El primer equipo de rugby en silla de ruedas de Castilla-La Mancha y negligencias judiciales

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Los Carpetanos, también denominados carpesios, fue la primera tribu prerromana que se asentó en Toledo, en el Cerro del Bú. Miles de años después, vuelven a resurgir, esta vez convirtiéndose en el primer equipo de rugby en silla de ruedas que se constituye en Toledo y en Castilla-La Mancha. Aún no cuentan con grito de guerra, pero sus ocho gladiadores se han marcado como reto competir cuanto antes en la Liga Nacional de Rugby en silla de ruedas. Para ello entrenan muy duro en el Hospital Nacional de Parapléjicos, en la capital castellano-manchega. Ganas sobran, pero como ocurre tantas veces, faltan recursos. Concretamente las sillas reglamentarias para poder competir. A día de hoy, tan solo disponen de una, prestada por la Universidad de Castilla-La Mancha.

Para Amil, el deporte y Los Carpetanos han sido su salvación. Tras el accidente de tráfico que le tiene postrado en silla de ruedas desde hace dos años, cayó en depresión: “Yo antes del atropello practicaba mucho deporte. Cuando desperté en el hospital y me dijeron que no iba a poder a volver a andar, caí en depresión. Estuve un año y medio sin salir apenas de casa.”

El más veterano de todos es Iván. Con 19 años sufrió un aparatoso accidente de tráfico. Lleva 24 años en silla de ruedas. Nunca perdió el tiempo. Lo primero que hizo cuando se recuperó fue esquiar: “Empecé con el esquí, luego hice esgrima, montañismo... además no di opción a mi familia a que eligiera u opinara por mí. Yo quería hacer cosas, y el deporte lo es todo. Los que ingresan en Parapléjicos mejoran su situación gracias al deporte. Los que lo ven todo negro tienen que entender que se puede salir adelante.”

Negligencias judiciales

En España ha habido casos, algunos de ellos mediáticos, de negligencias judiciales o policiales, que han provocado que el acusado haya tenido que afrontar años de prisión sin comerlo ni beberlo, o haya tenido que pasar por el calvario de ser investigado o imputado de manera injusta. En “Imparables” hemos abordado dos casos.

Valdivielso siente que ha perdido su juventud. Desde los 23 y hasta los 32 años los pasó en prisión. Nueve largos años por dos atracos cometidos en el año 2001 en Móstoles, y en los que él no participó. Pese a que tenía coartada, ya que se encontraba durmiendo esa noche en su vivienda, fue detenido a raíz de unos erróneos informes policiales. Tras años de lucha por parte de su familia para que se hiciera justicia, depresiones y varios intentos de suicidio, fue absuelto en febrero de 2013. Seis años después de aquello y a sus 38 primaveras, se define como un hombre feliz tras lograr rehacer su vida y tener otro hijo: “Ahora también trabajo como autónomo en el mundo de las reformas. Lo he logrado superar, pero lo ocurrido seguirá presente para toda la vida. Nunca se olvida. Te cambia hasta la personalidad, te hace ser más desconfiado. Son nueves años de vida imposibles de recuperar. Ahora disfruto de mi hijo, que es lo único que me importa.”

Por su parte, Josu ha vivido también una pesadilla de cuatro años. Pesadilla que comenzó cuando su pareja estaba embarazada de seis meses. Fue cuando agentes de la Policía Nacional le detuvieron en su vivienda de Bizkaia, acusado de formar parte de una red mundial que compartía y distribuía pornografía infantil online. Registraron el piso. No encontraron nada sospechoso. Pese a todo, los agentes le detuvieron y se llevaron todos los CD,s y ordenadores para ser analizados.

Su abogado, César Bernales, cree que el error del FBI pudo llegar a la hora de rastrear los números de la IP. Pasadas las semanas, su investigación se archivó provisionalmente. Pero año y medio después, le comunicaron que la policía había descubierto decenas de fotografías de pornografía infantil. El juzgado de Getxo que instruía su caso quería llevarle a juicio. Pedían para él más de dos años de prisión.