ECCLESIA vuelve a La Palma un año después de la erupción: "Hemos crecido juntos frente a la adversidad"
El párroco de Todoque, Alberto Hernández, relata cómo la Iglesia "ha estado y está" al lado de las familas que, en su mayoría, no han recibido las ayudas prometidas
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ECCLESIA vuelve un año después a recorrer las vidas y los lugares que el volcán de La Palma cambió para siempre. Un viaje que hicimos el 19 de septiembre de 2021 de la mano de Alberto Hernández, párroco de Todoque. La imagen de la iglesia engullida por la lava del volcán Cumbre Vieja, quedó para siempre grabada en nuestras retinas.
El sacerdote, junto a sus feligreses —que fueron portada del número 4.091 de la revista ECCLESIA— hicieron frente a la destrucción de la lava y la ceniza y como aquella primera misa que pudieron celebrar entre cenizas, continúa ese sentimiento de fraternidad.
“Veo que poco a poco va volviendo la ilusión a las personas y a las comunidades a las que acompaño”, explica el sacerdote a ECCLESIA.
“Como párroco, el hecho de poder de haber recuperado ya dos de los cuatro espacios que tuvimos que abandonar, es satisfactorio. Así como el hecho de haber modificado las comunidades parroquiales de Todoque y de La Laguna en el templo parroquial de San Isidro en La Laguna. Y ver como esa unión de dos parroquias y dos barrios de un mismo templo ha sido muy bien acogida y que da sus frutos estambién es un motivo de alegría y de optimismo”.
"La Iglesia estuvo, está y va a estar"
Pero no todo ha sido ni está siendo fácil para los vecinos de La Palma. Por ejemplo, con motivo de este primer aniversario, Cáritas diocesana de Tenerife ha contabilizado más de 9.000 personas atendidas y acompañadas en estos meses. 1.000 familias y más de 600 menores que han necesitado ayuda, una ayuda que en mucha ocasiones solo ha llegado por parte de la Iglesia.
“Cáritas ha prolongado su asistencia a lo largo de todo el año. La cuenta que se abrió específicamente para los afectados del volcán, ha recibido cantidades muy importantes de donaciones y se siguen administrando en este momento, sobre todo para ayudar en lo que respecta a la vivienda”.
Ayudas que no llegan
Y es que la ciudad sigue destrozada a la espera todavía de recibir todas las ayudas que necesitan para hacer frente a la catástrofe. Tal y como explica el párroco “las partidas oficiales de las ayudas no han llegado en su mayoría ni con la premura que en principio se había prometido”. Todavía a día de hoy, muchas familias “no han visto cumplidas esas promesas, entonces, la Iglesia, Cáritas, está, ha estado y sigue estando ahí para paliar esa esa demora y ayudar al menos en lo esencial”.
A través de las parroquias, concretamente la parroquia de San Pío, por la simbología que tuvo el hecho de que se perdiera ese templo, también se ha gestionado la “solidaridad”. “Muchos particulares, empresas e instituciones religiosas quisieron colaborar directamente a través de la parroquia y también esos fondos se han ido distribuyendo y han servido también en un primer momento, en espera de que se fueran activando los mecanismos de la administración”.
Reivindicar lo que es un derecho
Ahora pues toca reivindicar que todo aquello que a lo que las personas afectadas tienen derecho, que ha sido prometido, insiste el sacerdote, no se demore más en el tiempo. “Entendemos que hay compromisos difíciles de cumplir, por ejemplo en materia de vivienda, pero hay otros compromisos en materia económica que no deberían ser tan, tan complicados. Y vemos que un año después todavía están por cumplir”.
Y es que la gente necesita normalizar su situación, explica, y muchas personas todavía siguen en establecimientos hosteleros, viviendo de la caridad de amigos y familiares que les han cedido viviendas provisionales o varias unidades familiares reunidas bajo un mismo techo, “algo que a veces no es del todo confortable”.
Una gran familia
Por eso, el servicio que la parroquia presta en este momento, no solo es para la celebración de los sacramentos, para la oración o para el encuentro con el Señor. “Se ha convertido también en un espacio para el reencuentro con esos vecinos que antes tropezaban a diario en los rincones del barrio y que ahora, por esa dispersión, es más difícil encontrar”.
Conversaciones que se prolongan tras la Eucaristía que van dando forma a los pequeños progresos. Enriquecimiento y diversidad que habla de cómo crecer como familia ante la adversidad, de como experimentar la acogida y la fraternidad y como ser espacio para el reencuentro, algo de lo que un año después, La Palma ha dado gran ejemplo.