De Haro: "Como Vox es amigo de Le Pen, hay que alimentar la mentira de que la migración es un monstruo"

- 3 MIN

Como sabes, Biden ha terminado de arreglarlo. Hace unas horas, en la conclusión de la cumbre en la OTAN, ha querido demostrar que estaba hecho un chaval. Y quería dar su apoyo a Zelenski y ha acabado diciendo Putin. Los asistentes, como acabas de escuchar, seguían aplaudiendo.

Se entendía que Biden no se había cambiado de bando, acaba de autorizar el envío de F16 a Ucrania. Hay listos que dicen que los lapsus son borbotones del subconsciente que está reprimido y que de vez en cuando consigue colar sus mensajes. En realidad, esto de los lapsus mentales es más complicado de lo que parece.

Los que saben de esto explican que en nuestro cerebro el lenguaje ocupa un gran almacén que reúne material muy diverso: consonantes, palabras, frases hechas. Cada vez que queremos decir una palabra se activa una red que está compuesta por, nada más y nada menos que, unas 30.000 palabras.

O sea que decir Zelenski, en vez de decir Putin, requiere de una precisión sorprendente. En un nanosegundo, el cerebro de Biden buscó en el cajón de las palabras que tienen que ver con la guerra en Europa y sacó la palabra equivocada. No vale con quedarse cerca, hay que acertar y acertar siempre. Estamos tan acostumbrados a escuchar palabras que no significan nada, palabras vacías que nos sorprende que una sola palabra pueda cambiar el curso de la historia.

Pero lo normal es que las palabras cambien la historia, la gran historia y la historia pequeña, una palabra que no sea un simple golpe de viento es la crónica de lo que está sucediendo, una palabra de verdad es el grito de alguien que sufre, es el susurro de alguien que ama, es el entusiasmo de alguien que conoce, es la poesía de alguien que vuelve a mirar las cosas como si fueran nuevas.

No le hagas caso a los políticos, una palabra, una palabra de verdad tiene un valor infinito, porque una palabra de verdad da cuenta de tu experiencia y de la mía, y esa experiencia vale más que todos los multiversos posibles.

El sambenito era una especie de gran escapulario con forma de poncho que utilizaba la inquisición para estigmatizar a los que habían cometido un delito. La secretaria general del PSPV-PSOE y ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, quiere que el PP lleve un sambenito por haber aprobado leyes en Valencia con Vox.

Por esa misma razón, Sánchez debía llevar un sambenito por haber dejado en el ordenamiento jurídico la ley del sí es sí de Podemos. Bolaños quiere más penitencia del PP, no basta con que esta mañana se haya materializado la salida de Vox de las CAS en las que gobernaba con el PP.

Los del PP no terminan de creerse la lotería que les ha tocado. No solo se han quitado de encima a los consejeros de Vox, es que hasta Santiago Abascal reconoce que la instrumentalización de la migración ha dividido a Vox.

¡Pero que más quiere Feijóo! El único consejero de Vox en el Gobierno de Extremadura desobedece a Abascal y sigue en su cargo. Ignacio Higuero. El que se va es hasta ahora vicepresidente primero del Gobierno aragonés, Alejandro Nolasco, Nolasco se ha marchado instrumentalizando la palabra "conciencia".

Nolasco ha manchado la palabra "conciencia" para usar la peor mentira: para ganar un puñado de votos ha acusado a los menores migrantes de ser potenciales violadores, asesinos o ladrones. Por más que Nolasco lo repita, no es verdad, los menores migrantes no son más delincuentes que los menores pobres. La conciencia es un criterio que se puede invocar siempre y cuando no se atrinchere alguien en un horror vencible. Decir que los menores migrantes son potenciales violadores, asesinos o ladrones, es una mentira como una catedral.

Nolasco, el exvicepresidente que mancha la palabra conciencia, nos ha dado la clave de lo que ha hecho Vox: dice que no quiere que España sea como Francia.

Como ahora Vox es amigo de Le Pen, hay que alimentar la gran mentira de que la migración es un monstruo que amenaza a España. Manchan la palabra conciencia.