Un MVP de la vida
Hay algo en la mirada de Ricky Rubio en el Wukesong Arena que trasciende el éxtasis de un grandísimo triunfo deportivo que acaba de conseguir con su equipo. Mientras suena el himno español en honor de los campeones del mundo, Marc Gasol cierra los ojos, Pierre Oriola y Rudy Fernández lloran, Juancho asiente con la cabeza, la mirada inclasificable de Rubio parece esta captando todos los detalles a su alrededor, o al menos eso parece, nadie lo sabe a ciencia cierta, podría estar en otro lugar.
Es posible, sólo posible, que su conexión en ese momento sea con otra cosa u otro lugar, con algo que tiene que ver más con su propio interior que con lo fascinante que sucede fuera, con una fuerza interna maravillosa que le ha llevado hasta ahí, que ha culminado objetivos que se había trazado. Rubio, aquel niño prodigio del baloncesto, que vivió como una especie de genio adolescente que iba al instituto mientras jugaba con los mayores en la ACB, ha recorrido un largo camino hasta aquí, hasta el campeonato del Mundo y el trofeo al mejor jugador del torneo, MVP.
Tantas cosas le han pasado en una década a aquel chico que se presentó al Draft de la NBA como el joven prodigio que era del baloncesto español, y del que todo el mundo hablaba en la NBA tras la final olímpica de Pekín, con aspecto de una especie de genio de videojuego inmerso en un mundo de altas finanzas baloncestísticas, que miraba con ojos abiertos todo aquello. Si no han visto el Informe Robinson de hace una década que está emitiendo de nuevo Movistar Plus sobre Rubio véanlo, y verán cómo llega un joven imberbe a un mundo de adultos.
Aquel chico de cabello desordenado, vaqueros caídos, que descubría los neones de Times Square, que veía su nombre en letras grandes en el Draft, que conocía a tipos de aquella cultura y jóvenes talentos como él, Stephen Curry, Blake Griffin, DeRozan o Jrue Holiday, había aprendido a navegar en la presión de la competición de élite sin problemas, era un niño en la élite, entre mayores. Para lo que no estaba preparado como no lo está ningún ser humano es para perder a un ser querido tan pronto. Como él otros tantos jóvenes que se ven privados de seguir teniendo a sus padres cerca, o incluso que se ven lastimados ellos mismos por la propia enfermedad.
Como Ricky, otros compañeros de esta selección se han visto golpeados por diferentes circunstancias adversas de la vida. Si algo ha puesto de manifiesto este Mundial de España ha sido la fortaleza mental del grupo, la unión de esos jugadores en circunstancias difíciles. Lo simplificó Rudy en la fiesta del lunes en Colón, le debe todo a su familia para estar ahí, pero también se lo debe a su otra familia, sus compañeros. Marc Gasol dejó un mensaje precioso todavía en el pabellón de Pekín, que esta España había transmitido valores para los jóvenes por encima de victorias, como unión, esfuerzo, compromiso. Hace unos días un joven mallorquín del Barcelona, internacional con España, Pau Tendero, perdía de manera repentina a su padre. Scariolo marcó el número del chico desde China antes de un partido del Mundial. Saber que en lo que haces, jugar, tienes a otra familia junto a ti es más trascendental para la formación de un joven que las canastas que llegue a meter.
Ricky Rubio aprendió inmerso en el dolor de una pérdida que tenía un gran poder, podía ayudar; había cosas que no podía controlar, descubrió pronto como descubrimos todos algún día que el dolor forma parte de la vida, que la pérdida es algo que no se olvida ni se supera, sino que se convive. Y que si bien es algo que no se puede controlar, él sí tenía la capacidad de ayudar a otras personas como había estado ayudando a su madre. Es un deportista de élite, tiene un nombre y recursos para ayudar. Por eso creó su Fundación, y por ello ha cofinanciado ahora una sala especial para pacientes de cáncer en el Hospital Dexeus de Barcelona.
La sala se ha bautizado como «Javier Claver», en memoria del padre de su compañero de equipo, Víctor Claver, que también falleció como consecuencia del cáncer. Este nuevo espacio de apoyo a los enfermos ha sido calificado por el MVP del Mundial como un sueño cumplido, un logro para él más importante que el Mundial. Claver le ha felicitado por hacer las cosas tan bien no sólo dentro de la pista sino fuera. Es decir, por ser un MVP de la vida por encima de un MVP de la pista.
Es obvio que Ricky Rubio además de jugar su mejor baloncesto con España en este Mundial, además de ser un jugador más maduro en la NBA, en la que ha seguido mejorando y en la que ha conseguido un gran contrato en su nuevo equipo, Phoenix Suns, juega por algo más que la satisfacción deportiva, los títulos, el palmarés, el dinero. Tiene una misión, la misión de ser cada día mejor en lo que hace, de disfrutar de lo que hace, que ha vuelto a ser más pasión que obligación, de devolver algo de lo que el deporte le da, contando con la fuerza de saber que alguien le alienta siempre de alguna manera. Es posible que Ricky le haya hecho promesas a Tona que con gran satisfacción está cumpliendo.