El barrio de Santa María de Benquerencia de Toledo, en guerra contra el amianto

“Entre 2024 y 2040 aumentarán los casos de cáncer por mesotelioma si no se toman medidas ya”.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Ponemos el foco en un barrio de Toledo. El más poblado de la ciudad. Unos 20.000 habitantes. Los hogareños aseguran que es el de mayor proyección de futuro por su juventud. No van desencaminados los que así opinan. Es la zona que más ha crecido en los últimos años en la capital de Castilla-La Mancha. Hablamos de Santa María de Benquerencia, también conocido como el Polígono, al que sin embargo hace casi dos décadas le salió un lunar, que con el paso del tiempo ha ido mutando hasta volverse maligno. Las 90.000 toneladas de vertidos de amianto que dejó la empresa Ibertubo tras su cierre en el año 2002.

Desde entonces, buena parte de sus habitantes, constituidos en asociaciones vecinales y plataformas, no han cejado en su empeño por demandar a las administraciones su retirada, al constituir un riesgo para la salud, al estar compuesto por materiales altamente cancerígenos.

Vertidos que en algunos casos se sitúan a unos 50 metros de las viviendas. Rafael se vio obligado a abandonar la suya para proteger a su familia. “No hay ningún indicador que diga que hay peligro inminente, pero ver los montones de amianto acumulados enfrente de tu casa inquieta. Me fui porque me sentiría culpable si algún día a mis hijos les ocurriera algo.”

Gema reconoce que en el barrio se ha instalado una especie de psicosis.“Es inevitable pensarlo. Si llegan los lodos del desierto, por dónde no se esparcirá el amianto. Todos estamos afectados. Y cuando digo todos, me refiero a toda la ciudad.”

Para Víctor, lo peor es la desidia de las administraciones, especialmente por parte del Ayuntamiento. Y es que se da la circunstancia de que la actual alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, reside en el Polígono, por lo que Víctor no comprende cómo minimiza la gravedad del problema: “De hecho, la alcaldesa nos pedía a la Asociación de Vecinos que no alarmáramos a la población. Le dijimos que dar información no es alarmar. Ella además se comprometió a señalizar los caminos que se dirigían a las zonas de amianto, que es muy concurrida por los vecinos para pasear. No lo ha hecho por falta de voluntad.”

Durante la presente Legislatura, el Ayuntamiento instaló dos medidores. Hace tan solo un mes dieron a conocer los resultados de este último. A ningún vecino le convenció, tal y como relata Sonia: “Las mediciones revelaban presencia de amianto, pero por debajo del mínimo que establece la Legislación. No obstante, la Organización Mundial de la Salud recomienda que el nivel sea cero. El captador revelaba que la zona más afectada era la Biblioteca". En cualquier caso, la fiabilidad de los medidores está puesta en tela de juicio por muchos vecinos. Entre ellos Rafael: “A día de hoy no hay una metodología para medir los índices de amianto en espacios abiertos, por lo que es difícil extraer conclusiones científicas, pero cuando paseas por la zona de los vertidos y pisas el suelo, aparece una nube blanca que se esparce por el aire, y no se sabe qué distancia recorre. No hay método para verlo.”

Un problema grave que, para los vecinos, la clase política no sabe o no quiera solucionar. El Ayuntamiento creó una comisión con todas las administraciones implicadas, pero que tan solo se reunió dos veces, pese a que el Defensor del Pueblo le instaba a volver a convocarla. En dicha comisión, se determinó que fuera la empresa pública EMGRISA la que elaborara un plan de acción. En un documento, la empresa recomendaba su retirada, aunque finalmente se optó por el sellado de las parcelas. Medida que no convence a Víctor: “Hasta ahora tan solo se ha sellado entorno al veinte por ciento de las 90.000 toneladas. A mi no me merece confianza. La mayor parte de los vertidos están en el cauce del arroyo, y sellar allí lo veo muy complicado. Su retirada es competencia de la Confederación Hidrográfica del Tajo, pero pusieron como excusa que si los vertidos llegaron hasta allí fue por la acción de los agricultores. Actualmente el caso está judicializado.”

Y es que la lucha contra el amianto es como una contrarreloj, al poder generar grandes perjuicios para la salud. La enfermedad derivada del amianto es el mesotelioma. Cáncer de pulmón, para entendernos. Una sentencia de muerte. Rara vez el paciente supera los dos años de superviviencia. La Asociación de Vecinos El Tajo y la plataforma “Mi barrio sin amianto” dieron a conocer varios informes médicos que revelaban que al menos tres vecinos del barrio fallecieron por esta patología. Gema teme que en los próximos años haya un repunte de casos: “En 2024 nos tememos un repunte que se prolongará hasta el 2040, porque es una enfermedad que tarda en manifestarse entre 25 y 40 años”. En Cerdanyola (Barcelona), donde sus habitantes también padecen este problema, se diagnostica dos casos de mesotelioma por semana.”

Ante este futuro negro que vaticinan, los vecinos demandan a las administraciones que tomen medidas de prevención: “Nos reunimos con la Dirección de Salud Pública, pero nos dejaron claro que si no había epidemia, no se haría un seguimiento o un chequeo a la población más cercana”, lamenta Gema: “Estamos sin protección. Exigimos chequeos.”

De cara al futuro, los vecinos se dividen entre el optimismo y la frustración. Entre los primeros está Gema y Rafael, que creen que serán los tribunales europeos los que obligarán a la clase política a retirar el material tóxico antes o temprano. Más negativa es Sonia, que opina que por cada pasito que se da hacia adelante, se dan tres hacia atrás. El tiempo lo dirá.