La vida de Mariana Allsopp, pionera en la lucha por la igualdad y el empoderamiento de la mujer
El Papa Francisco reconoce las virtudes heroicas de la fundadora de las Hermanas Trinitarias, una religiosa dedicada a la juventud y a los más necesitados
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Aunque nació en México, prácticamente toda su vida estuvo Madrid en donde, junto al padre Méndez Casariego, creó el Instituto de Hermanas Trinitarias para acoger a mujeres jóvenes en situación de extrema vulnerabilidad.
En el mes de mayo el Papa reconoció las “virtudes heroicas” de Mariana Allsopp González-Manrique y el próximo 28 de octubre se la catedral de La Almudena acogerá una Eucaristía presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro.
Su vida
Mariana Allsopp González-Manrique nació en 1854 en la ciudad de Tepic (México), donde su padre ejercía la carrera diplomática, y se trasladó a Madrid en 1862 tras el fallecimiento de su madre de origen española. Fue criada por su abuela materna en el seno de una acomodada familia de la capital de España.
A muy temprana edad comenzó a tener un mayor interés por la vida espiritual y la oración; además, frente a su situación privilegiada, prefirió acercase a quienes padecían injusticia, soledad y desamparo. Visitando el hospital de San Juan de Dios conoció de primera mano la realidad de muchas jóvenes mujeres obligadas a prostituirse por su condición de pobreza.
Una mexicana muy madrileña
Su vida estuvo íntimamente relacionada con la capital de España. Según indican las hermanas, su relación primera fue “con el colegio real de Santa Isabel en el barrio de Atocha, en donde compartió con compañeras de la alta sociedad”. “En su etapa de búsqueda conoce al padre Francisco de Asís Méndez Casariego en la iglesia de la Encarnación, muy cerca del palacio Real, y juntos fundan en 1885 el Instituto de las Hermanas de la Santísima Trinidad dedicado sin condiciones a la juventud y a la mujer necesitada”, aseguran.
"Las locas del obelisco"
La casa fundacional de las Hermanas Trinitarias quedaba ubicada en la calle obelisco, hoy Martínez Campos, por lo que se ganaron el apodo de “las locas del obelisco”.
“Estas locas tenían la puerta siempre abierta y a cualquier hora recibían a las jóvenes más necesitadas, mujeres en peligro y sin apoyo, y a todas las que estaban amenazadas o eran víctimas de trata, de violencia, y de otras situaciones límites. Por eso es que los vecinos las llamaban así”. Porque las recibían sin condiciones y no ponían límites a su acogida. La sede principal se encuentra en la calle Marqués de Urquijo 18, inaugurada en 1889 y en donde se conservan los restos de los fundadores.
Una feminista del siglo XIX
Si bien estos conceptos no existían en la época en la que Mariana vivió, su labor como pionera en la lucha por la igualdad y el empoderamiento de la mujer se ven reflejadas en su trabajo. No quiso mirar para otro lado viendo mujeres que vivían en las calles prostituyéndose para sobrevivir.
“Yo las acogeré no pensando en lo que fueron, sino en lo que pueden llegar a ser”, son las palabras que repetía en vida y hoy resuenan en todas las obras trinitarias, desde los proyectos educativos y de promoción, hasta los centros de la Fundación Mariana Allsopp -creada en 2017- para gestionar la obra social de la Institución que fundó hace más de un siglo. Su obra está distribuida en distintos puntos de España y en siete países más: México, Guatemala, Argentina, Uruguay, Italia, India y Kenia.
Su continua búsqueda de alternativas reales para los niños y niñas, jóvenes y mujeres más vulnerables, manteniendo siempre los rasgos esenciales: acogida incondicional, confianza ilimitada en la persona y en sus posibilidades, búsqueda de alternativas reales e individualizadas, luchando por construir un mundo mejor, basado en la justicia e igualdad, continúan siendo la esencia de todas las obras trinitarias, y de la fundación que hoy lleva su nombre.
Camino a la santidad
En 1998 comenzó el proceso diocesano de beatificación y el pasado 21 de mayo Mariana Allsopp fue reconocida por parte del pontífice por sus virtudes heroicas al declararla Venerable. Es el primer paso hacia la beatificación, siempre y cuando se certifique que se ha producido un milagro por su mediación, pudiendo ser canonizada (declarado santa), en que caso de que se compruebe un segundo milagro.