El Rey púrpura y oro
Impactante. Cómo no. Ya le habíamos visto entrenar en las nuevas instalaciones de Los Ángeles Lakers, pero la puesta de largo, o mejor dicho de corto, con el uniforme púrpura y oro nos confirma ya que no es una noticia, que no es un frío dato, tenemos ante nuestros ojos que el mejor jugador del mundo se ha marchado a una de las dos franquicias más laureadas de la historia y con más fans en todo el mundo . Esta vez es la fuerza de los hechos, el impacto de la imagen que entra por los ojos para sacudir el mundo del baloncesto y provocar reacciones de todo tipo. Una cosa es el anuncio de su fichaje, otra cosa es verle sentado frente a decenas y decenas de periodistas y cámaras vestido con el uniforme de los Lakers y su mítica camiseta. ¿Cuánto vale esa imagen? si sumamos el tirón mundial de los Lakers y el tirón mundial de Lebron James, estamos hablando de una de las mayores asociaciones comerciales de todos los tiempos en el deporte, falta por ver qué baloncesto produce, que es de lo que se trata.
De momento los Lakers vuelven al Olimpo sólo con tener a Lebron, porque les va a permitir volver a pelear por estar entre los mejores. No se le supone a un equipo como los Lakers fuera del Olimpo durante mucho tiempo, pero lleva fuera demasiados años (desde 2010 no ganan el anillo, el segundo que ganaron juntos Kobe Bryant y Pau Gasol). El colosal movimiento de haber captado al Rey y vestirlo de púrpura y oro convierte a los Lakers es candidatos a todo, como siempre ha sido en la carrera de Lebron James, aunque esta vez la empresa tiene ante sí un desafío salvaje, tanto como la conferencia Oeste de la NBA.
Ocurre que esta vez Lebron ha hecho un movimiento de imprevisibles consecuencias, ha dejado la conferencia Este donde era oposición a los todopoderosos Golden State Warrios, Lebron se ha desafiado a sí mismo otra vez, y en esta ocasión con más que perder que ganar a corto plazo, obviamente en el plano deportivo (del otro hablamos después), porque meter a los Lakers en la final de la conferencia Oeste ya parece a día de hoy una misión casi inalcanzable, más aún llegar a la final de la NBA, de la que el Rey no se baja desde hace ocho años, un hito único en la historia de este deporte.
Lebron James puede haberse autoexcluido de su primera final desde 2011 con su decisión de irse a los Lakers, decían muchos detractores de Lebron que buscan continuamente argumentos para desacreditar su carrera, que Lebron no se movería de la conferencia Este, una zona de confort en la que James se «aseguraba» llegar a la final y pelear por el anillo, algo que sólo era posible plantearse por tener precisamente a Lebron en las filas de los de Ohio, de otra manera hubiera resultado imposible que disputaran cuatro finales consecutivas. Pero el movimiento de Lebron descolocó a sus detractores, que ahora le echarán en cara el no ser fiel a una camiseta o a un equipo.
Lebron James es el Rey del estado de Ohio, y por añadidura de toda una cultura de los Estados Unidos, y quizá seguir en la zona de confort hubiera sido continuar en su casa, por más que las relaciones con la propiedad fueran tirantes. Lejos de eso, Lebron ha buscado nuevos retos y expandir su marca en el atractivo mercado de Los Ángeles, California, donde desarrollar su carrera en la etapa de madurez a otros niveles. Ya saben , se habla de una segunda entrega de Space Jam, la película que combinó la animación con el ídolo Michael Jordan. Donde estuvo Jordan estará Lebron, y es sólo uno más de los proyectos que Lebron desarrollará en LA. Por otro lado, Lebron ha dejado en su tierra un legado, el primer anillo de la historia de la franquicia, su presencia en cinco finales, cuatro ahora y otra en su etapa anterior, y especialmente el patrimonio humano que constituye su proyecto, la escuela «I Promise», construido con millones de dólares para la formación de chicos en riesgo de exclusión social. Esto son hechos y no palabras, todo el mundo quiere ayudar, o a todo el mundo le gusta decir que hay que ayudar, también en el deporte profesional, pero se trata de hechos, de cómo se concreta esa ayuda, Lebron James ha hablado con hechos, su compromiso con la sociedad está en las paredes de I Promise, en la alegría de esos chicos entrando al cole, en la ilusión de esos profesores recibiendo a los pequeños, en el legado de educación, cultura y el mensaje de integración que ese centro escolar trasladará a la comunidad.
¿Y el baloncesto qué?, ¿y el equipo de los Lakers, qué será?, si uno ve a los chavales que rodean a Lebron, o a los veteranos que rodean a Lebron, no es descabellado preguntarse si jugarán playoffs siquiera. Tienen talento joven, bastante talento joven, pero no se ha visto jugar a un nivel competitivo aún para que apostar por ellos sea apuesta segura. ¿Y los veteranos? jugadores de aquí y de allí con los que hay que construir equipo. La madurez de Rajon Rondo, rival de Lebron en el Este años atrás, la locura de Lance Stephenson, con el que se las ha tenido tiesas varios años y en especial en los últimos playoffs Lebron, el espigado e imprevisible pívot de los Warriors JaVale McGee , su enemigo en la final de la NBA, el bala perdida Michael Beasley, un jugador de indudable talento perdido años atrás en la confusión. Estamos hablando de «Los 12 del patíbulo», parece el guión para una película, Lebron James reclutando a sus enemigos en la cancha de los últimos años de por aquí y de por allá junto a un puñado de imberbes para un totum revolutum del que salga un equipo con cara y ojos, pero sin sacarse los ojos entre ellos.
Hay que construir equipo, hay que construir cultura ganadora en un equipo laureado y ante un público de paladar fino, público de showtime, que quiere divertirse desde el primer día. Ésta es la tarea de Lebron James y sus compañeros, tienen que sumar muchos esfuerzos, y tienen que forzar un baloncesto atrevido, dinámico que jugará con poca altura, que pretenderá ser rápido y si puede contraatacar, pero para jugar abriendo la cancha tampoco es de excelsos tiradores, aunque los tiene.
Lebron James no concibe el baloncesto de otra manera que no sea con un culto total al trabajo y la mejora, como viene haciendo durante todos estos años, y así entenderá que deben hacerlo sus compañeros. Así que las jóvenes estrellas , Brandon Ingram, Kyle Kuzma o Lonzo Ball, deberán impregnarse de esa cultura de trabajo o tendrán problemas.
Si alguien pensaba que los Reyes hoy en día tienen poco trabajo y buena vida, no estaban hablando del Rey de púrpura y oro.