La Fiesta y los nuevos aforos tras la pandemia
La semana pasada lo comenté de pasada en El Albero pero no deja de rondarme en la cabeza. No sé si llamarlo pesimismo, preocupación… Nos encaminamos hasta un terreno desconocido en este 2022.
Lo digo en el plano de la respuesta de público en los tendidos cuando lleguen las grandes ferias, los grandes abonos, donde se juega la verdadera ‘Champions’ del toreo.
Tras dos años duros para la Fiesta, con aforos limitados que han maquillado muchas miserias y telarañas en las taquillas, este año, si la pandemia y la incidencia lo sigue permitiendo, vamos a comprobar cómo ha afectado la covid y sus consecuencias económicas a la tauromaquia.
Si antes de la pandemia, en 2019 pudimos comprobar la alarmante aparición de cemento en muchas plazas y abonos de primera categoría con Madrid y Sevilla como claros ejemplos de ello.
La gente dejó de tener la necesidad de sacar un abono porque la demanda de entradas sueltas no dejaba a nadie en la calle como ocurría hace años. El aficionado optó por separar el grano de la paja a la hora de elegir qué días y qué carteles a los que acudir.
Dos años después, con una crisis económica de la que nos cuesta salir pese al optimismo engañoso del gobierno, me preocupa de veras la solución a esta crisis.
Sobre todo cuando el sector taurino no ha movido ni un dedo en sacar cabeza, en darle la vuelta a esa tendencia de la sociedad actual que ha dado la espalda a la Fiesta. Es más, incluso no ha sabido ganarse el favor del cliente habitual, del aficionado, al que siempre se le ve como un enemigo al que se tiene enfrente.
Las empresas no tienen planes específicos de comunicación más allá de acciones puntuales, ideas repetidas hasta el aburrimiento y videos promocionales que te mandan para que se los publiques ‘by the face’. No hay inversión, no hay imaginación…
Por no hablar de los de luces. De las actuales figuras, que deberían ser el mascarón de proa de la Fiesta dándose a conocer, intentando rascar nuevos públicos exponiéndose a los medios de comunicación, intentando recuperar el prestigio que tenían los toreros hace décadas. No se han dado cuenta que la sociedad ha cambiado y los gustos también. Que ahora la imagen va por otros derroteros a los que estaban acostumbrados.
Pero nadie sabe de ellos, ni los propios aficionados saben qué es de su vida, qué piensan de la situación actual por la que atraviesa la fiesta, qué podrían aportar como protagonistas principales junto al toro de este tinglado.
Lo dicho, no quiero ser pesimista, pero la realidad es esta.. veremos qué pasa cuando salga el toro…