Mons. Carlos Escribano y su primer año como arzobispo de Zaragoza: "Soy aragonés por los cuatro costados"

Mons. Escribano ha abordado en Aleluya los proyectos pastorales para la ciudad, la devoción a la Virgen del Pilar y temas actuales como el Sínodo o el cuidado de los mayores

Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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Mons. Carlos Manuel Escribano Subías conoce Aragón de norte a sur, vivió su adolescencia en la provincia de Huesca, estudió en Zaragoza empresariales y allí se ordenó sacerdote. En esta comunidad autónoma ha sido por otro lado vicario episcopal de Zaragoza y párroco en el Sagrado Corazón y en Santa Engracia, así como profesor del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón y obispo de Teruel entre 2010 y 2016.

El 13 de mayo de 2016 fue nombrado obispo de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño y, tras cuatro años en La Rioja, fue nombrado arzobispo de Zaragoza el 6 de octubre de 2020. Tomó posesión de la Archidiócesis el 21 de noviembre y, en medio de la pandemia del coronavirus, ha podido trabajar y organizar su equipo de trabajo durante este año. Zaragoza cuenta las horas para volver a vivir unas Fiestas del Pilar y los maños preparan sus trajes de baturro para pasar la Ofrenda.

En cuanto a los asuntos de actualidad, el arzobispo pide a los jóvenes ser responsables ante las inminentes Fiestas del Pilar, lanza un mensaje para las familias y advierte que hay que estar cerca de las personas mayores. Pero el arzobispo también nos abre su lado más personal: la relación con su madre y la pasión por las montañas. Y acabamos la entrevista preguntándole por algo que los maños están esperando desde hace mucho tiempo: el ascenso de su equipo de fútbol a Primera División. Y por último le preguntamos si de verdad los maños son tan cabezones.

P. El 6 de octubre de 2020 fue nombrado arzobispo de Zaragoza por el Papa Francisco. ¿Cómo se recibe una noticia así y cuál fue la primera cosa que hizo una vez recibida la noticia?

R. La noticia la recibí unos días antes, en el mes de septiembre de ese año. Fue una llamada del Nuncio y la recibí con mucha sorpresa porque llevaba muy poco tiempo en La Rioja y reconozco que me sorprendió mucho el traslado en aquel momento. Se recibe con confianza, responsabilidad, alegría y lo que uno hace, casi de manera espontánea, es enviar su corazón hacia el Señor para darle gracias y sobre todo para pedirles sabiduría y capacidad de llevar adelante el nuevo encargo que la Iglesia te hace y con esa intención yo lo intenté vivir.

P. ¿Qué tal ha sido este primer año como arzobispo de Zaragoza?

R. Llegué en un momento delicado cuando estaba creciendo otra de las olas del coronavirus, no había vacunas con lo cual las restricciones en el momento de mi entrada como arzobispo fueron muchas. Hubo que tener mucho cuidado con el aforo, mucha prudencia. A partir de allí fuimos empezando a construir, paulatinamente la idea fue de ir configurando un nuevo equipo, organizando el proyecto del nuevo Plan Pastoral. Yo también pasé algo de tiempo volviendo a reconocer el territorio de la diócesis, he tenido la oportunidad de recorrer la zona rural, de ir volviendo a saludar a los curas, de estar con la gente en la medida de lo posible. Fue un tiempo grato de reconocimiento de la realidad de Zaragoza.

P. Pese a su origen gallego, usted ha estado siempre muy vinculado con la ciudad de Zaragoza. ¿Qué representa para usted Zaragoza y Aragón en general?

R. Yo soy aragonés por los cuatro costados aunque no haya nacido en Aragón, conozco muy bien la realidad aragonesa. ¿Qué significa Zaragoza? Creo que como ciudad en sí misma es muy importante, es la gran capital de Aragón y una de las ciudades más importantes de España. Indudablemente para cualquier cristiano de Aragón y para cualquier zaragozano hay un referente que es la Virgen del Pilar y todo lo que significa su figura, que es muchísimo. Eso supone una gran responsabilidad.

P. Cuando habló con nosotros el día que se hizo público su nombramiento nos dijo que la primera persona en haberlo sabido fue su madre. ¿Qué relación mantiene con ella?

R. Mi madre vive conmigo, tengo mucha relación con ella y desde que falleció mi padre se vino conmigo a Teruel, me acompañó a La Rioja y ahora se ha vuelto aquí con lo cual convivimos. Tiene ese cariño y cercanía de una madre que a mí me hace mucho bien.

P. ¿Se ha encomendado muchas veces este año a la Virgen del Pilar?

R. Sí muchas veces, a mí me gusta, aparte de la devoción que uno tiene. Yo muchas tardes me paso un ratito a rezar delante de la Virgen. Aquí hay una expresión muy zaragozana que es “ir a ver a la Virgen”. Yo voy a ver a la Virgen, voy con alegría y me gusta mucho. La tengo muy cerquita, entro, rezo y le pido por muchísimas cosas, por mis curas, por la gente de Zaragoza, por la gente que ha sufrido tanto durante la pandemia y está sufriendo. Por mil necesidades que hay siempre que presentar a la Madre y siempre uno, como Santiago, sale muy confortado.

