Santo Domingo de Guzmán
Predicador insigne y fiel, procede de familia noble, encargándose su madre de la educación, profundamente cristiana
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Muchos son los Santos que en sui tiempo han tenido un papel carismático en la vida de la Iglesia. Hoy, XIX Domingo del Tiempo Odinario, la Iglesia nos presenta a Santo Domingo de Guzmán, de una tarea destacada en la Comunidad cristiana. Nacido en Caleruega, Provincia de Burgos, cerca de Aranda de Duero, en torno al año 1170, procede de familia noble, encargándose su madre de la educación, profundamente cristiana.
Formado en las letras y las Ciencias Sagradas por un tío suyo, arcipreste, a los 24 años marcha a Osma, de cuya Catedral será Canónigo, ordenándose sacerdote un año después. Al poco tiempo, el Obispo Oxomense, Diego de Acebes, marcha a Francia y se encuentra que allí debe combatir las herejías albigense y cátara, que negaban muchos de los Dogmas de la Fe cristiana, como por ejemplo que el hombre no podía cooperar con sus obras a la Salvación y que los pecados mortales tenían tal materia de gravedad que Dios no los podría perdonar.
En este viaje, se lleva también a Domingo, que se quedará con un grupo de compañeros cuando el Obispo regrese a España. Así se entrega a una misión donde sigue el postulado evangélico de ir con la ropa puesta y sin más cosas que lo que llevan en la alforja. Con el objetivo de instruir a las gentes contra los errores doctrinales, surge la Orden de Predicadores, también llamados Dominicos. Con el tiempo conocería a San Francisco de Asís, al que le unió una fuerte amistad, surgiendo también la rama femenina de la Orden.
De hecho tanto los franciscanos como los Dominicos se llaman órdenes mendicantes. Esta fundación es aprobada por Honorio III en 1217. Cuatro años más tarde, muere Domingo, siendo canonizado por el Papa Gregorio IX. Precisamente nos encontramos en el VIII Centenario de la muerte de Santo Domingo de Guzmán y su nacimiento, por lo tanto, a la Vida Eterna.