La foto de Fernando de Haro: "Desde la colina la ciudad se ve de un modo diferente"
La foto del día de Fernando de Haro.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Foto de las afueras de Moscú. Dos chicas se han montado en un telesférico que sube hasta una colina de la ciudad y han extendido una manta sobre la hierba que crece con fuerza en la zona. Se han sentado junto al poste del que cuelga el cable que transporta las pequeñas cabinas. Les acompaña un perro, un perro elegante con el pelo blanco y canela. La luz se marcha. Y con el ocaso se encienden las luces de un cancha deportiva que las chicas tienen a sus pies. El cielo se ha teñido de un ligerísimo velo rosa, quizás el reflejo del sol que se ha puesto, quizás la contaminación que flota sobre la urbe. Las dos chicas se miran y miran algunos rascacielos que empiezan a guiñar sus mil ojos. Desde la colina la ciudad se ve de un modo diferente. No es el mismo ruido, ni el mismo asfalto, todo es más grande y todo es más pequeño. Podrían haberse montado en un tren para pasar la noche entera despiertas y ver así un cielo diferente y ver así el alba que siempre tiene el color de una promesa. Podrían haberse ido al campo y haber madrugado para escuchar ese silencio en el que estás más que en ningún otro sitio, para escuchar los pequeños ruidos de una mañana que empieza, para oler la paja que está empaquetada en medio del trigal, ese olor del estío que llega, olor de un mundo que trae pan y sol. Para mirar el oro segado, alfombra en la dehesa. Podrían haber volado al mar para sentarse en la orilla y ver en las olas testarudas la forma de su corazón infinito. Podrían, como de hecho hacen, mirarse la una a la otra a la cara, sin prisa, dejando que ese misterio que habita en ellas salga a flote.