Celebramos el Viernes de Dolores, antesala de la Semana Santa: Conoce su significado y origen

Los siete dolores de la Virgen muestran momentos claves de la vida de Jesús y de su camino hacia la crucifixión y muerte

Celebramos el Viernes de Dolores, antesala de la Semana Santa: Conoce su significado y origen

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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A pocos días de empezar la Semana Santa y vivir la Pasión de Jesucristo hoy celebramos la festividad del ‘Viernes de Dolores’.

El Viernes de Dolores o Viernes de Pasión, es el viernes anterior al Domingo de Ramos, comprendido dentro de la última semana de la Cuaresma. En algunas regiones es considerado como el inicio de la Semana Santa al iniciarse en este día las procesiones y representa el dolor de la Virgen María por la muerte y crucifixión de su hijo Jesús.

La Virgen, representada con lágrimas en los ojos y en ocasiones con una daga en el pecho, encarna los siete dolores que sufre antes de la pasión y muerte de Jesucristo.

En la celebración de los Dolores de Nuestra Señora, se incluye en la liturgia de la Misa la secuencia del Stabat Mater, una plegaria que medita sobre el sufrimiento de María durante la crucifixión y muerte de Jesús, su hijo.

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¿Qué se celebra el Viernes de Dolores?

La celebración de Nuestra Señora de los Dolores es una antigua celebración mariana con muchísimo arraigo en Europa y en América. Prueba de ello son las numerosas muestras de piedad popular en torno a su devoción.

En este día se contempla la figura de María en la Pasión, acompañando a Jesús en la distancia y sufriente al pie de la Cruz. La Virgen Dolorosa, como también se la conoce popularmente, encarna siete dolores que son contemplados piadosamente por los fieles. Estos dolores los sufrió María durante toda su vida y están muy relacionados con su Hijo. Era el cumplimiento de lo que le dijo el anciano Simeón al presentar al Señor en el Templo: “Y a ti una espada te atravesará el alma”.

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Los 'siete dolores' de la Virgen

Los siete dolores de la Virgen muestran momentos claves de la vida de Jesús y de su camino hacia la crucifixión y muerte. El primero se refiera a la profecía de Simeón cuando le anunció que una espada de dolor atravesaría su alma por los sufrimientos de Jesús. En cierto modo Simón manifestó que la participación de la Virgen María en la redención sería a base de dolor.

La huida a Egipto representa el segundo dolor, el que sintió cuando tuvo que huir con José y Jesús repentinamente y de noche tan lejos para poder salvar a su Hijo de la matanza decretada por Herodes. María vivió auténticos padecimientos viendo que Jesús, ya era perseguido de muerte siendo un bebe.

Las lágrimas que derramó La Virgen María y el dolor que sintió al perder a su Hijo son el tercero de los 7 dolores de la Virgen. Tres días buscándolo angustiada hasta que lo encontraron en el templo. En el cuarto de los 7 dolores de la Virgen pensamos en el profundo dolor que sintió la Virgen María cuando vio a Jesús cargado con la cruz, llevando el instrumento de su propio martirio.

El quinto de los 7 dolores de la Virgen María es el sufrimiento que sintió al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de su Hijo amado. La agonía de María viendo a Jesús sufriendo en la cruz.

En el sexto de los 7 dolores de la Virgen, revivimos el sufrimiento que sintió el Corazón de María cuando el cuerpo sin vida de su querido Jesús fue bajado de la cruz y colocado en su regazo.

El duelo por la sepultura y la soledad es el sufrimiento infinito que siente una Madre al enterrar a tu Hijo y aunque tú sepas que al tercer día resucitara, el trance de la muerte es real para la Virgen. Este es el último de los 7 dolores de la Virgen y el mas duro de todos.

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¿Qué contemplamos el Viernes de Dolores?

Así, en Viernes de Dolores contemplamos piadosamente el dolor de una Madre transida de sufrimiento por su Hijo.

Así nos la representa la iconografía: de negro, con una espada atravesándole el corazón, con lágrimas en los ojos, las manos con los dedos entrelazadas en actitud de súplica desesperada en medio del dolor y la cara desencajada de tanto sufrimiento.

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