Incendios de sexta generación: cuáles son sus características y qué medidas se pueden tomar para lidiar con ellos

Un profesor en Ingeniería Forestal cuenta en 'La Tarde' cuánto dinero supondría su prevención

Los incendios forestales cada vez tienen mayores consecuencias

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Los incendios forestales cada vez tienen mayores consecuencias

Darío Rodríguez

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Los incendios, por desgracia, son ya una costumbre veraniega. Esta mañana, en Fortuna, Murcia, los ciudadanos han recibido una alarma de protección civil a través de sus dispositivos móviles que alertaba de una gran nube tóxica generada por un incendio en un polígono industrial. Afortunadamente, ya se encuentra apagado.

Por otra parte, el pasado 2 de junio tuvimos el primer gran incendio del verano: el ocurrido en Lleida, que desgraciadamente ha dejado dos fallecidos: Jordi y Omar. "Cuando entramos en el campo era imposible acceder. El fuego salía por todos lados. No pudimos acceder a ayudarles ni nada y cuando llegamos ya era demasiado tarde", cuenta Camilo, el primo de Omar, en TV3.

Sin embargo, a día de hoy es preocupante la proliferación de incendios cada vez más intensos y destructivos, los llamados 'de sexta generación'.  Es inevitable recordar ese gran incendio de sexta generación ocurrido en 2021, en Sierra Bermeja, Málaga, que se cobró la vida de un bombero. Por tanto, ¿qué significa este término exactamente? Nos lo explica en 'La Tarde' el profesor de Ingeniería Forestal de la Universidad de Lleida: Víctor Resco de Dios.

 ¿QUÉ SON LOS INCENDIOS DE SEXTA GENERACIÓN?  

El origen de este término surge como una propuesta del GRAF, Grupo de Refuerzo de Actuaciones Forestales de los bomberos de Cataluña. Pretender identificar cómo ha ido evolucionando el problema de los incendios forestales desde el abandono rural, en los años 50.

Es en esta década, poco después del abandono rural, cuando surgen los incendios de primera generación, incendios de poca envergadura, donde los cortafuegos eran capaces de detener el incendio. En las décadas de los 70 y 80, comienza la segunda generación de incendios, que empezaban a ser de mayor envergadura y eran capaces de 'saltar', es decir, los cortafuegos no eran suficiente para pararlos.

Los cortafuegos ya no son suficiente para combatir los incendios actuales.

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Cortafuegos en Robledo de Chavela, Madrid.

A partir de la tercera generación de incendios, podemos hablar de incendios extremos. Iniciaron en la década de los 90 y principios de los 2000 con los incendios pudiendo llegar a las capas más altas de los árboles, creando altas murallas que iban más allá de la capacidad de extinción. La cuarta generación (2000 y 2010) ponía punto y a parte en los incendios forestales, ya que comenzaban a impactar más en zonas urbanas. Los incendios de quinta generación hace referencia a la simultaneidad de incendios.

Así llegamos a la sexta generación de incendios, donde los incendios ya no solo son extremos, sino que además queman con mayor intensidad. Un incendio extremo emite más de 10.000 kW/m, algo así como 5.000 radiadores como los que podemos tener en un cuarto de baño. En un incendio de sexta generación, emite alrededor de  100.000 kW/m, es decir, lo equivalente a 50.000 de radiadores.

 ¿QUÉ FACTORES FAVORECEN LA APARICIÓN DE ESTOS INCENDIOS?

Podemos hablar de dos factores clave, según explica Víctor Resco de Dios: el abandono rural, que fomentó la acumulación de combustible y, sin lugar a dudas, el cambio climático: cque. este último actúa como catalizador de incendios, favorece su ocurrencia y aumenta su probabilidad, además de alargar la situación de los fuegos. El cambio climático hace que el incendio queme con más energía, incluso favorece la aparición de las condiciones atmosféricas que dan lugar a este tipo de incendios. 

Bosque de enebros calcinado entre Santo Domingo de Silos, Santibáñez del Val y Quintanilla del Coco, Burgos (2022)

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Bosque de enebros calcinado entre Santibáñez del Val y Quintanilla del Coco, Burgos (2022).

Cabe destacar que la situación no es apocalíptica. Cada vez aumentan más este tipo de fuegos, pero podemos hacer mucho a través de la prevención de la gestión de combustible.

 CÓMO PREVENIR los incendios de sexta generación

Una de las claves que apuntaba Resco de Dios era romper con la homogeneidad del terreno. La propagación violeta de un incendio está altamente ligada a un terreno en el que haya siempre los mismos elementos: mucho combustible y vegetación muy seca a ras. Si logramos acabar con esta homogeneidad, mediante la puesta en escena de recursos como la vegetación en mosaico, que permite dividir el terreno de manera discontinua (bosque joven, bosque viejo, zonas de cultivo, etc.) podremos generar más oportunidades para que los bomberos puedan apagar estos incendios. Menos carga de combustibles ayuda a reducir su intensidad y permite erradicarlos.

En términos económicos, los costes no son tan elevados. Los costes de la extinción de los incendios de sexta generación suponen, según estiman los bomberos de la Generalitat, alrededor de 19.000€ por hectárea. Sin embargo, existen medidas de prevención que pueden ser de gran ayuda: la gestión forestal a través de clareos, eliminando árboles, puede costar 3.000€/ha. Incluso obras de ingeniería como el 'fuego técnico', que consiste en la recreación de pequeños incendios controlados, podría llegar a costar tan solo entre 200 y 300 euros por hectárea. Por lo tanto, haciendo matemáticas, la prevención podría ser entre 16.000 y 18.800 euros más barata que la extinción.

Helicóptero transportando agua en la Serra de Tramuntana, Illes Balears (2018)

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Helicóptero transportando agua en la Serra de Tramuntana, Illes Balears (2018).

Esta diferencia de costes evidencia que no es un problema económico, sino más bien político, de cara a diversos intereses de cara a realizar las reformas pertinentes y además un problema de educación social: "Muchas veces la sociedad cuando oye una motosierra, se lleva las manos a la cabeza y se piensa que se vamos a cometer un ecocidio, cuando es justo lo contrario: las actividades de prevención de incendios son perfectamente sostenibles y compatibles con las economías rurales y la preservación de la biodiversidad y además se disminuye el riesgo de incendios.

Queda claro que con las labores de prevención y las políticas públicas se pueden evitar muchos de estos incendios. Hemos de tener en cuenta que los costes de la extinción no se pueden evitar. Sin embargo, los costes de prevención, a priori, pueden ser más despreciables y podamos pensar en ahorrarlos, pues un incendio puede no ocurrir, pero al final, sale muy caro.

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