Los lobos y los perros conservan rasgos similares, entre ellos, un molar inferior de diseño lobuno bastante tiempo después de la domesticación de los cánidos, según un estudio de la doctoranda Raquel Blázquez, que trata de concretar en un análisis de dientes y mandíbula el momento en el que perros y lobos se diferenciaron.

La investigación, cuyas conclusiones se han publicado en la edición digital de Journal of Archaeological Sciencie, ha comparado restos de cánidos recuperados en los yacimientos de El Portalón de Cueva Mayor, en Atapuerca (Burgos), y Barrio del Castillo, en Torrejón de Ardoz (Madrid), con muestras modernas de lobos ibéricos, perros, lobos y zorros.

Los restos antiguos, correspondientes al periodo que va desde el Calcolítico a la Edad del Bronce, han sido analizados utilizando la técnica tridimensional denominada Morfometría Geométrica, con el objetivo de estudiar los cambios sufridos en las mandíbulas de los perros y así avanzar en el conocimiento sobre la domesticación del lobo.

Raquel Blázquez ha explicado, en rueda de prensa, que los restos de los cánidos estudiados ya presentan un tamaño menor al de los lobos, pues esa diferenciación se marcó muy pronto en la evolución de la especie, si bien conservan rasgos similares pese a las ligeras variabilidades morfológicas registradas.

Así, estos perros que vivieron del Calcolítico a la Edad del Bronce mantienen el molar inferior de los lobos, que ya no tienen los perros actuales, pese a que la domesticación de lobo se sitúa en el Paleolítico, unos 10.000 años antes, ha indicado la investigadora.

En el estudio también se han comparado los restos de Atapuerca y Torrejón con los recuperados en yacimientos de la costa, y se han hallado diferencias pues los cánidos costeros estuvieron influidos en su evolución por la actividad comercial, la llegada de nuevos ejemplares a través del comercio marítimo, mientras que en el interior hay una mayor continuidad.

Casi 100 investigadores y 2,5 millones de inversión

La doctoranda Raquel Blázquez ha llevado a cabo esta investigación amparada por una de las ayudas del programa de fomento de la investigación de la Fundación Atapuerca, en colaboración con Cajaviva Fundación Caja Rural, que el pasado año aportó 14.000 euros al proyecto, que continuará con otra ayuda de 14.000.

La investigadora continuará estudiando la evolución de los perros para concretar el momento en el que se distinguen efectivamente de los lobos, no solo por la disminución de tamaño, sino en la morfología dental y, para ello, también estudiará restos de un antecesor del lobo, de entre 770.000 y un millón de años de antigüedad, coetáneo del homo Antecessor.

Cajaviva, la Fundación Caja Rural y la Fundación Atapuerca han renovado su convenio de colaboración, destinado a la promoción de la investigación vinculada a los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, al que se ha sumado este año otra aportación de 15.000 euros para el programa conmemorativo del 25 aniversario de la Fundación Atapuerca.

Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca, ha recordado que en estos 25 años se han destinado 2,5 millones de euros a ayudas a la investigación, muchas de las cuales han salido de convenios de colaboración como el que mantienen con Cajaviva y Fundación Caja Rural, y ha sido casi un centenar los investigadores apoyados.

"Hemos conseguido socializar la ciencia", ha insistido, y promocionar la investigación científica, en un país que destina partidas "insuficientes" a investigación y desarrollo, ha apuntado Ramón Sobremonte, director general de Cajaviva Caja Rural, quien ha destacado que gracias a Atapuerca Burgos está en el mapa científico mundial.