Sangre, grandeza y ética en el toreo
Esta última semana ha sido dura en los ruedos. Varios toreros, novilleros o subalternos han caído heridos y de grave consideración la mayoría de ellos.
Paco Ureña, Pepe Moral, Diego San Román, Francisco de Manuel o Vicente Varela, son algunos de estos nombres propios.
Una realidad que vuelve a poner de manifiesto que aquí en la Fiesta de los toros, todo es verdad y el compromiso con su profesión de la gente de luces dota de un valor incalculable a lo que hacen en el ruedo.
Frente a ataques exteriores, qué mejor argumento que la verdad de los toreros, que se juegan la vida en pos de una creación artística efímera.
La fiesta de los toros no es una película con final feliz. La tauromaquia se sustenta sobre el esfuerzo y la sangre vertida por muchos toreros a lo largo de la historia.
Olvidarnos de ello sería negar la raíz de esta fiesta. La integridad de un toro y la valentía de un torero deparan obras de arte que emocionan a aquel que tiene la sensibilidad suficiente para comprender la grandeza y la ética que encierra un espectáculo así.
La fiesta se nutre de grandes faenas y también de heroicidades de los de luces.
Pronta recuperación a los heridos y gloria a su entrega.