Solemnidad de todos los santos: los herederos del Cielo

Los hombres solemos dar muchos premios y galardones a los que han protagonizado un hecho destacable. Dedicamos calles, premios nobel de medicina, de literatura, de la paz... Y he aquí que Dios premia a los hombres a los Dios como es él.

Ese sentido tiene la Solemnidad de Todos los Santos que celebramos esta jornada. En los primitivos tiempos muchos sabemos que fueron los cristianos quienes sufrieron persecución y derramaron su sangre por el Evangelio. Entonces se pensó en dedicarles un día en su honor.

Pero vieron que el calendario no daba abasto. Si dice San Juan que muchos hechos hizo Jesús y no cabrían en todos los libros del mundo, los Santos imitaron a su Señor y no cabían en el calendario. Bonifacio IV entonces dedica el Antiguo Panteón Romano en honor de la Virgen, Auxilio de los cristianos y de los Santos Mártires.

Ese gesto llenaba de devoción al pueblo fiel. Y lo fijó el 13 de mayo. Jornada de gozo y alegría por los que nos habían precedido en el camino de la Fe. Pero es que también se podían introducir los demás Santos anónimos. Eso se hizo por el Papa Gregorio III que agrandó la festividad no sólo para los mártires y la instituyó el 1 de noviembre.

Posteriormente llegó el Papa Gregorio IV que extendió esta Solemnidad a toda la Iglesia y así se vive hasta llegar a nuestros días. Cualquier persona que se precie de haber sentido que Dios le ama, que la vida es bella porque es un don divino y que está aquí para sentir la grandeza del Creador, servirle como hijo, disfrutar sirviendo a los demás, haciendo bien su trabajo, esa persona heredará el Cielo.

Cuando el Apocalipsis menciona esa multitud inmensa que nadie podría contar, entre ellos hay profesores, fontaneros, panaderos, reyes, gobernantes y toda persona que pertenezca a las gentes de buena voluntad. También se puede volver a insistir en la Comunión de los Santos que hoy recuerda a la Iglesia Triunfante del Cielo.