Los obispos piden al Apóstol Santiago "su protección sobre todos los proyectos de nuestras Iglesias locales"

Los obispos españoles han culminado la Asamblea Plenaria en la Catedral de Santiago, donde ha tenido lugar la celebración Eucarística

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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Los obispos han clausurado la Asamblea Plenaria celebrada esta semana peregrinando hasta Santiago en este Año Santo. Son 63 los obispos que han peregrinado hasta la capital de Galicia, donde se ha celebrado la Santa Misa en la catedral.

La Eucaristía ha estado presidida por el arzobispo de Santiago, Mons. Julián Barrio, mientras que el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, ha sido quien ha realizado la ofrenda al Apóstol en nombre de todos los obispos.

A las 10.45h, los obispos han accedio al templo, por la Puerta Santa para venerar, en la cripta, el sepulcro del Apóstol Santiago.

Santa Misa de peregrinación de los obispos españoles a Santiago

Omella pide al Apóstol por La Palma y las víctimas de la pobreza y de los abusos

Tras la Lectura del Evangelio, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, ha realizado la ofrenda al Apóstol Santiago en nombre de todos los obispos.

“Los obispos de la Iglesia en España acudimos en peregrinación a esta catedral, donde desde tiempo inmemorial se veneran tus restos. Tú fuiste, según venerable tradición, quien trajo a estas tierras la luz del Evangelio. Venimos aquí en el marco de este Año Santo, que periódicamente trae a esta catedral a decenas de miles de personas de todo el mundo y lo hacemos también en el marco de nuestra reunión de la Asamblea Plenaria, que hemos querido finalizar con esta peregrinación”, comenzaba expresando el arzobispo de Barcelona.

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A continuación, el cardenal Omella ha implorado al Santo su protección a todos y cada uno de los proyectos impulsados por cada iglesia, y ha expresado la especial preocupación por los vecinos de La Palma afectados por la erupción volcánica de la isla desde el pasado mes de septiembre.

“De manera especial te presentamos la preocupación y el dolor de los habitantes de La Palma, que llevan ya más de dos meses bajo la erupción del volcán. A ellos deseamos llegue, no solo la oración, tan necesaria, sino también la solidaridad de todos los pueblos de España”.

Asimismo, el presidente del episcopado ha hecho referencia a la reunión de la Asamblea Plenaria celebrada esta semana en Madrid por primera vez en mucho tiempo con todos los obispos presentes tras la pandemia. En este sentido, el cardenal, ha mostrado el dolor que la Iglesia siente “por tantas personas que sufren la ausencia de seres queridos o las consecuencias de la enfermedad: sanitarias, familiares, religiosas, pastorales, sociales y también económicas”.

Además de la pandemia, la Plenaria ha compartido el sufrimiento por las víctimas de los abusos cometidos por algunos miembros de la Iglesia. Un dolor que Omella, en nombre de todos los obispos, ha trasladado al Apóstol. “Pedimos tu fuerza y tu luz para que, en todas las diócesis, podamos encontrar, acoger y acompañar, cara a cara, a las víctimas en la sanación de su dolor”.

El recuerdo a aquellas familias que atraviesan por dificultades económicas no ha pasado por alto para los obispos. Según los datos de Caritas y de otras entidades de la Iglesia, actualmente son once millones las personas que se encuentran en situación de exclusión social, a los que se suman más de dos millones y medio de personas en situación de extrema vulnerabilidad.

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“Te pedimos Apóstol Santiago que acompañes a cuantos padecen estos sufrimientos y suscites en todos nosotros sentimientos de compasión, a la vez que, compromisos eficaces para hacer verdad que somos un pueblo, y que todos estamos comprometidos unos con otros, y todos con los que más sufren”, ha agregado Omella. Asimismo, han puesto en manos del Santo “el empeño sinodal en el que está embarcada toda la Iglesia. Queremos escuchar, dialogar y discernir lo que Jesús pide hoy a su Iglesia, a través de todas las personas que están invitadas a participar en este camino del Sínodo”.

