Curry, donde habita el genio
El talento más la inspiración constituyen la mayor fuerza del universo, la del ser humano creativo, aquel dotado para mejorar lo que toca, lo que le rodea, el entorno en el que vive. Las personas creativas son para este mundo como el agua, fuente de vida,de cambio y riqueza, el mayor patrimonio. No todos estamos dotados al mismo nivel ni para lo mismo, pero todos poseemos algún talento y alguna inspiración, todos,y cada uno tiene los suyos, hay que descubrirlos.
Aquellos grandes deportistas que han sido capaces de descubrir y seguir el camino de su talento, y que se lo han ido trabajando con determinación, encuentran en ocasiones también la inspiración. Como el artista plasma una obra, el deportista es capaz de lo mejor en un juego creativo como el que nos ocupa, el baloncesto, y aún más, jugar en estado de gracia, esto es la reunión de la gran capacidad con el momento de inspiración, que no vendrá con frecuencia por cierto. El trance en el que entró Stephen Curry en el segundo partido de las finales de la NBA es un ejemplo.
No se trata sólo de grandes tiros, sino de cómo llegan y cómo los genera. El jugador con cara de ángel no deja de ser un ángel aniquilador para sus rivales, el chico que parece no crecer nunca, como una suerte de Michael J Fox en Regreso al Futuro, que baila después de cada canasta a cuál más dificil, que muerde el protector bucal como el adolescente el chicle, el chico que necesita divertirse, estar inspirado para obsequiarnos pura magia.
No había aparecido todavía en este playoff a este nivel, porque debía llegar a su plenitud tras la lesión que le tuvo apartado unas semanas y que le hizo llegar tarde al playoff. Canastas imposibles, movimientos eléctricos para apoyarse en el compañero y estar situado de inmediato en posición de tiro con los pies alineados o no, da igual, lanzando como el que juega despreocupadamente sin ninguna expectativa de acertar en el patio de casa o del colegio. Le llaman jugador de videojuego, porque su figura parece de una pantalla de ordenador a la que ordenamos tirar desde cualquier lugar con acierto al pulsar el botón. No parece real.
Naturalmente esto ocurre algunas veces, la inspiración divina es elevada pero no vulgar o corriente, la inspiración es material sensible, y aparece en ocasiones. Por fin Curry ha sido Curry, el jugador que enamora, el que convierte estos días de Junio en algo exquisito, el que da sabor a la observación del juego del baloncesto, el jugador que entra por los ojos, la alegría de vivir.
La final de la NBA es esa cita especial que potencia lo mejor de los mejores, no siempre por supuesto, pues influyen muchas variables como el estado de forma y también mental, el nivel colectivo (cómo está ese equipo), pero se dan la condiciones para que el mayor talento se plasme, es la oportunidad de alcanzar el cénit, la plenitud, el cielo deportivo, los grandes títulos que ansía todo deportista dotado y ambicioso. El momento de culminar. Son muchos los que que lo sueñan, y muy pocos los elegidos para conseguirlo. De hecho, en las últimas cuatro temporadas sólo los jugadores que militaban en Golden State Warriors o Cleveland Cavaliers han disfrutado de ese inmenso privilegio.
Ese genio que sólo habita en unos pocos elegidos se pasea por estas finales. Estaríamos hablando si nos referimos al primer partido a Lebron James ( así como a otros que ha disputado en este playoff), y nos estamos refiriendo si hablamos del segundo partido a Stephen Curry. El inmenso talento de Curry encontró por fin la inspiración en estos playoffs de la NBA. El verdadero Curry, el capaz de ser jugador más valioso de la final, que se nos ha mostrado en este 2-0 de la final de la NBA ante Cleveland Cavaliers (122-103), con 33 puntos y mejor registro de triples anotados en un partido de la final, 9, tantos como Cleveland anotaba en un partido lleno de frustración (el dato es: 9 de 17 Curry, 9 de 27 Cleveland desde la línea de 3 puntos).
La historia de este segundo partido ha sido diferente a la del primero, superioridad manifiesta de los Warriors ante unos Cavaliers que bastante hicieron en aguantar el tirón como pudieron, pero sin tener ninguna opción, sin estar por delante jamás, sin tocar con los dedos la posibilidad de ganar, lo que acrecentó la frustración de haber dejado escapar vivos a los de la Bahía en el primer partido. De hecho se han visto nuevas imágenes de frustración de ese primer duelo de Lebron James en el banquillo tras la famosa pifia de Smith que fuerza la prórroga. La rabia e impotencia de Lebron conmueven, una descomunal actuación tirada por la borda, una frustración que los Cavs fueron incapaces de superar en la prórroga, y puede que apareciera en algún momento en la mente de los jugadores en el segundo partido.
