Visita uno de los estados más peligrosos de todo México y, al ir a un restaurante, alucina con lo que tiene que hacer para que le atiendan

Fernando de Haro cuenta en La Tarde su visita al estado de Chiapas, considerado el estado más peligroso de todo México, y explica el drama que se vive ahí

Fernando de Haro cuenta a Pilar García Muñiz su experiencia
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Fernando de Haro cuenta lo que vivió en Chiapas, México

Luis Calabor

Madrid - Publicado el

4 min lectura

México vive desde hace años una guerra silenciosa en amplias zonas de su territorio. En estados como Chiapas y Guerrero, el crimen organizado no sólo ha ganado terreno: ha sustituido directamente al Estado. La violencia, el miedo y la impunidad se han convertido en parte del paisaje cotidiano para millones de personas, especialmente en comunidades indígenas olvidadas por los poderes públicos.

Esta es la dura realidad que ha podido constatar sobre el terreno Fernando de Haro, director de La Mañana del Fin de Semana de COPE, quien acaba de regresar de un viaje a México para grabar un nuevo reportaje en el corazón del conflicto. Lo que ha encontrado allí, según cuenta en el programa La Tarde con Pilar García Muñiz, es tan estremecedor como revelador: “Hay zonas enteras donde los narcos mandan. Ellos deciden quién vive, quién muere, y hasta quién puede ser alcalde”.  

Cientos de personas participan en una misa de cuerpo presente del sacerdote asesinado Marcelo Pérez Pérez, este lunes en San Andrés Larráinzar, en el estado de Chiapas (México)

EFE

Cientos de personas participan en una misa de cuerpo presente del sacerdote asesinado Marcelo Pérez Pérez, este lunes en San Andrés Larráinzar, en el estado de Chiapas (México)

CHIAPAS, DONDE LA DROGA Y EL TRÁFICO DE ARMAS ES LA NORMA

En el estado de Chiapas, al sur de México y limítrofe con Guatemala, dos cárteles se disputan el poder: el de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación. Ambos controlan múltiples actividades delictivas: tráfico de armas, secuestro de migrantes, trata de personas, extorsión, y cada vez más, el control de recursos naturales estratégicos como la minería.  

“Lo más trágico”, explica de Haro, “es que estas organizaciones criminales actúan como una especie de gobierno paralelo. Tienen más control que el propio Estado en muchas zonas. Los indígenas, que ya viven en situación vulnerable, son desplazados de sus tierras para que las empresas extranjeras puedan explotar los recursos mineros. Y todo con el consentimiento o la complicidad de quienes deberían protegerles”.  

Uno de los carteles de Chiapas, en México

Uno de los carteles de Chiapas, en México

La situación no es mejor en Guerrero. Allí, la violencia es tan palpable que el propio periodista tuvo que contar con escolta para moverse por las calles. En este estado, el poder del narco se mezcla con la política de forma tan directa que no se puede hablar de elecciones libres: “En algunas ciudades, si no cuentas con el visto bueno de los cárteles, no puedes ser alcalde. Y si no obedeces, te matan. Literalmente. Me contaron el caso de un regidor al que le cortaron la cabeza por no alinearse”.  

Este grado de violencia no es casual ni puntual. Forma parte de una estrategia de terror destinada a consolidar su dominio y eliminar cualquier resistencia. “La brutalidad va más allá de lo imaginable. Hay testimonios de cuerpos desmembrados, disueltos en ácido...”, relata Fernando de Haro, subrayando que se trata de una violencia sin códigos, más cruel incluso que la mafia italiana.  

La brutalidad va más allá de lo imaginable. Hay testimonios de cuerpos desmembrados, disueltos en ácido...”

Fernando de Haro

Director de La Mañana Fin de Semana

LA ANÉCDOTA QUE VIVIÓ FERNANDO DE HARO EN UN RESTAURANTE DE CHIAPAS

Para los ciudadanos que viven bajo esta realidad, el día a día es una mezcla de miedo, silencio y supervivencia. Hacer una foto, grabar un vídeo o simplemente hacer preguntas puede suponer una amenaza real. “La gente sospecha de todo. Pensaban que yo podía ser parte del narco. Para poder entrevistar en una fondita (pequeño restaurante), tuve que ir varias veces como cliente, ganarme su confianza, y solo entonces accedieron a hablar”.  

En este clima de terror, muchas víctimas no tienen a quién acudir. Las fuerzas de seguridad están infiltradas por los cárteles o directamente colaboran con ellos. No hay una frontera clara entre el Estado y el crimen organizado. Y eso, según De Haro, es lo que convierte a estas zonas en auténticos narcoestados: “No se sabe dónde empieza la policía y dónde empieza el cártel”.  

Los carteles en Chiapas asustan a cualquiera

Los carteles en Chiapas asustan a cualquiera

Este drama humano afecta no sólo a quienes viven directamente en esas regiones. También representa un desafío enorme para el futuro de México como nación. Un país que permite que territorios enteros escapen del control del Estado y queden en manos de organizaciones criminales está en riesgo de perder su soberanía, su seguridad y su cohesión social.  

Para los españoles y europeos en general, estas historias suenan a películas de mafias o a series de televisión. Pero como concluye Fernando de Haro, “cuando lo ves en directo, cuando hablas con quienes sufren esta realidad a diario, todo cambia. Entiendes que hay millones de personas atrapadas en un sistema de violencia sin salida”.

El viaje de Fernando de Haro es un recordatorio necesario de una tragedia silenciada. Chiapas, Guerrero y otros muchos estados de México necesitan algo más que buenas intenciones: necesitan visibilidad internacional, presión política y, sobre todo, una acción contundente del Estado mexicano y de la comunidad global para devolver la paz y la justicia a quienes llevan demasiado tiempo olvidados.

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