La promesa de Ricky Rubio
Ha convertido la muerte en vida, la tristeza en alegría, la desesperanza en fe, Ricky Rubio ha transformado el inmenso dolor de una pérdida en el motor de su vida. Alquimizar sentimientos como el de una inmensa tristeza, ese vacío imposible de llenar que dejan los seres que no volverán, para alimentar la esperanza, para ayudar. Vive su profesión posiblemente de otra forma, el juego sigue siendo su pasión, a aquello que se dedica pero es posible que Rubio juegue desde otro lado, un lugar que no tiene que ver con los tremendos fundamentos que domina del juego, sino desde el corazón.
Porque es indudable que el base de Utah Jazz que cumple su octava temporada en la mejor liga del mundo no sólo es mejor jugador, sino que probablemente tenga una serenidad que no tiene que ver con el juego sino con quien es él como persona. Rubio, el chico precoz que debutó en la ACB con 14 años y cuya carrera fue a una velocidad de vértigo se vio también golpeado demasiado pronto. Nadie espera que la enfermedad terminal se cruce en tu vida cuando eres tan joven, ya sea en tu propio cuerpo o en el de un ser querido, pero en ocasiones sucede. Rubio sufrió la dolorosa pérdida de una madre con 25 años, lo que significa que llevaba sufriendo la enfermedad de su madre en años tiernos, y en los que seguramente no vivió su profesión como otros jóvenes de su edad. Un jugador en la élite del baloncesto mundial podría tener una vida alejada del suelo, viviendo un sueño, jugando partidos cada dos días o día si y día también, metido en aviones, hoteles, pabellones. Pero a él le tocó jugar con la cabeza en el balón y también en su madre.
No podemos ponernos en su lugar y saber qué es dar lo mejor de tu juego y tu físico mientras estás sufriendo el deterioro imparable de un ser tan cercano. Pero Rubio es un valiente, el mismo descaro que tuvo como niño precoz del baloncesto ha sido valentía para ser él en la pista ante la exigencia de una liga muy dura y envuelto en el dolor. Tuvo claro que ese pellizco en el corazón, que esa deuda dolorosa que estaba contrayendo con él la vida durante sería saldada de alguna forma, y esa forma fue la promesa que hizo a su madre antes de fallecer: ayudar a las personas que pasan por ese trance, y así creó la Ricky Rubio Foundation con sede en Barcelona, Girona y Salt Lake City, su actual ciudad.
El resultado de esa ayuda lo hemos visto estos días con la visita a Nueva York en el pequeño Luca, un niño de Barcelona que sufre un agresivo cáncer y que junto a su familia ha conocido un partido de la NBA por dentro. Ese pequeño al que hemos escuchado hablar como si de un adulto se tratara, con absoluta serenidad e ilusión, es una de las caras visibles de la ayuda que Ricky prometió a su madre Tona Vives. El día para Luca y su familia seguramente significó toneladas de ilusión, porque dicen quienes han sufrido la enfermedad y aquellos que la tratan que aunque es muy duro hay que encararla con espíritu positivo.
Mientras tanto Rubio sigue desplegando su magia, es posible que con una motivación enorme por ganar partidos y seguir con su carrera, jugar el playoff con los Jazz, conseguir nuevos contratos y poder seguir construyendo una ayuda efectiva para los que sufren. Rubio juega a un gran nivel, está en un equipo que desarrolla un buen baloncesto y en el que hay química con los compañeros, son un equipo. Juega quizá sin el ansia de antes, quizá más sereno. Ayudando a otras personas que sufren, es posible que Rubio sienta que está ayudando a su madre aunque ya no esté. No había mejor manera de devolverle a su propia vida lo que le le quitó hace tres años.