La historia de Alfonso Gallardo, sacerdote asesinado en la Guerra Civil: "Mi madre se acuerda mucho de él"
El sacerdote es uno de los 127 mártires que han sido beatificados en Córdoba. Su sobrina ha revelado en Aleluya algunos aspectos de su vida y una de sus pertenencia que conservan
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El sacerdote Alfonso Gallardo Moreno es uno de los 127 mártires que han sido beatificados este sábado, 16 de octubre, en Córdoba. Nacido en la localidad de Zamoranos el 20 de noviembre de 1901, perdió la vida al inicio de la Guerra Civil, el 24 de julio de 1936, víctima de la persecución religiosa de aquellos oscuros años en España. Era el menor de nueve hermanos.
Aleluya ha podido hablar con su sobrina-nieta Isabel, con cuya familia se ha desplazado hasta la capital cordobesa para no perderse la Santa Misa: “Estamos muy emocionados porque mi madre, Manola, ha cumplido hace unos días 98 años, y cuando le contamos la noticia de la beatificación de su tío decía que era el mejor regalo de cumpleaños que podía recibir”.
No obstante, la precaria salud y avanzada edad de Manola ha impedido acudir a la Misa. Fue ella quien transmitió a sus hijos, nietos y bisnietos quien era su tío, Alfonso Gallardo: “Se acuerda mucho de él y de su abuela Rosario”, nos cuenta Isabel.
Alfonso Gallardo procedía de una familia humilde y cristiana. A los trece años, ingresó en la Preceptoría de su aldea natal, recién creada por el párroco don Francisco Ortiz Olivencia. Isabel relata que su madre siempre contaba que su tío-abuelo era “un hombre serio, tenía buena conducta, era cumplidor, buen estudiante y muy servicial. Sobre todo, entregado a loa demás”.
Sus estudios en la Preceptoría y en el Seminario estuvieron siempre marcados por los escasos medios económicos familiares. Su párroco, en el informe para el ingreso en el Seminario, decía de Alfonso Gallardo que “me merece buen concepto, y por su índole, talento y educación, costumbres y antecedentes familiares, le considero digno de ingresar en el Seminario”.
Tras varios destinos por la provincia de Córdoba, el último lugar donde ejerció su ministerio fue en Puente Genil, en la parroquia de la Purificación, a donde llegó el 28 de febrero de 1931. Cuando estalló la guerra, el bando sublevado controlada la zona, hasta que el 22 de julio de 1936 las tropas comunistas llegaron a la localidad procedente de Málaga, y se hicieron con el poder.
El párroco de Puente Genil y otros dos coadjutores (también beatificados este sábado) fueron llevados a la cárcel móvil que instalaron las milicias en la estación de ferrocarril. Alfonso no ingresó en prisión, pero fue herido de un disparo el 24 de julio en la calle Luna, cerca de su vivienda.
Tal y como revela Isabel y que anteriormente le contó su madre, tras ser herido subió a su casa donde tenía un crucifijo y, al estar abajo las milicias esperándole para llevárselo, rezó y dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Luego, fue arrancado de los brazos de su madre diciendo que lo llevaban al hospital, cuando tras recorrer dos kilómetros le dieron muerte de varios balazos: “Le dio tiempo a despedirse de su madre, mi abuela Rosario, que iba detrás de él. Pero ella estaba mala y no le daba alcance. A mi hijo me lo mataron, decía. Pero ya está en el Cielo”, explicaba Isabel en Aleluya.
La familia de Alfonso Gallardo aún conserva un recordatorio de su primera Misa, en la iglesia Nuestra Señora del Carmen de Zamoranos, su pueblo natal, que data del 18 de junio de 1926: “Es lo único que tenemos de él”.
Al fallecer Alfonso, su sobrina (madre de Isabel) “fue vestida de luto con una tela hecha de la sotana de su tío”, añade con emoción. El cadáver del Padre Alfonso Gallardo fue finalmente llevado al Cementerio de Puente Genil y quemado totalmente, quedando sólo pavesas.