El Papa recuerda el histórico encuentro con el presidente israelí y palestino para rezar por la paz
Los jardines vaticanos recordará aquel 8 de junio de 2014 en el que, tras 70 años de conflicto, judíos y palestinos intentaban buscar el cese de la violencia
Roma - Publicado el - Actualizado
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Aquel 8 de junio de 2014 pocos apostaban por el éxito de la convocatoria lanzada por el Papa Francisco. Tras 70 años de conflicto, judíos y palestinos intentaban buscar en el Vaticano el cese de la violencia tras el reiterado fracaso de las negociaciones para lograr la paz en Oriente Medio.
En un intento de abrir una nueva vía que facilitara el diálogo, Francisco propuso una iniciativa de carácter estrictamente religioso. Un gesto sin precedentes en la milenaria historia de las tres religiones monoteístas: reunir a Simón Peres y a Mahmoud Abbas para rezar juntos en el Vaticano. Un encuentro que además sirviera para mostrar visiblemente al mundo que la paz era posible.
Fue una jornada histórica, que se inició con un abrazo entre los dos presidentes en Casa Santa Marta, ante la presencia del Papa Francisco y del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I. La presencia de Barlolomé era necesaria porque los cristianos de Tierra Santa son tanto católicos como ortodoxos y evangélicos.
Poco después se trasladaron todos juntos en un microbús blanco hasta la zona de los Jardines Vaticanos donde se realizó el acto religioso. En el orden de las oraciones se tuvo en cuenta la precedencia histórica de las religiones: primero la judía, después la cristiana y, finalmente, la musulmana.
Representantes de las tres religiones: rabinos, cardenales y muftíes efectuaron las plegarias. En cada una de ellas se agradecía a Dios por la Creación, se realizaba una petición de perdón por los pecados, y finalmente la parte más importante, una oración por la paz.
El Patriarca Católico de Jerusalén, Fouad Twal leyó la siguiente oración: “Dios Padre Todopoderosos, nos hemos reunidos aquí tus hijos judíos, cristianos y musulmanes para reconocerte como Creador y darte gracias…Que nuestro agradecimiento nos recuerde que somos hermanos y hermanas, amados por el Único Dios, nuestro Padre”. Poco después el cardenal Peter Turkson leyó la oración de petición de perdón formulada por San Juan Pablo II durante el Jubileo del Año 2000 “por las palabras y actitudes de orgullo y de odio, el deseo de dominar a los demás y la enemistad contra los miembros de otras religiones”.
Intercambio de discursos por la paz
Tras ele intenso tiempo de oración el Papa pronunció un discurso ante los dos presidentes en el que afirmaba que “vuestra presencia es un gran signo de fraternidad, que hacen como hijos de Abrahán, y expresión concreta de confianza en Dios, Señor de la historia, que hoy nos mira como hermanos uno de otro y desea conducirnos por sus caminos” . Y también les invitaba a “responder a la llamada a romper la espiral del odio y la violencia, a doblegarla con una palabra: ‘hermano’. Pero para decir esa palabra, todos debemos levantar la mirada al cielo, y reconocernos hijos de un mismo Padre... .Que el Señor abra nuestros ojos y nuestros corazones y nos dé valor para decir: ¡Nunca más la guerra!”
Con el paso del tiempo y dada la situación actual del conflicto cuesta imaginar el tono de los discursos pronunciados por los presidentes de Israel y de Palestina hace 10 años: Simón Peres afirmó que “tenemos que poner fin a las lágrimas de las madres, a la violencia y al conflicto. Todos necesitamos paz. Paz entre iguales”. El jefe de Estado israelí añadió que “juntos, israelíes y palestinos podemos convertir en realidad una noble visión de bienestar y prosperidad. Está en nuestra mano traer la paz a nuestros hijos. Es nuestro deber y nuestra anta misión como padres”.
El presidente de Palestina, Mahmoud Abbas, pidió al “Dios del cielo y la tierra, en nombre del pueblo de Palestina -un pueblo de musulmanes, cristianos y samaritanos- justicia, dignidad y libertad, en nuestro estado independiente y soberano”. Y terminó citando una frase de san juan Pablo II: “Si se logra la paz en Jerusalén, se logrará en todo el mundo”.
Al finalizar el encuentro plantaron un olivo y conversaron a puerta cerrada. Nunca antes ni en el Vaticano, ni en ninguna parte, se había celebrado una reunión de estas características.
No andaba equivocado el Papa a intentar que la oración conjunta contribuyera a resolver un conflicto que parece condenado a no acabar nunca. Tierra Santa es uno de los lugares del mundo donde la razón anda más descabezada. Cuánto le gustaría a Dios que en su nombre cesaran las hostilidades.
El Vaticano ha apoyado siempre la hoja de ruta del sentido común, que empieza por reconocer el derecho del otro a existir para alcanzar la llamada solución de los dos Estados. La diplomacia de los últimos pontífices siempre ha subrayado que la solución al conflicto pasa por promover la fraternidad y la convivencia pacífica entre religiones evitando el recurso a las armas. Y hay un aspecto irrenunciable: que todos reconozcan a Jerusalén como lugar de encuentro y no de conflicto y que se proteja con un estatus especial su identidad de Ciudad Santa para las tres grandes religiones monoteístas.
Diez años después el Papa recordará con un nuevo gesto simbólico aquel momento histórico en el que se intentaron aunar voluntades para llegar a la paz. Será una ocasión para volver a rezar por el fin de la guerra que ya ha provocado cerca de 37.000 víctimas y más de 80.000 heridos.