Pablo Iglesias y su obsesión antitaurina
Ya hacía tiempo que ningún político no lanzaba ningún dardo contra los toros. Más allá del ruido mediático del sensacionalismo cutre de las mañana televisivas con el Toro de la Vega de Tordesillas a mediados de septiembre, todo parecía tranquilo…
Pero mira tu por donde, y aprovechando uno de esos programas matinales que se revisten de seriedad impostada a primera hora de la mañana antes de lanzarse a las vísceras más banales, apareció Pablo Iglesias para avanzarnos que no estaría de más la realización de un referéndum a lo largo de nuestra geografía para intentar con ello la prohibición de la Tauromaquia.
Decía que no se puede prohibir por decreto. Y de ahí la maravillosa idea del referéndum. El líder de Podemos, se ve que influenciado por la «masiva» (y lo digo entrecomillado, entiéndase la ironía) de la manifestación del PACMA recientemente en la Puerta del Sol de Madrid con apenas unos cientos de personas asistiendo a ella, ha querido hacer un guiño a ese electorado radical animalista.
Y ahí sale la vena comunista del personaje. Llenándosele la boca de libertad y democracia para ocultar sus perversas ansias prohibicionistas con todo aquello que se escapa a sus canon de sociedad ideal.
A estos podemitas les falta mundo. No entienden que la vida va más allá del café cool urbanita donde navegan con sus ipads de última generación. No. No han pisado los miles y miles de pueblos donde el toro y la tauromaquia forma parte intrínseca de su vida cultural y lúdica. No entienden, o no quieren entender, la economía que genera la fiesta de los toros. Incluso también en las grande urbes con tradición taurina.
Y lo más importante y como recordaba la Fundación del Toro de Lidia a través de la carta abierta firmada por Victorino Martín. Contra la cultura no se puede votar. A ver si lo entienden. La democracia y la libertad de aplica aceptando la realidad que hay a tu alrededor.
Pero es su forma de actuar de toda la vida. La izquierda radical solo tiene como pretensión la confrontación social, el tensionar a la sociedad con debates espurios. Pero nos tendrán enfrente con la razón y la palabra. La libertad se ejerce solo así.