El sacerdote que sobrevivió al genocidio de Ruanda y ahora es párroco en Valencia

El P. Dominique Savio lleva tres años como párroco en Valencia, después de sobrevivir al peor genocidio de África

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Faustino Catalina

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Hablamos hoy en El Espejo de un sacerdote ruandés que hace 25 años fue testigo del genocidio de los tutsis y que desde hace tres años es párroco en Valencia.

Se llama Dominique Savio Tuyisenge, es misionero de los Sagrados Corazones, tiene 43 años, y desde 2016 es párroco de San Pedro Pascual en Valencia. Cuando tenía 17 años vivió el genocidio que acabó con la vida de cerca de 800.000 personas en su país natal de Ruanda.

Una masacre que se prolongó durante cien días de persecución de los tutsis tras el atentando contra el avión del presidente del país, Juvénal Habyarimana, de la etnia hutu. En una entrevista al semanario Paraula de la diócesis de Valencia cuenta cómo la guerra lo llenaba todo con la muerte y todo tipo de atrocidades.

Vivía en Kigali y tras sufrir esa situación tuvo que huir al Congo con su familia tras unos días horribles en los que aprendió a valorar cada instante de la vida y lo bueno que tiene tras perder a muchos familiares y amigos. En esa dura situación recuerda cómo la única esperanza era Dios, capaz de sacar bien de tanto mal y de cambiar el corazón del ser humano.

También ha destacado este sacerdote la gran labor que realizó la Iglesia aquellos días en Ruanda cuando muchos misioneros arriesgaron su vida y los templos se convirtieron en refugio en una labor que continuó después con la Iglesia como pionera en la reconciliación y el trabajo en las cárceles y con diversas iniciativas para conseguir el perdón.

En ese contexto, la vocación de Dominique surgió gracias al ambiente cristiano en el que creció, por su participación en diferentes grupos de la Iglesia y por el testimonio de los Misioneros de los Sagrados Corazones.

Hoy, 25 años después del genocidio, no duda que Dios siempre ha estado con Ruanda, el país de las mil colinas que, poco a poco, se va levantando con su ayuda. Considera que es la resurrección de un pueblo que se ha levantado tras su caída porque para Dominique “perdonar es amar y hay que mirar para adelante y resucitar”.