El Papa, en Nochebuena: "Si sientes que los acontecimientos te superan, yo, Dios, estoy contigo"

Francisco reflexiona en la Eucaristía sobre las tres cosas que Dios nos quiere decir a través del pesebre: la cercanía, la pobreza y lo concreto

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Redacción Religión

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“¿Qué es lo que le sigue diciendo esta noche a nuestras vidas?”. Así ha comenzado esta Nochebuena la homilía del Papa Francisco en la Misa celebrada en San Pedro. Ha hecho una invitación a volver al significado y sentido de la Navidad: En el Evangelio “todos están ocupados, disponiendo la realización de un importante evento, el gran censo, que exigía muchos preparativos. En este sentido, el clima de entonces era semejante al que rodea hoy la Navidad”. Pero hoy los protagonistas son María, Jesús, los ángeles, los pastores… Así, ha invitado a mirar al pesebre porque “es el modo con el que Dios nace en la historia para hacer renacer la historia. Por lo tanto, ¿qué es lo que nos quiere decir a través del pesebre? Al menos tres cosas: la cercanía, la pobreza y lo concreto”.

La cercanía

Sobre la cercanía, el Pontífice ha recordado que “el pesebre sirve para llevar la comida cerca de la boca y consumirla más rápido. Puede así simbolizar un aspecto de la humanidad: la voracidad en el consumir. Porque, mientras los animales en el establo consumen la comida, los hombres en el mundo, hambrientos de poder y de dinero, devoran de igual modo a sus vecinos, a sus hermanos. ¡Cuántas guerras! Y en tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean”.

Así, el Papa piensa que “la humanidad insaciable de dinero, poder y placer tampoco le hace sitio a los más pequeños, a tantos niños por nacer, a los pobres, a los olvidados. Pienso sobre todo en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia. Pero Jesús llega precisamente allí, un niño en el pesebre del descarte y del rechazo. En Él, niño de Belén, está cada niño”.

“Y está la invitación a mirar la vida, la política y la historia con los ojos de los niños. En el pesebre del rechazo y de la incomodidad, Dios se acomoda, llega allí, porque allí está el problema de la humanidad, la indiferencia generada por la prisa voraz de poseer y consumir”, ha destacado.

Así, dirigiéndose a cada uno de nosotros ha dicho que Dios desde el pesebre dice: “Si sientes que los acontecimientos te superan, si tu sentido de culpa y tu incapacidad te devoran, si tienes hambre de justicia, yo, Dios, estoy contigo”.

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Habla de la pobreza

Por otra parte, el pesebre de Belén también habla de la pobreza porque a su alrededor no hay muchas cosas: maleza, algún animal y poco más. “La gente no estaba en el frío establo de una vivienda, sino resguardada en los albergues. Pero Jesús nace en el pesebre y allí nos recuerda que no tuvo a nadie alrededor, sino a aquellos que lo querían: María, José y los pastores; todos eran pobres, unidos por el afecto y el asombro; no por riquezas y grandes posibilidades”.

“El humilde pesebre, por tanto, saca a relucir las verdaderas riquezas de la vida: no el dinero y el poder, sino las relaciones y las personas. Y la primera persona, la primera riqueza, es Jesús”, ha expresado, recordando que “estamos llamados a ser una Iglesia que adora a Jesús pobre y sirve a Jesús en los pobres”. “Hermanos, hermanas, en Navidad, Dios es pobre. ¡Que renazca la caridad!”.

Lo concreto

El Papa ha destacado que el pesebre también habla de lo concreto: “Un niño en un pesebre representa una escena que impacta, hasta el punto de ser cruda. Nos recuerda que Dios se ha hecho verdaderamente carne. De manera que, respecto a Él, no son suficientes las teorías, los pensamientos hermosos y los sentimientos piadosos. Jesús, que nace pobre, vivirá pobre y morirá pobre; no hizo muchos discursos sobre la pobreza, sino la vivió hasta las últimas consecuencias por nosotros”.

Por eso, “Él, que nació en el pesebre, busca una fe concreta, hecha de adoración y de caridad, no de palabrería y exterioridad. Él, que se pone al desnudo en el pesebre y se pondrá al desnudo en la cruz, nos pide verdad, que vayamos a la verdad desnuda de las cosas, que depositemos a los pies del pesebre las excusas, las justificaciones y las hipocresías. Él, que fue envuelto con ternura en pañales por María, quiere que nos revistamos de amor. Dios no quiere apariencia, sino cosas concretas”.

Por último, ha pedido hacer algo bueno esta Navidad, “ya que es su fiesta, su cumpleaños, hagámosle a Él regalos que le agraden. En Navidad Dios es concreto, en su nombre hagamos renacer un poco de esperanza a quien la ha perdido”.