Se puede vivir sin móvil: participantes en un estudio universitario dejan constancia en 'Mediodía COPE'

Una semana sin móvil, el estudio de la Universidad de Málaga que revela que los jóvenes sufren ansiedad y frustración sin su teléfono, pero que aprenden a vivir sin él

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Es la pelea que tenemos todos los padres sobre todo de hijos adolescentes que dejen el móvil o el ordenador que, de media, según la Organización Mundial de la Salud usan 4 horas diarias que es el doble de lo que recomiendan desde esta organización, que son dos como mucho.

Sin duda, la banda sonora de la mayoría de los adolescentes son los soniditos de notificaciones de mensajes y del Whatsapp a todas horas. Esto lógicamente les distrae en sus estudios y la solución que aplican para evitarlo, la mayoría de los padres, es obligarlos a estudiar con el teléfono apagado o fuera de su habitación. Pero están tan pegados a su teléfono que cuando no lo tienen cerca o se lo quitas durante horas les invade la ansiedad, la inseguridad y la frustración. Lo han comprobado en la Universidad de Málaga a través de un estudio con jóvenes de la universidad que vivieron una semana, unos días sin móvil y contaron lo que sintieron. La mayoría pasaron por esas sensaciones de ansiedad y frustración.

Cinco o seis horas más al día para disfrutar de cosas cotidianas

Previo a este estudio de la Universidad malagueña, Telmo Lazkano, profesor de Ciencias Sociales e Inglés en cuarto de la ESO en el instituto Usandizaga Peñaflorida Amara de San Sebastián hizo un experimiento muy similar con adolescentes de 15 y 16 años el curso pasado y las conclusiones fueron muy parecidas.

Para ver qué les pasaba a sus alumnos, el profesor Lazkano, dividió en tres fases el proyecto desde el comienzo del curso. La primera empezaba con el visionado del documental El dilema de las redes sociales, que explica cómo influyen éstas en los jóvenes. "Les fui haciendo preguntas si que supieran que estaba haciendo un proyecto", cuenta Telmo Lazkano en Mediodía COPE. Esa fue la primera fase, escuchó las respuestas de sus alumnos, y planteó la segunda fase. En ella les invitaba a reflexionar sobre lo aprendido haciéndoles varias preguntas con las que quería que los alumnos valorasen las cosas más cotidianas. "Al leer los trabajos que me entregaron vi que habían hecho un buen aprendizaje" y la tercera parte era dejar el móvil durante una semana en el colegio.

Así que un lunes, dejaron a primera hora el teléfono en el colegio, para recogerlo el lunes siguiente. Empezaron así el reto 'No Phone Challenge'. Y, tal y como imaginaba Telmo, sus alumnos sintieron ansiedad los primeros días como reflejó cada uno de ellos en un diario en el que contaban que sentían ante la ausencia del móvil, "presentaron un cuadro de ansiendad los primeros tres días, y a partir del cuarto día se sintieron más libres, tenían 5 horas, 6 horas más al día con las que podían ir a ver a sus abuelas, ver la puesta del sol...", subrya el profesor en COPE.

Conclusión: los resultados fueron muy buenos porque todo lo que habían aprendido en las primeras fases, cobró sentido para ellos. Cuando llegó el viernes, cinco alumnas se acercaron a Telmo y le confesaron que les daba miedo volver a la dependencia que tenían del móvil.

El experimento terminó en junio de 2022 y a día de hoy, Telmo ha podido ver que muchos alumnos han querido mantener algunos hábitos del proyecto. Por ejemplo, desde entonces, muchos se han quitado las notificaciones del móvil y han intentado reducir su consumo. Ahora duermen mucho mejor, tienen mejores relaciones personales e incluso están más tranquilos.

Lorena, alumna que ha participado en el estudio: primero, ansiedad y luego, frustración

El experimento del profesor Telmo Lazkano es similiar al que están haciendo en la Universidad de Málaga. Es un proyecto pionero en Europa: 'Una semana sin móvil'. Y, para ello, primero analizaron el uso del teléfono que hacían 97 jóvenes -de entre 15 y 24 años-. Observaron, por ejemplo, cuánto usaban algunas aplicaciones, las notificaciones que recibían y cuántas veces cogían el móvil para consultar algo. Y, a partir de ahí, ya les quitaron el móvil una semana.

Pedro Farias, catedrático de Periodismo en la Universidad de Málaga, es uno de los investigadores que lideran este estudio que consiste en racionalizar el uso del teléfono móvil, "muy sencillo de decir, pero difícil de cumplir. El gran problema es no ser consciente de la dependencia. Los jóvenes que se somenten al experimento acaban siendo conscientes del abuso que se hace del móvil", recalca en Mediodía COPE, el catedrático que cuenta cómo se ha llevado a cabo, "han estado sin móvil una semana. El estudio ha constado de tres semanas, dos de ellas monitorizados. Para saber cuál era el consumo que hacían del teléfono, la semana antes de retirarles el dispositivo, una semana sin el móvil y la tercera semana en la que volvían a disponer del dispositivo y se volvía a monitorizar que uso hacían de él".

Lo primero que sufrían era ansiedad "ante no tener el dispositivo que les permitía hacer de todo desde saber cómo ir a un sitio, pagar el autobús, le llamamos teléfono móvil, pero es para lo que menos lo usamos, para hablar; primero ansiedad y luego angustia al no saber cómo localizar a sus amigos, cómo solucionar los problemas... Antes no dependíamos tanto y nos sabíamos los teléfonos de casa, de los amigos", subraya el profesor Farias.

A la visión académica, la del catedrático de Periodismo, hemos unido en Mediodía COPE, la experiencia vivida por una de las alumnas que han participado en el estudio. Lorena Vegas, estudia cuarto de Periodismo en la Universidad de Málaga, "estuvimos una semana entera y me pasó lo que ha dicho Pedro, me sentía insegura, nerviosa porque no sabía que pasaba alrededor y me frustraba un poco. Lo más difícil era organizarme con temas de la universidad y del trabajo, y tener que esperar al día siguiente a ir a clase para reorganizarlo todo me ponía muy nerviosa", recuerda.

"He sido consciente de esa dependencia, considero que el móvil es muy útil, pero llega un momento que lo empleamos para todo, incluso nuestro tiempo de ocio y me he dado cuenta que nos perdemos muchas cosas de la vida, relaciones con la familia, el tú a tú", concluye.