Los mercados no han prestado mucha atención a las palabras del ministro ruso de exteriores, Sergey Lavrov, en las que ha apostado por continuar con las negociaciones. Mantiene abierta la puerta de las soluciones diplomáticas. Pero sus buenas intenciones no han calado en exceso. La escena internacional sigue marcada por el temor a una inminente intervención armada de Rusia en Ucrania. Las represalias comerciales que pueden tomas Europa y Estados Unidos

Las más altas instancias de Estados Unidos insisten en que Moscú puede invadir a su vecino en cualquier momento. A estas alturas los mercados financieros y de materias primas se curan en salud. Ven la botella medio vacía. Así que han caído las Bolsas, ha subido el euro y el la cotización del oro, mientras el petróleo ha llegado a marcar nuevos máximos de los últimos siete años.

El barril de crudo del Mar del Norte ha llegado a tocar los 96 dólares, un precio que no se veía desde el otoño de 2014, si bien luego ha aflojado el paso. Es tarde se paga ligeramente por encima de 94 dólares. Se han tensado también los precios de otras materias primas como el aluminio y el gas. Los tambores de guerra en Ucrania se escuchan con fuerza en todos los mercados.

El euro se cambia por poco más de 1,13 dólares. El oro se ha catapultado hasta los 1.870 por onza, cuando hace pocos días apenas se sostenía en los 1.800. En el mercado de deuda, el rendimiento del los bonos de Estados Unidos se mantienen cerca del 2 por ciento largo que alcanzó el pasado viernes. La rentabilidad de las obligaciones españolas a diez años ha subido hasta el 1,25 por ciento, con la prima de riesgo por encima de los cien puntos por primera vez desde junio del año 2020.

El índice Ibex 35 cierra la sesión en 8.573 puntos con pérdida de un 2,55 por ciento. Hoy se ha movido entre 8.650 y 8.500 puntos. Han caído todos los grandes valores, en especial los bancos, las acereras y las empresas relacionadas con el turismo y los viajes. Arcelor ha caído un 6 por ciento, IAG cerca de un 5 y más de un 4 por ciento se han dejado Banco Santander y Sabadell.

Los analistas empiezan a torcer el gesto. Incluso los más optimistas. Pesan tanto la rampante inflación como la creciente crispación en la frontera de Ucrania. Un ejemplo. Hasta ahora los analistas de Goldman Sachs se distanciaban de otros expertos que mantienen lúgubres pronósticos sobre los mercados en el corto o medio plazo. Esperaban que el índice S&P 500 llegase a 5.100 puntos a finales del año. Ahora han rebajado sus expectativas para el mercado debido a la insistente escalada de la inflación. Ahora no cree que alcance los 5.000 puntos, ya que el aumento de los precios puede descarrilar la recuperación de la economía de Estados Unidos. Aún así sus proyecciones suponen un fuerte potencial de revalorización.

Esta tarde el índice S&P 500 se mueve en torno a los 4.400 puntos. Se mantendrán las ganancias, aunque a un ritmo más moderado debido al progresivo enfriamiento de la recuperación de la economía y a la llegada de las primeras subidas de tipos de interés por parte de la Reserva Federal. En el mercado se especula con la posibilidad de que la Reserva Federal opte por no esperar hasta la próxima reunión de su comité de mercado abierto, prevista para el 16 de marzo. Quizá mueva ficha antes, sobre todo porque la inflación se ha disparado en Estados Unidos hasta el 7,5 por ciento. Es una cifra que pone los pelos de punta incluso a los analistas más bragados. Pese a todo, Goldman Sachs considera las últimas bajas de la Bolsa de Nueva York como una mera corrección en un mercado alcista. Recuerda que hay mucha liquidez en el sistema y, en su mayor parte, colocado en activos con rendimientos muy poco o nada atractivos.