La Plagne: una épica batalla entre Roche y Delgado
Es el verano de 1987. Pedro Delgado se ha enfundado el maillot amarillo de líder del Tour de Francia. Sin embargo, su ventaja es pequeña, un puñado de segundos con respecto a Stephen Roche. El segoviano y todo un país esperan hoy en La Plagne el ataque definitivo.
‘Perico’ es contundente en las horas previas y anuncia que seguirá atacando. Sin embargo, la empresa es harto difícil. Su adversario es uno de los mejores corredores de la década de los ochenta. Un ciclista que sabe sufrir, gran contrarrelojista y que en la montaña está mostrando su mejor versión.
Roche había perdido el liderato el día anterior en una jornada en L’Alpe d’Huez en la que Lucho Herrera y Delgado abrieron hueco en la ascensión final. En la cima, el segoviano consiguió un minuto y 44 segundos por lo que presupuso que al día siguiente en La Plagne podría ocurrir algo parecido. Necesitaba seguir aumentando la ventaja para afrontar la contrarreloj final del penúltimo día en Dijon con opciones.
La Plagne es una etapa dura con varios puertos y que los ciclistas afrontan con tres semanas de competición en las piernas. Roche, enfurecido por lo ocurrido en L’Alpe d’Huez, ataca tras el descenso del primer puerto, el Galibier, y abre hueco. La escapada del irlandés, Fuerte, Sanders, Muñoz, Theunisse, Bernaudeau y Parra alcanza los dos minutos.
Delgado comienza la caza y tras un duro esfuerzo consigue la caza del grupo de cabeza. Tras el reagrupamiento, Fignon y un muy combativo Fuerte se escapan en busca de la victoria de etapa kilómetros antes de la última ascensión.
17 kilómetros para la meta. Comienza la ascensión a La Plagne. Grupo de elegidos compacto. Nadie se mueve. El segoviano no aguanta más y ataca a 14 kilómetros del final. Su ataque es contundente y consigue distanciarse. Delgado conoce bien el puerto del año 1984 cuando ganó la etapa Fignon. El español espera un hundimiento de Roche. No es así. ‘Perico’ se marcha, pero ‘los elegidos’ siguen subiendo a ritmo. La aventura es un ‘suicidio’.
Sin embargo, los aficionados españoles creen en el milagro. La ventaja ‘Delgado-grupo Roche’ sube al minuto. A partir de ese momento, la televisión francesa se centra en el dúo Fignon-Fuerte y en el segoviano. Incomprensiblemente, perdemos la referencia del grupo de Roche.
Los kilómetros pasan y la incertidumbre aumenta. La ventaja sigue en 50” o quizá un minuto. No obstante, nunca sabremos la ventaja exacta del segoviano en aquella ascensión, aunque si podemos presuponer que durante varios kilómetros Delgado mantuvo dicho margen de un minuto, aproximadamente. A pocos kilómetros del final, Fabio Parra salta del grupo, coge ventaja y alcanza a ‘Perico’. Le sobrepasa. Algo no va bien, pero España no quiere verlo. Delgado ha saltado a 14 kilómetros y, realmente, la ascensión ha sido como una cronoescalada. El segoviano, con las manos en la parte central del manillar y concentrado en el esfuerzo, sabe que en la parte final le están fallando las fuerzas.
En meta, Fignon gana a Fuerte en un apretado esprint. Entra Parra, tercero y aparece Delgado, cabeceando. Llega exhausto, en cuarto lugar. Sobrepasa la línea de meta a 57 segundos del parisino. Cronómetro en marcha. Cuatro segundos después aparece Roche. Nadie puede creerlo. ¿Cómo puede ser? ¡Si le sacaba un minuto!
No obstante, no es tan raro lo que ha ocurrido. Delgado, desfondado, ha estado a punto de ser alcanzado por algunos corredores que han acelerado el ritmo en la parte final como Roche, Roux o Loro. El irlandés ha entrado a cuatro segundos del segoviano, Roux a ocho y Loro a 17 segundos. La aceleración de Roche ha sido magistral, pero no ‘milagrosa’ como se ha dicho hasta la saciedad.
¿Ha finalizado la etapa? No, todavía no. Roche llega a cuatro segundos de Delgado (luego serán diez segundos más de ventaja al ser sancionado el irlandés por un avituallamiento no autorizado) y se desploma. Está sufriendo un colapso. Necesita oxígeno. La televisión gala no muestra la escena. Finalmente, las cámaras francesas enfocan el punto donde está el corredor del equipo Carrera. La imagen de Roche con una mascarilla recibiendo oxígeno da la vuelta al mundo. La altitud y el enorme esfuerzo le han hecho llegar al límite en una batalla épica. Los minutos pasan y Roche sigue recibiendo oxígeno tapado con una manta de aluminio.
España aguanta la respiración. Ver a Roche cómo es trasladado en ambulancia de la línea de meta alimenta las esperanzas de que al día siguiente no aguantará la subida al puerto de Joux Plane en una jornada con final en Morzine. Sin embargo, no es así. La cabeza es más fuerte que las piernas y Roche sabe que tiene medio Tour en el bolsillo. Un Roche ‘renacido’ se marcha, al día siguiente, ‘a tumba abierta’ en el descenso de Joux Plane y consigue 18″ de ventaja. Su desventaja con Delgado de 39″ en La Plagne queda reducida a 21″ en Morzine. La ‘Grande Boucle’ es suya.
No obstante, Delgado mantiene la sonrisa. España ha vivido unos días de infarto. En la contrarreloj de Dijon, Roche no perdona y se lleva el Tour de Francia con 40″ de ventaja en la clasificación final. Ha sido una ronda gala de los de antes, con pasión, con emoción, con ataques inesperados y con reacciones sorprendentes. Una prueba que corona a Stephen Roche. Pedro Delgado ha aprendido la lección. En 1988 rematará la faena.
La épica batalla entre Roche y Delgado es el principal asunto que hoy te contamos en “A Tumba Abierta”, un blog dirigido por Cristóbal Cabezas en el que el ciclismo siempre es el gran protagonista. No te pierdas las mejores historias de uno de los deportes más bellos del mundo.