La Fundación Toro de Lidia demuestra que con ideas y compromiso, hay futuro
La temporada taurina 2021 está a un paso de ser ya historia. Historia con mayúscula y también con minúscula. Una temporada atípica. Ni tan nefasta como la pasada ni tan buena como al anterior a la pandemia.
Dos años de economía de guerra en un sector que ha dejado pasar, y van ya muchas, una nueva oportunidad para haber sentado unas bases para apuntalar el andamiaje económico de este espectáculo.
Pero no, aquí nadie se ha movido para nada. Los toreros, las figuras, siguen viviendo ensimismados en su supuesto tirón que ni es tirón ni es supuesto, porque no llevan a nadie a las plazas… Los ‘no hay billetes’ sobre los aforos permitidos han sido más bien escasos. Y una gran figura como Ponce, se ha ido de esto sin que nadie se acuerde ya de él ni se le haya despedido como hubiese merecido. Así está el tinglado este.
Por no hablar de los mayores pecadores. Los empresarios. Os acordáis de las luchas por algunas plazas como Valencia, por la que nadie decía que iba a pujar y finalmente fueron hasta cuatro empresas mintiéndose entre ellos. Una imagen lamentable que habla de miserias de este sector…
Luego eso sí, critican lo que ha hecho la Fundación Toro de Lidia en estos dos años. Que se podían haber hecho mejor las cosas? Indudablemente… Pero los distintos circuitos de corridas de toros, novilladas con y sin picadores y la lucha para reivindicar el estatus de la Fiesta con las distintas administraciones es un trabajo digno de alabar.
La Fundación ha sacado los colores al haber podido demostrar que con ideas y buscando un compromiso, hay futuro.
Queda mucho por hacer. Queda mucho por pulir. Queda mucho por apostar… pero el futuro pasa por trabajar mucho y entorpecer menos.