“Somos conscientes de que tenemos una misión delante de nosotros que es apasionante: ofrecer la buena noticia del Evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Tú, apóstol Santiago, iniciaste en esta tierra un proceso fecundo de evangelización que sigue dando frutos. Ahora, conscientes de nuestra debilidad, queremos pedir también tu ayuda para esta misión hermosa y apasionante, porque somos conscientes de que nos sobrepasa. En aquella primera evangelización, la Virgen María, con su presencia, sostuvo tus trabajos en momentos de grave dificultad. Hoy te pedimos, apóstol Santiago que, con María, estrella de la nueva evangelización, bajo la advocación del Pilar que, según la tradición está tan vinculada a tu persona y obra evangelizadora, intercedas por nosotros ahora y siempre”, concluía el presidente de la Conferencia Episcopal Española.

Mons. Barrio, durante la homilía: “Que la convivencia en España sea dialogante y fraterna”

Ya en la homilía del arzobispo de Santiago, Mons. Julián Barrio, quien ha presidido la celebración eucarística, ha secundado las inquietudes y preocupaciones manifestadas por el cardenal Omella en la ofrenda al Apóstol: “Pedimos que sea fortalecida la Iglesia, manteniéndose fiel a Cristo hasta el final de los tiempos y que la convivencia en España sea dialogante, fraterna y comprensiva, sabiendo que lo propio de cada uno ha de favorecer el bien común para los demás. Nos encomendamos a nuestra Madre Santa María. Santo Apóstol Santiago, haz que desde aquí resuene la esperanza”.

Ha expresado que este viernes, “los caminos de la Iglesia en España convergen hoy aquí donde la memoria y la intuición profética se vertebran con la tradición apostólica que fundamenta nuestra fe, reconociendo que la cultura es la misma vida cristiana tomando impulso en dirección a la santidad. Aquí se escuchan los ecos de nuestras Iglesias particulares a través de sus Pastores, sucesores de los Apóstoles, llamados a dar testimonio de la resurrección de Cristo con mucho valor, sabiendo que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres porque la obediencia a Dios es siempre portadora de salvación”.

El titular de la Archidiócesis de Santiago ha manifestado que los obispos llegan a la Catedral como peregrinos de la esperanza en una civilización occidental “con el alma mermada, donde ya surgen no pocas voces de pensadores fuera del cristianismo, que afirman que necesitamos a Cristo. Ciertamente sólo Él da la esperanza para que la vida no se vea reducida a la insignificancia, dando testimonio del Evangelio de la gracia de Dios”.

Mons. Barrio ha recurrido a las palabras de San Pablo cuando expresaba que “nos aprietan por todos los lados pero no nos aplastan; estamos apurados pero no desesperados; en toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo”.

De esta manera, apunta que “nuestra misión está fundada en el misterio de la cruz de Cristo. La palma del martirio nos acompaña siempre. También hoy el Señor nos pregunta: “¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?” Beber su cáliz es participar de su misma suerte. El Señor pudo encomendarnos la misión sin sufrir daño alguno pero hubiéramos perdido hondura espiritual y Él no tendría ocasión de recordarnos: “Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad” “Sólo con la luz y el consuelo que provienen del Evangelio consigue el Obispo mantener viva la esperanza y alimentarla en quienes han sido confiados a sus cuidados de pastor viviendo “la propia vocación a la santidad en el contexto de las dificultades externas e internas, de debilidades propias y ajenas, de imprevistos cotidianos, de problemas personales e institucionales”. Solamente la fuerza espiritual de la verdad de Cristo puede vencer la debilidad mental y moral que padecemos y ayudarnos a recuperar la confianza para no ser triviales en el discernimiento”.

Para finalizar, el arzobispo de Santiago ha resaltado que, en este Año Jubilar Compostelano, sintiéndonos “peregrinos por gracia aquí abajo, ciudadanos por gracia allá arriba”, y caminando juntos damos gracias a Dios, sintiéndonos tatuados en las llagas del Resucitado. La grandeza de la vida sigue en medio de los diversos aspectos de la crisis en que nos encontramos. Es en este contexto donde hemos de fomentar el espíritu creativo y celebrativo, pues la rutina deriva en crisis porque el inmovilismo es insostenible. Vivir en la historia no es someterse a la cultura dominante, es tener la capacidad de cuestionarla y de tomar posición con esperanza, ignorando los ecos catastrofistas”.