Las Ventas ganó la partida a La Maestranza
Madrid y Sevilla. Sevilla y Madrid. La primera parte de la Feria de Otoño y la Feria de San Miguel han centrado este fin de semana el interés y la atención de los aficionados del mundo del toro.
En Las Ventas, la gran esperanza era la presencia el viernes de Alejandro Talavante en su primera aparición otoñal. Y todo fue de más a menos. El extremeño se dejó llevar por el bucle melancólico de la corrida de Victoriano del Río. Una ganadería que este año ha echado un año para olvidar. Le queda la bala de Adolfo Martín a Talavante.
Pero el gran suceso se vivió el domingo. Emilio de Justo reapareció y triunfó. Dos orejas, dos estocadones y la sensación de que hay torero para las grandes ferias. Ha demostrado saber torear al toro duro y al noble. Dimensión notable del extremeño que ya es algo más que una revelación.
La otra revolución de esta primera mitad de Feria la protagonizó Pablo Aguado. El sevillano cogió la sustitución de Ureña y la aprovechó. Una oreja y la imagen de un torero de un corte clásico, lleno de torería añeja y de un compás rara avis a día de hoy. El año que viene ya no habrá excusas para no contar con él.
Y en Sevilla se vivió el sábado un nuevo bluf de Matilla con sus toros y de Morante en su enésima exhibición de “detalles sueltos”. Pero tranquilos, Matilla volverá el año que viene a Sevilla y Morante seguirá echando la culpa de sus fracasos al empedrado.
Padilla en su adiós y Roca Rey, cortaron una oreja de las que nadie se acordará dentro de poco.
El domingo más detalles de Morante, una más que digna confirmación de Alfonso Cadaval y la mejor versión de Manzanares en este año. Hacía falta y ha tardado en verse. Pero un torero de su talla no podía pasar de forma tan mediocre por la temporada. Solo la espada, su fuerte, le alejó de la Puerta del Príncipe.
Ahora queda la segunda parte de la Feria de Otoño y comenzará la Feria del Pilar. Queda poco de temporada, pero se presenta apasionante.