Los lugares de la casa donde más microorganismos se acumulan: "Los metemos nosotros"

Algunos de estos patógenos nos pueden ocasionar infecciones, pero "no hay que ser obsesivos", aconseja en 'Mediodía COPE' un catedrático de microbiología

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Si nos preguntan el lugar de nuestra casa en el que más gérmenes hay... a todos nos viene a la cabeza la misma estancia: el baño.

Pues no es así. La ciencia a donde mira es a la cocina y a los picaportes de las puertas.Estos dos lugares son los que más gérmenes acumulan de toda nuestra casa aunque tienes que saber que no hay un lugar en tu vivienda 100 % libre de microrganismos. De hecho, algunos de ellos son beneficiosos para nuestro cuerpo. Otros patógenos, en cambio, no lo son tanto. Hablamos de virus, de ciertas bacterias, de hongos o de parásitos que pueden crecer y sobrevivir en lugares que muchas veces pasan desapercibidos para muchos de nosotros.

Víctor Jiménez Cid, catedrático de microbiología de la Universidad Complutense de Madrid, nos ha ayudado en Mediodía COPE a identificar qué tipo de microorganismos viven con nosotros en nuestra casa y cuáles son los lugares, por tanto, a los que debemos prestar mayor atención para evitar infecciones, "algunos proceden de nuestra propia piel y mucosas y entran en casa porque nosotros los metemos en nuestra piel, en nuestros zapatos, y en la cocina es donde introducimos cosas, carne, hortalizas, lo que compramos y eso enriquece nuestros microorganismos, pero algunos son patógenos y si hay falta de higiene pues puede haber infecciones. Pero no hay que ser hipocondríacos con la limpieza".

Uno de los sitios más contaminados en la cocina es en la tabla, "pero sobre todo donde hay humedad, porque si hay humedad ellos proliferan. En los trapos si están humedos, en el estropajo, por ello hay que utilizar jabón y sobre todo dejarlos secar para que no proliferen" recomienda el microbiólogo.

¿Y los picaportes de las puertas? ¿Y el teléfono móvil? "Todo lo que tocamos pueden ser transmisores, porque nos tocamos la boca, la nariz y luego tocamos otras cosas y al tocar el pomo, el móvil, estamos concentrando esos microorganismos".

¿Qué podemos hacer para minimizar riesgos?

Las tablas de cortar de plástico son algo más higiénicas que las de madera, ya que son menos porosas y por lo tanto se crean menos refugios para los microbios. Pero en ambas vamos a encontrarnos con el mismo problema. Por eso las tablas hay que limpiarlas con la mayor frecuencia posible, con agua caliente, frotando bien y dejándolas secar.

El estropajo hay que enjuagarlo bien y dejarlo secar. Depende de cuanto lo usemos, pero lo mejor es cambiar de estropajo cada semana. Y lo mismo sucede con los paños de cocina. Hay que lavarlos con frecuencia.

Las bayetas y trapos de cocina pueden albergar microorganismos y restos de comida entres sus fibras. Además, mantienen la humedad, por lo que pueden proliferar bacterias y hongos. Lo aconsejable es cambiar los trapos y bayetas usados frecuentemente y luego lavarlos todos juntos en agua caliente.

El baño, menos peligroso que la cocina

El inodoro no es tan sucio por dos motivos. El primero es el material. La porcelana de la taza no es un buen sitio al que se puedan adherir los microbios. El segundo es que generalmente se suele limpiar muy frecuentemente con productos detergentes de alto poder bactericida. Pero, una cosa muy importante es bajar la tapa antes de tirar de la cadena. Si no lo hacemos se forman aerosoles que van llenos de bacterias y que pueden diseminarse por todas partes.

Muy importante son las toallas. Los tejidos pueden albergar microorganismos, pero en este caso provienen de nuestra microbiota cuando nos secamos el cuerpo. Es decir son necesarios para nuestra supervivencia. Pero cuidado si éstas se comparten o si no las secamos adecuadamente.

En cuanto al cepillo de dientes y el vaso: los cepillos se utilizan para lavarse los dientes y se dejan secar bien después de su uso, no suponen un peligro. También es importante que el vaso donde los depositamos tenga la menor humedad posible y lavarlo al menos una vez a la semana.

Pasamos a las habitaciones, ¿y las sábanas?

En ambientes familiares, se pueden compartir toallas de manos, pero no para el secado del cuerpo y partes íntimas. En ambientes hospitalarios, laborales o de restaurantes, debería estar prohibido. El recambio de la ropa de cama o toallas, lo aconsejable, en una familia de cuatro miembros, sería cambiar las toallas de manos cada 4-5 días, las sábanas cada semana y las toallas del cuerpo -de uso individual- cambiarlas cada dos o tres usos.

El salón, allí donde el polvo se multiplica

Todos tenemos claro que los acáros del polvo crecen en cualquier objeto que tenemos: un cuadro, una lámpara, un marco de fotos...,pero desde la Sociedad Española de Microbilogía nos recuerdan que hay objetos y lugares a los que no prestamos tanta atención como el sofá, los interruptores de luz, el propio móvil o las botellas reutilizables.

Los sofás, pomos, las manillas, los interruptores de la luz, un móvil, las baldosas del suelo, etc., son lo que llamamos en microbiología “fómites”. Cualquier material inerte que puede ser contaminado con patógenos y transferirlo a un hospedador sano. El problema no es tocar un fómite contaminado, el problema es que luego te llevas la mano a la boca, la nariz o los ojos y es entonces cuando ese patógeno entra en nuestro organismo. En realidad, esa es una forma que tiene el virus de la gripe de transmitirse entre los humanos.