El cardenal Omella nos descubre la historia de "una de las santas más queridas de la Iglesia"
Es patrona de los pobres, de los ciegos, de los niños y de los enfermos. Además, de 9 ciudades españolas y de muchas en América Latina
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Santa Lucía, la mártir de Siracusa, es reconocida como la patrona de aquellos que sufren de ceguera y enfermedades oculares. Lucía fue acusada de ser cristiana y fue martirizada en Siracusa en el año 304 durante la persecución de DioclecianoHabía consagrado su virginidad a Dios, sin embargo, su madre, Eutiquia, le arregló matrimonio con un joven, y Lucía se negó a casarse con él y fue castigada por el gobernador Pascasio, quien ordenó a los guardias que le quitaran los ojos.
Cuando su cuerpo estaba preparado para ser enterrado, se descubrió que sus ojos habían sido milagrosamente restaurados. En las pinturas, Lucía es mostrada con los ojos en un plato dorado y también sosteniendo la rama de palma, que simboliza el martirio y la victoria sobre el mal.
El cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la CEE, ha querido recordar el testimoni de esta santa "una de las más queridas de la Iglesia" y que además es patrona de "los pobres, de los ciegos, de los niños y de los enfermos".
Además, es patrona de 9 ciudades españolas: San Mamede de Urrós, provincia de Ourense; As Teixugueiras, provincia de Ourense; Hacinas, provincia de Burgos; Hermosa, Cantabria; Roales de Campos, provincia de Valladolid; Santalla de Rey, provincia de Lugo; Santa Lucía de Tirajana, —en la isla Gran Canaria— provincia de las Palmas y Tazo, caserío de Vallehermoso, —en la isla La Gomera— provincia de Santa Cruz de Tenerife.
En el siglo VI, Lucía ya era venerada
Lucía, cuyo nombre significa luz (latín, lucius/lux), fue una de las once santas reconocidas oficialmente desde el año 600. Ella fue una mártir cristiana que padeció el martirio durante la gran persecución de los cristianos por el emperador romano Diocleciano. Su fiesta se celebra en al menos 20 ciudades italianas y en diferentes localidades del mundo, y hay numerosas iglesias dedicadas a ella.
En el siglo VI, Lucía ya era venerada, y el Papa Gregorio Magno la anexó en el libro litúrgico de los ritos latinos de la Iglesia católica. Asimismo, San Gregorio le puso el nombre de esta santa a dos conventos que él fundó en el año 590. La historia de la vida de Santa Lucía se remonta a una narración del siglo V, relatada en el Acta de los Mártires .