Santos Pedro y Pablo

Se dice que son las dos columnas del edificio de la fe cristiana, dieron su vida por Jesús y gracias a ellos el cristianismo se extendió por todo el mundo

Santos Pedro y Pablo, Claves de la Iglesia

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el

2 min lectura

Recuerda la Escritura cómo la Iglesia está basada en el Fundamento de los Apóstoles. Hoy celebramos a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, Columnas de la Iglesia. Simón Pedro de Galilea es hermano de Andrés y de oficio pescador. El Señor le llamó junto a su hermano y a los Zebedeos a la orilla del lago. Después de confesar a Cristo como el Hijo de Dios Vivo, el Maestro le hace Piedra sobre la que edificará su Iglesia, siendo el primer Papa de la Comunidad Eclesial.

Su carácter duro le hace ponerse de parte del Señor muchas veces, pero en Getsemaní, le niega después de que en la Cena le prometió dar la vida por Él hasta el final. Arrepentido, después de la Resurrección, renueva sus promeas de amor al Señor borrando las negacione spor lo que es confirmado en el puesto de Vicario de Cristo y Pontífice. Tras recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, su celo por el Evangelio le llevará hasta Roma.

Cuando es condenado a morir en la Cruz, pide ser crucificado boca abajo porque se considera indigno de morir como su Señor. Es autor de las dos Cartas que llevan su nombre y que se incluyen en el Nuevo Testamento. Por su parte, Saulo nace en Tarso de Cilicia y se educa en la escuela del fariseo Gamaliel. Instruido en la Ley de Moisés, considera una superstición el cristianismo. En un momento de furia, participa y aprueba la lapidación de San Esteban.

Pero un día que marcha a Damasco para prender y juzgar cristianos, se le aparece el Señor Jesús, pasando a ser Pablo Apóstol de Cristo. Una vez que está con algunos del grupo de los Doce, se prepara a su misión y cuando va a predicar a los judíos, le llenan de improperios por lo que él mismo se sacude la tierra que se le ha pegado de ellos diciéndoles: “Desde ahora me dedico a los gentiles”. Funda diversas comunidades eclesiales, instruyéndolas con sus Cartas que también están en el Nuevo Testamento. Tras ser procesado por su Fe, apela al César, siendo decapitado en la Capital del Imperio, habiendo sufrido mucho por el Evangelio.