Estas son las críticas cinematográficas de Eduardo Casanova esta semana:

FURIOSA: DE LA SAGA MAD MAX

El veterano cineasta George Miller demuestra que sigue en plena forma con esta espectacular película de acción. Regresa a la distopía postapocalíptica que creó en 1979 y atiende las exigencias del público actual con una precuela técnicamente impecable. La historia que la sostiene carece de complejidad, incluso se intuyen fácilmente sus influencias, pero su espléndida factura proporciona unas imágenes absorbentes y asombrosas. Ello provoca que los 148 minutos de metraje vuelen, al menos hasta superar la primera hora y media. Sin duda, estamos ante un entretenimiento de altura, pese a que resulte inevitablemente estruendoso.

EL ÚLTIMO LATE NIGHT

Los aficionados al terror se van a ver gratamente sorprendidos por esta original película, que comienza como un divertimento ameno y acaba de forma espeluznante. En ese tránsito no renuncia al humor negro e ingenioso que emerge a lo largo del filme. Los espectadores se convierten en unos asistentes más al singular show que centra el relato. No importa que nos transporte al pasado, acierta a generar una atmósfera inmersiva gracias al espléndido trabajo de la dirección artística. Los imprevistos extraños se alternan con artificios elaborados hasta alcanzar unas cotas asombrosas. Pone en escena a unos personajes excéntricos y aprovecha el malsano interés que generan. Solo en los minutos finales, con la intención de subrayar su moraleja, se permite algunas licencias excesivas que provocan cierta confusión.

JUGANDO CON FUEGO

Yvan Attal (El secreto de Anthony Zimmer) tocó las excelencias del thriller como director con la indiscutible El acusado (2021). Ahora regresa al género con este título que ha coescrito junto a Yaël Langman, quien también fue coautora de aquel éxito. Sin embargo, el resultado dista bastante de ser tan redondo. Sustenta el desarrollo de la trama en demasiadas casualidades y fatalidades. Consigue, a veces, sorprender completamente, pero en otras descoloca por lo inverosímil de las circunstancias que maneja. Con todo, trata unos temas interesantes, particularmente al vincularlos a un efecto dominó, psicológicamente asolador, que va sumando víctimas colaterales e incrementando la tensión. Por tanto, aunque nunca decae, cabe convenir que desperdicia parte de su potencial.