pernoctando en la calle, pero tuvo la suerte de encontrar un hombre que le acogió en su casa".

Ha llegado a Italia y a pesar de no saber hablar ningún idioma, “las canciones y la poca vergüenza” le han permitido llegar hasta allí. Todos los días ha dormido “bajo un techo” y excepto una noche, el resto han sido “sofá o cama”. “Llego tan cansada que donde me pongan me viene bien”, reconoce Carlota. De entre todas las personas que le han abierto las puertas, se queda con un matrimonio de La Isla, Asturias. Una pareja que le marcó porque le reconocieron que gracias a su estancia conversaron de temas que durante los 40 años que habían estado casados "nunca habían" hablado.

Y es que, según Carlota Valenzuela, el no pertenecer a su entorno y ser una persona "circunstancial" permite que se abran con ella, y lleguen a surgir conversaciones que salen de lo cotidiano: "Hablamos de fe y se crean cosas espectaculares".

Recuerda que una de las cosas a las que no podrá asistir es la boda de su hermano que tendrá lugar el próximo fin de semana. Pero en este viaje no se permite pensar a largo plazo, algo que le "ayuda a no agobiarse". De hecho, ahora le queda viajar "a lo salvaje", por caminos que no están hechos y cruzar países como Croacia, Albania, Grecia. Uno de los retos que le hacen más gracia por realizar es conseguir llegar de Grecia a Chipre, sabiendo que hay que cruzar el mar pero sin saber cómo lo va a hacer.

Por último, ha reconocido este viaje que además de las buenas personas con las que se ha cruzado ha aprendido a desprenderse de miedos y de apegos que le han liberado mucho, de esas cosas secundarias que según dice "no le sirven de nada".

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