El deseo de Mons. Francisco José Prieto, obispo auxiliar de Santiago: "Escuchar, acompañar y tender puentes"

Durante su discurso quiso agradecer al obispo Mons. Julián Barrio por haberle "acogido con afecto paterno y cercanía de hermano"

El deseo de Mons. Francisco José Prieto, obispo auxiliar de Santiago: "Escuchar, acompañar y tender puentes"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Esta mañana se ha celebrado en la Catedral de Santiago de Compostela la ceremonia de ordenación episcopal del hasta ahora vicario para la Nueva Evangelización de la Diócesis de Ourense, Francisco José Prieto Fernández, como nuevo obispo auxiliar de Santiago de Compostela.

La celebración solemne ha sido presidida por el Arzobispo compostelano, Mons. Julián Barrio, a quien ha acompañado el nuncio de Su Santidad en España, Mons. Bernardito Auza. También han participado los obispos gallegos de la Provincia Eclesiástica de Santiago, así como otros prelados procedentes de diversas diócesis españolas.

El nuncio apostólico en España y el Principado de Andorra, Bernadito Auza, ha trasladado, en nombre del Papa, un saludo a los afectados por la pandemia y ha apelado a la colaboración del nuevo obispo auxiliar de Santiago, Francisco José Prieto, con una ayuda "sincera", "leal", "creativa" y "eficaz" al arzobispo, Julián Barrio.

Así, ha destacado que el nombramiento de Francisco José Prieto se realizó al apreciarse en él "las valoradas cualidades de preparación y veraz cercanía a los sacerdotes y a los fieles" precisas para ejercer como "un apoyo" en el gobierno de una Archidiócesis "rica por su historia y los frutos espirituales que ha dado a la Iglesia" y lo ha felicitado por su elección.

El representante diplomático de la Santa Sede ha exhortado de este modo a una colaboración "en unidad de propósitos y en armonía de empeño" del nuevo obispo auxiliar con el arzobispo. También ha hecho referencia al Año Jubilar compostelano actual y ha asegurado que "en cada momento histórico se manifiesta la labilidad del ser humano".

Por su parte, el arzobispo de Santiago ha felicitado a Francisco José Prieto por su ordenación, pero ha advertido de que "el episcopado no es un honor", sino que representa "una llamada a servir en vigilancia y fidelidad, sin cálculos ni condescendencias con uno mismo".

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En esta línea, ha defendido que "la herencia del obispo ha de ser la santidad" y ha señalado que la confianza "en la acción interior del espíritu" y la cercanía a las personas representan el modo de "vigorizar la vida religiosa asumiendo los sufrimientos apostólicos por la difusión del Evangelio".

"El episcopado, querido hermano, no es un honor, es una llamada a servir en vigilancia y en fidelidad, sin cálculos con uno mismo. Un servicio que no se mide por los criterios humanos de lo material, sino que hace presente el amor de Dios a todos los hombres y dá testimonio de Él incluso con los gestos más sencillos. La lógica del Evangelio es la de la gratuidad, camino elegido por Cristo para salir al encuentro de la iglesia misionera" subrayó el Arzobispo.

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El discurso del nuevo obispo auxiliar de la Archidiócesis de Santiago de Compostela

"Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad". En esta mañana, en que he recibido por la imposición de las manos y la plegaria de ordenación el ministerio episcopal como Obispo Auxiliar al servicio de la Iglesia en Santiago de Compostela, en comunión fraterna y en colaboración estrecha con su Arzobispo, don Julián, hago mías las palabras del salmista, porque agradecer es reconocer que todo me ha sido dado: el don de un ministerio que no es tarea ni oficio, sino entrega, ofrenda de la propia vida, servicio “sin tacha día y noche” (como dice la plegaria de ordenación) a Dios y a esta porción del Pueblo de Dios, un bello mosaico construido de muchos rostros y variados caminos, a la que he sido llamado a servir y acompañar.

Pido a Dios que pueda hacerlo con “el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo” (EG 268).

En la grandiosidad de esta Catedral de Santiago de Compostela, que fue creciendo con el paso de los siglos y el empeño de la fe, escuchamos, no los ecos del pasado, sino voces que hacen vivos los muros y los arcos. Voces de los artesanos que cincelaron y pulieron un inmenso vocabulario pétreo de fe, voces que expresan la plegaria agradecida del peregrino gozoso en sus pies cansados, voces del canto que se eleva en súplica confiada, voces que celebran al Cristo Crucificado-Resucitado, voces que murmuran admiración por la belleza descubierta, voces que rumorean preocupaciones e inquietudes ante la tumba de Santiago el Zebedeo. ¡Me uno a estas voces para decir con vosotros, los que en esta mañana me habéis podido acompañar presencialmente o lo hacéis a través de los medios de comunicación, una sola palabra: GRACIAS!!!