P. Este es su primer año como arzobispo de Zaragoza y vivirá dentro de unos días la Ofrenda a la Virgen del Pilar. Después de un año, los zaragozanos volverán a peregrinar hacia la Virgen del Pilar y a rendirle el justo homenaje. ¿Qué espera de esta Ofrenda y cómo la va a vivir?

R. Yo he vivido muchas Ofrendas y las he vivido desde distintas perspectivas. Cuando era un niño bajaba con mi familia que veníamos desde el pueblo a Zaragoza. En casa de mi abuela y en casa de mis tíos vivíamos con mucha intensidad el tema de la Ofrenda. También de sacerdote la he vivido: cuando estaba de cura me gustaba venir a la primera Misa de madrugada, quería estar con la Virgen porque luego durante el día no tenía tiempo.

Esta vez es verdad que este año volvemos a poder vivir con una cierta normalidad las celebraciones del Pilar pero solo cierta. Aún sigue habiendo restricciones, la Ofrenda de Flores va a ser más restringida, pero yo creo es una oportunidad magnífica de encontrarse con la Madre. Yo creo que tiene una dimensión espiritual muy importante. Todo zaragozano sabe que quizás hay gente que no vive la fe con una singular unción, pero su conexión, su relación con la Trascendencia está vivida a través de la figura de la Madre. La Virgen del Pilar es mucha Virgen del Pilar para mucha gente que a lo mejor no tiene mucha fe, pero sabe que hay allí una presencia que es la de la Madre de Dios que camina muy cerca de su pueblo.

P. Los botellones y la violencia están aumentando en todas las ciudades y después de los fines de semana solemos ver imágenes impactantes ¿Quiere lanzar un mensaje ante estas Fiestas del Pilar que están a punto de empezar?

R. Yo creo que el mensaje tiene que ser siempre positivo. Es verdad que puede haber situaciones un poco más complicadas, pero también es verdad que muchos jóvenes son enormemente ejemplares y lo han sido también durante la pandemia y es justo destacarlo. Para la vivencia de las fiestas yo creo que la gente tiene que tener sentido común, ser prudentes y lo que hemos hecho durante toda la pandemia, pensar en los más mayores.

A lo mejor un joven puede pasar la covid-19 casi sin enterarse, pero puede afectar a sus mayores. Apelar a ser prudentes en una situación nueva. Es verdad que la gente tiene ganas de fiestas, pero apelo a la responsabilidad.

P. En la Conferencia Episcopal Española es presidente de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida desde marzo de 2020. Durante este 2021 se está celebrando el año “Familia Amoris Laetitia”, ¿cómo se está desarrollando en España este evento convocado por el Papa? ¿Cómo se va a preparar el Encuentro Mundial de las Familias del próximo junio?

R. Yo creo que está habiendo distintas iniciativas en las diócesis. Creo que la preocupación del Papa cuando lo convoca es que se sigan poniendo en práctica muchas de las propuestas pastorales que estaban contenidas en la Amoris Laetitia y yo creo que es una buena medida porque nos vuelve a recordar la importancia de la familia, su importancia en la construcción social en la vida de la iglesia, su tarea evangelizadora y al final en las diócesis está habiendo respuestas.

Se va a proponer una semana de la familia coordinada en las distintas diócesis y el Papa ha pedido que quizás, más que hacer una gran peregrinación a Roma, que haya ecos en las diócesis. En España estamos arbitrando distintas posibilidades: o hacerlo en algunos lugares emblemáticos dentro de la geografía española como pueden ser la Basílica del Pilar, Covadonga, Javier, Montserrat o también la posibilidad de hacer un Encuentro Nacional que diera eco al acontecimiento de Roma. Se están barajando distintas posibilidades.

P. Las familias representan el futuro de la sociedad y tiene pinta que en un futuro será siempre más difícil ver jóvenes familias. Trabajos que no duran más de un año, alquileres muy altos en las grandes ciudades etc etc...¿cómo ayudar a las jóvenes parejas que quieren formar una familia pero ven cómo su vida no se lo permite?

R. Las familias son el futuro, pero también son el presente. Los problemas que ellos afrontan configuran el presente de una realidad social enormemente compleja. Yo creo que tiene que haber una preocupación por las generaciones mayores de las familias que habitualmente se vuelcan y apoyan. Pero toda la sociedad tiene que empujar: desde las instituciones, gobiernos, todos los que puedan aportar de estabilidad para que realmente las familias puedan tener un trabajo que les permita desarrollarse con dignidad y conforme a ese trabajo poder desarrollar su proyecto de vida.

