Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hong Kong es uno de esos sitios que han desaparecido del radar de los grandes medios. Tras las grandes movilizaciones ciudadanas por la libertad, tras la represión y los cambios legislativos introducidos por el gobierno de Pekín, parece que ya todo está asumido y archivado. Y entonces me encuentro con la noticia de que un misionero, el P. Franco Mella, del PIME, ha desarrollado una huelga de hambre de cinco días frente a la sede de la administración local de Hong Kong, en el céntrico distrito de Admiralty, para pedir "Libertad para todos". La suya ha sido una arriesgada y esforzada invitación a no olvidar a los cientos de activistas, entre ellos muchísimos jóvenes, que están en la cárcel desde 2019 por la dura represión contra las protestas en favor de la democracia, avalada por la draconiana Ley de Seguridad Nacional. Cinco días sin comer, uno por cada uno de los cinco años en que se mantiene esta clamorosa injusticia, y con el riesgo de ser detenido por la policía y posteriormente expulsado.

Estos días se están llevando a cabo las audiencias para resolver las peticiones de reducción de las penas para los 47 demócratas, varios de ellos católicos, que fueron condenados solo por atreverse a organizar elecciones primarias con el propósito de presentarse a las elecciones al Consejo Legislativo de la ciudad. El P. Mella ha dicho a AsiaNew, con algo de amarga ironía, que en vez de preocuparse por la nueva pareja de pandas que el gobierno chino ha regalado a Hong Kong con motivo del aniversario de su regreso a la soberanía china, el jefe del Ejecutivo debería pensar en liberar a estas personas y reconstruir un clima de confianza en la ciudad. Lo que más le preocupa es que nos acostumbremos a esta situación. Más de uno le ha preguntado para qué sirve su gesto, si nada va a cambiar. Él, con sencillez, les ha dicho que su deber es no quedarse callado: “lo pide mi conciencia". Tenemos que agradecérselo.