Otra historia.-
Los Warriors impusieron un ritmo infernal para arrancar el partido que los Cavaliers apenas podían parar, tenían vías de agua por todas partes y no había cubos suficientes para achicar agua. Y sin embargo, en cuanto Lebron empezó a imponer el ritmo que convenía a Cleveland y encontró en George Hill un buen aliado, los de Ohio se mantuvieron en el partido a pesar de sus limitaciones para anotar y sus dificultades para neutralizar el impacto en la pintura de los Warriors. Curiosamente el principio no fue como el final, de salida los Warriors encontraron muchas facilidades para percutir desde la pintura dificultando los cambios de los Cavs en los bloqueos. Un auténtico lío se hacían los Cavaliers. Pero en cuanto lo corrigieron, empezó la amenaza exterior Warrior, siempre con alguien amenazando, Curry empezó desde el principio demostrando que sí era su día, Durant no tenía nada que ver con el del primer día y su porcentaje de acierto esta vez era casi del 100% en la primera mitad del encuentro, cuando no Klay Thompson siempre dispuesto al rescate a su equipo, cuando no Livingston… Para Cleveland tener que ir a buscarles abría su defensa, obligaba a dobles esfuerzos en búsqueda del cebo, Curry mayormente, lo que provocaba que los Warriors encontraran fácilmente las espaldas de la defensa.
Pero a pesar de todo había partido. Con Lebron James buscando al compañero inspirado, primero Hill, después sería Love que al fin en el tercer cuarto espabilaba, los Cavs se mantenían en el partido y lo que parecía que iba a ser una escabechina no se producía o tardaba en llegar. Curiosamente tampoco en el tercer cuarto, el rodillo Warrior, en el que Cleveland estuvo muy acertado en el tiro y llegó a vencer en este tercer parcial. Curiosamente, esta vez los Warriors aniquilarían en el último cuarto.
Mermado Lebron en el ojo izquierdo desde el manotazo en la cara nada casual de Green en el primer partido, recibía de nuevo otro manotazo en una caída del colérico Draymond, en la cara, otra vez. Pero es muy difícil sacar del partido a Lebron James.
Sin embargo, después de 51 puntos, Lebron no estaba para otra barbaridad, estaba haciendo un partido correcto, no brillante (correcto en Lebron sería como palabras mayores para otro jugador), pero no estaba en condiciones de otra brutalidad inhumana. Es desesperante para James enviar asistencias perfectas que se convierten en tiros fallidos o en mala recepción del balón por parte del compañero. Por ejemplo al descanso Love, Korver, Tristan, Green, Clarkson…apenas sumaban puntos. Sin puntos no hay milagros, y sin defensa tampoco.
Cleveland Cavaliers en realidad ya es un milagro, un milagro llamado Lebron James, porque sin él este equipo no sólo no estaría en la final, es que hubiera sufrido para meterse en playoff. Desde que la final es esta final, es decir los últimos cuatro años, posiblemente sean los peores Cavaliers que se han medido a los Warriors. No ya por el roster, sino por el nivel de rendimiento que están dando algunos de esos jugadores, lo que obligará al entrenador Tyronn Lue a plantearse ajustes en la rotación en Cleveland.
Por qué no prescindir de una vez de Clarkson al menos por ahora, quizá dar entrada a Calderón para marcar un ritmo mucho más pausado, un mejor cuidado del balón, y ayudar en defensa. Porque vamos a la otra cuestión, sin defensa Cleveland no tiene ninguna posibilidad. Cabe recordar cómo eran los Cavs que ganaron a los Warriors la final de hace dos años. Era un equipo nada sobrado de talento, pero muy compacto. Había dos estrellas anotadoras, talento inmenso, Lebron James y Kyrie Irving, y una serie de jugadores de picar piedra en defensa,y a la vez buenos tiradores. Cleveland peleaba en el barro con Dellavedova, Jefferson, Shumpert, el propio Tristan, pero además tenía el tiro exterior de Smith, Frye, Jefferson o Shumpert.
En el actual roster de Cleveland los tiradores están brillando por su ausencia, no están, Smith,Korver, Green, salvo algún momento de Love o de Hill; no ha probado con Calderón y no ha probado con Hood. Quizá por ahí deban pasar los ajustes para los duelos en Cleveland, pero fundamentalmente desde la defensa, la única opción que tiene Cleveland de tutear a los Warriors.
Mientras tanto, cabe preguntarse qué otra actuación portentosa nos depararán estas finales en las que habita el genio en jugadores que serán recordados.