P. En la última Comisión Permanente usted ha presentado también un borrador del documento “Orientaciones para la pastoral de las personas mayores en el contexto actual”. Los abuelos han experimentado la soledad y el miedo durante la pandemia de la covid-19. ¿Cuáles son las ideas del borrador y cómo podemos ayudar, en este momento, a las personas mayores?

R. La idea es poner nuestros ojos en las personas mayores porque ha habido una situación de gran sufrimiento. El Papa insiste de manera constante en el papel de los mayores, en lo que pueden aportar. En esta combinación entre jóvenes y personas mayores es donde se quiere circunscribir también el contenido del documento. Tenemos que seguir madurando la reflexión en las próximas Plenarias para hacer una propuesta que ilumine la vida de nuestros mayores, su pertenencia a la familia y también las dinámicas pastorales que podemos emprender junto con ellos.

P. Las personas mayores parece ser que son las grandes olvidadas de nuestra sociedad y el Gobierno no parece decidido a estar cerca de ellos. ¿Cómo es posible que toda su experiencia y todo lo vivido por los ancianos sea al final descartado?

R. Eso nos pasa también en la vida cotidiana cuando uno crece: de estar en una realidad en la que los padres lo son todo y luego, cuando uno va adquiriendo más experiencia, parece que los padres lo que tienen que aportar son cosas que tienen menos importancia. Sin embargo, cuando tu dejas reposar la realidad vas descubriendo lo que ellos te pueden aportar, la sabiduría que tienen, la fuerza y sobre todo el trabajo que han hecho por los hijos y por los nietos. Basta que uno se pare un momento para pensar todo lo que los padres de uno han hecho por él para descubrir que es tanto porque han entregado su vida y lo han hecho con alegría y constancia. Si uno se para a reflexionarlo descubre que hay muchos motivos para la gratitud y eso es lo que hay que recuperar.

Y cuando nos venga la tentación de no escucharles descubrir que nos han aportado mucho. O cuando ya están tan flojicos que no nos pueden aportar nada, pues a devolverles el cariño que nos dieron. Al final de la vida mejor lo que hay que hacer es intentar seguir correspondiendo ese amor compartido.

P. Usted representó a la CEE en la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional en 2018. Dentro de unas semanas va a empezar otro Sínodo, esta vez sobre la sinodalidad. ¿Cómo fue la experiencia en 2018 y cuál es el objetivo de este que empieza dentro de unas semanas?

R. La experiencia del Sínodo del 2018 fue muy buena, para mí fue un momento de eclesialidad, una experiencia de mucho trabajo porque el Papa nos marcó una serie de objetivos muy concretos. Yo creo que tuvo una riqueza enorme, el hecho de que hubiera muchos jóvenes aportó muchísimo. Y al final nos pidió de hacer un ejercicio de discernimiento comunitario y que pusiésemos los jóvenes en el centro para construir una nueva evangelización. Fue una gran enseñanza y hay que seguir caminando.

Este Sínodo que trata sobre la sinodalidad trata de definir cómo la Iglesia tiene que ser sinodal con lo cual entiendo que este proceso va a suponer un gran aprendizaje y va a seguir enriqueciendo el modo de hacer de la Iglesia sobre todo porque vamos a tener la oportunidad en esta primera fase de abrir los oídos y el corazón a todos los que tienen que decirnos algo.

P. Una de sus grandes pasiones es la montaña y aquí, a poco más de una hora, usted puede salir de la ciudad y caminar por los Pirineos. ¿Desde dónde le viene esta pasión y por qué le gusta?

R. En primer lugar por mis padres. Vivíamos en un pueblo de Huesca y sobre todo en verano subíamos a dar paseos. Conozco relativamente bien los Pirineos, pero también en Aragón hay otros espacios, los Montes Universales o todo el Maestrazgo. Hay sitios muy bonitos aunque es verdad que el Pirineo se lleva la palma. Siempre uno tiene sus valles predilectos, me gustan la mayoría de ellos cada uno en su belleza particular. Por cercanía íbamos mucho al Valle de Benasque y sigue siendo un referente. Pasear por allí es reconfortante y me oxigena muchísimo.

P. El equipo de fútbol de Zaragoza no logra el tan ansiado ascenso. ¿Le pedimos a la Virgen del Pilar que ayude al equipo?

R. Sí que queremos que suba a Primera. Zaragoza se merece un equipo en Primera División y esperemos conseguirlo pronto. Eso es un beneficio para la ciudad y luego es un equipo de mucha tradición, que ha cosechado títulos en otros momentos de la historia y que tenemos ganas de ir a Plaza de España para seguir celebrando los triunfos del Zaragoza. A ver si tenemos la oportunidad pronto de hacerlo.

P. ¿Son tan cabezones los maños como dicen?

R. No, pero eso son las zarzuelas, “gigantes y cabezudos”. Nosotros no tenemos nada de eso, somos gente noble y tenaz. Y eso es una maravilla.

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