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Gracias a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, misterio de comunión y vida, de quien procede todo bien. En estas circunstancias, soy muy consciente de mis debilidades y limitaciones. Son momentos para ejercer la confianza en la misericordia Dios, y descubrir con gozo que Él nos da su gracia cuando nos llama a servir con más entrega al Pueblo de Dios. Pido que, dócil al Espíritu, y en este Año de San José, sepa hacerlo con corazón de padre.

Gracias a la Iglesia que, por medio del Papa Francisco, ha confiado en mí para ser Obispo Auxiliar de la Archidiócesis Metropolitana de Compostela. Sr. Nuncio transmita al Santo Padre mi gratitud. No quiero pasar la ocasión de reconocerle a Vd. la cordialidad, y también la simpatía, con la que me comunicó la noticia de mi nombramiento.

Gracias Sr. Arzobispo, mi querido don Julián, que desde el primer momento me acogió con afecto paterno y cercanía de hermano: he sido llamado a acompañar – auxiliar – a esta Iglesia que como pastor Vd. guía y preside desde hace 25 años. De su mano y en comunión y colaboración fiel y fraterna, sé que aprenderé a conocer, a escuchar y amar a los pueblos y gentes, a las parroquias y fieles de esta comunidad diocesana para darles lo mejor: la alegría del Evangelio que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Sólo con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (cf. EG 1).

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Gracias, de un modo especial, a los Obispos que han sido pastores en la Iglesia de Ourense y con los que he ido caminando en mi vida sacerdotal, gracias a su cercanía y comprensión en no pocos momentos, y que han ido dejando honda huella a lo largo del tiempo en los diferentes destinos pastorales que me encomendaron: fue breve, para mí, la de D. Ángel Temiño, pues iniciaba apenas mi etapa formativa en el Seminario Mayor; D. José Diéguez Reboredo, que me ordenó sacerdote hace casi 28 años y me envió a Roma a asomarme al vasto y rico mundo de los Padres de la Iglesia; Don Carlos Osoro, con el que inicié ese querido proyecto del Centro de Ciencias Religiosas en Ourense; y don Luis Quinteiro, gracias al cual pude concluir el doctorado en la Pontificia de Salamanca.

Gracias don Leonardo por la confianza que depositó en mí a lo largo de los casi 9 años en que he colaborado con Vd. de modo tan cercano y fraterno al servicio de la diócesis ourensana como Vicario para la Nueva Evangelización. No es el momento de hacer relato de todo lo vivido y compartido en estos años, pero sí de destacar la rica vivencia personal y sacerdotal que ha supuesto para mí y, de modo singular, la enriquecedora experiencia del camino sinodal que la diócesis de Ourense inició en 2016 y que espero que pronto concluya para ser horizonte y camino de la nueva tarea evangelizadora en la Iglesia ourensana. Y gracias muy especialmente por su acompañamiento y cercanía en estas semanas previas a la ordenación episcopal: ha sido para mí padre y hermano.

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Gracias Sr. Cardenal, Sres. Arzobispos y Obispos, al administrador diocesano de Mondoñedo-Ferrol que en esta mañana me acompañan, y a todos los que me han hecho llegar por diversos medios, desde que mi nombramiento se hizo público, su oración y felicitación mostrando una acogida de cálida y sincera fraternidad.

Deseo conocer esta Diócesis poca a poco, saber escuchar, acompañar, tender puentes y caminar juntos. Sé que cuento con vuestra ayuda y oración para estar con vosotros y para ser un pastor según el corazón de Jesús, padre, hermano y amigo. Lo primero y principal no son nuestros proyectos, sino el Señor. Desde un año vivimos una situación dramática, ha cambiado nuestras vidas y nuestra forma de relacionarnos, ha cambiado la forma en la que celebramos la fe, ha generado una ola de solidaridad con los más afectados, gracias a tantos sacerdotes y laicos que son el rostro visible de una Iglesia en salida hacia nuestros hermanos más necesitados. Caminemos con esperanza como dice el Papa Francisco, nadie se salva solo.

A todos y cada uno de vosotros, gracias por la oración al inicio de mi ministerio episcopal como obispo auxiliar de la Archidiócesis de Santiago de Compostela. Gracias, gracinhas a todos.