Indulgencias en tiempo de coronavirus
El Papa concede indulgencias especiales para este tiempo de emergencia sanitaria. Pero, ¿sabes qué son las indulgencias?
Roma - Publicado el - Actualizado
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Ante una situación tan especial como la que atravesamos, el Papa Francisco, a través de la Penitenciaría Apostólica ha decidido conceder indulgencia plenaria a todas las personas que se encuentren en peligro de muerte, sin necesidad de confesión.
Francisco también ha concedido indulgencias especiales a todos los fieles que se hayan contagiado con el Covid-19, extensible a todos los trabajadores sanitarios, a los familiares y a quienes los cuidan, incluidos los que rezan por ellos.
El Papa no se ha olvidado de todos los que no pueden acudir al sacramento de la confesión durante estos días. Por ese motivo, además de conceder indulgencia plenaria en caso de peligro de muerte, esta misma mañana durante la homilía en la Misa de Santa Marta ha aconsejado hacer lo que dice el Catecismo: “si no encuentras un sacerdote para confesarte, habla con Dios, que es tu padre, dile la verdad de lo que has hecho mal, pídele perdón con todo el corazón y prométele: ‘después me confesaré, pero perdóname ahora’. Mediante esa petición de perdón a solas “volverás enseguida a la gracia de Dios”.
El Papa ha querido recordar a los fieles la posibilidad de la absolución colectiva en este momento de emergencia sanitaria.
La Penitenciaría Apostólica precisa que, para obtener la indulgencia plenaria, los enfermos con coronavirus, los que están en cuarentena, así como los trabajadores de la salud y los familiares que se exponen al riesgo de contagio por ayudar a los afectados por el Covid-19, podrán simplemente recitar el Credo, el Padre Nuestro y una oración a María.
Para conseguir indulgencias parciales en esta situación especial, se podrá elegir entre varias opciones: visitar el Santísimo Sacramento o la adoración Eucarística o leer las Sagradas Escrituras durante al menos media hora, o recitar el Rosario, el Vía Crucis o la Coronilla de la Divina Misericordia, pedir a Dios el fin de la epidemia, el alivio de los enfermos y la salvación eterna para aquellos a los que el Señor ha llamado a sí.
Además, por la gravedad de las circunstancias actuales, la Penitenciaría Apostólica recuerda la posibilidad de impartir la absolución colectiva, sin una previa confesión particular. Y respecto a los fieles que tienen imposibilidad de confesarse, el consejo es poner en práctica una contrición perfecta, expresada por una sincera petición de perdón, acompañada del firme propósito de recurrir cuanto antes a la confesión sacramental.
Aunque no es una palabra muy frecuente, seguro que hemos oído hablar de las “indulgencias”, aunque no siempre sabemos a qué se refiere exactamente.
Si lo buscamos en el Catecismo de la Iglesia Católica, encontramos esta respuesta: “La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos” (Catecismo, 1471).
¿Y esto, qué quiere decir?
El rastro del pecado es pegajoso. Deja siempre una culpa y una pena ante Dios. Cada vez que acudimos al sacramento de la penitencia se nos perdona la culpa, pero el alma queda herida y debe ser reparada: es lo que se llama la pena temporal por los pecados. A lo largo de nuestra vida podemos purificar esta pena con pequeños sacrificios y obras buenas. Pero también con las indulgencias que la Iglesia pone a nuestra disposición para así poder “saltarnos” el purgatorio y entrar directamente en el Cielo.
Si la remisión de la pena temporal de una indulgencia es total, se llama indulgencia plenaria; si lo que conseguimos es “saldar” en parte la pena temporal, se llama indulgencia parcial.
Tenemos la oportunidad de conseguir muchas indulgencias a lo largo de la jornada. Por ejemplo, rezando alguna oración, visitando un Santuario, haciendo adoración al Santísimo, viviendo alguna devoción particular etc.…
Los requisitos que establece la Iglesia para poder ganar una indulgencia son los siguientes: realizar la acción “premiada” con indulgencia, tener la intención de ganarla, confesar, comulgar y rezar por el Papa antes o después de “cumplirla” y manifestar una actitud de rechazo ante el pecado.
Con estas condiciones, se puede ganar una indulgencia plenaria cada día, que se puede aplicar por uno mismo o por un difunto. Y en lo que se refiere a las parciales, hay muchas otras formas sencillas de alcanzarlas. Por ejemplo, ofreciendo el día al Señor, hacer la señal de la cruz etc.…
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