El reto de Popovich
Aceptar el paso del tiempo es el mayor desafío al que se enfrenta el ser humano. No hay otro mayor porque tiene que ver con todo lo que la persona es y todo lo que dejará de ser, la existencia misma. Ese reto mayúsculo al que se enfrenta todo ser humano, consciente como es de la finitud, democratiza la existencia, pues es indiferente qué hagas, quién seas. Una forma de aceptar el paso del tiempo, ilusoria pero muy reconfortante, es permanecer enganchado a lo que amas, en el caso de un entrenador mantener una motivación suprema como es el deporte y la competición, una ocupación que colma el deseo. Y qué hay más adictivo que la adrenalina de un banquillo, qué mayor reto diario que liderar a un grupo de jóvenes excelentes y con margen de mejora como grupo en una competición salvaje llena de equipos capacitados para ganarte.
Una entrenador sobrevive a los 70 años, cerca ya de los 71, en el banquillo más longevo de la NBA, el de San Antonio Spurs. Gregg Popovich acaba de iniciar su vigésimo cuarta temporada como entrenador jefe de San Antonio. Ha liderado durante más de dos décadas a la franquicia texana, de la que antes fue manager general. Su carrera como entrenador jefe se ha desarrollado en el mismo equipo. Un abuelo dirigiendo a los que podrían ser sus nietos, una diferencia generacional y cultural extraordinaria la que tiene que afrontar el técnico nacido en Indiana. El comandante del aire Gregg Popovich ha visto pasar por su banquillo toda clase de jóvenes y jugadores de lo más diverso, las generaciones no son iguales, seguramente habrá observado cosas que se repiten y cosas que no son iguales a los jóvenes de décadas anteriores.
Gregg Popovich es el técnico no sólo más longevo sino con mayor número de victorias en la NBA, una leyenda, incluso si se hubiera retirado ayer o el año pasado o hace cinco cuando ganó su último anillo. Un entrenador que construyó junto al gerente general RC Buford una cultura de equipo que supo mantener sus jugadores clave, que moldeó sus piezas conforme a una idea colectiva de equipo y que conquistó cinco anillos en este periplo, 1999, 2003, 2005, 2007 y 2014. Popovich cambió la historia de la franquicia texana para siempre y encadenó para siempre su nombre a la historia de la NBA y de los San Antonio Spurs.
El viejo ogro de los banquillos ya imaginábamos que era menos fiero de lo que presumía, pero las leyendas se construyen no nacen. Sus gestos forman parte de la historia de la NBA, cómo ha conseguido hacer jugar a sus Spurs, como una máquina de precisión defensiva y con el pase como arma ofensiva, con líderes silenciosos y jugadores alejados del histrionismo; también forjan leyenda sus broncas con los árbitros o como auténtico inventor de la borde-entrevista a pie de pista. ¿Cómo ve el partido? bien, y se va. ¿Qué les falta? encestar, y se va. ¿Está contento con el partido? No, y se va. Ese tipo de cosas que hechas por otro tipo nos parecerían inaceptables y una estafa , son una parte indiscutible del show de la leyenda Popovich. El ogro es menos ogro llegado el momento de la verdad,no ya de ganar sino de felicitar a un adversario que le ha ganado, que le ha ganado una final, por ejemplo. Ahí se ve quién es, el deportista que es.
Habiendo ganado tanto, teniendo que volver a empezar cada año casi de cero, qué engancha a un entrenador a mantenerse activo y a no sentirse mayor. Y no sólo eso, cómo se hace para seguir siendo creíble, para que los jugadores no detecten un señor mayor sino un entrenador que sólo con la mirada les haga estremecerse, o que una palabra suya baste para aliviarle o motivarle. Cómo se consigue eso. Tienes que ser alguien especial. Cuando Popovich empezó como entrenador jefe de los Spurs, siete jugadores a los que ahora dirige no habían nacido todavía. Es un dato que puede dar mayor vértigo al propio entrenador que a sus jugadores.
En no pocas ocasiones hemos escuchado a personas mayores reclamar estar cerca de la gente joven, escuchar la vida como dicen ellos, escuchar reír, jugar, discutir. Hablar de ilusiones, ayudar a personas que se enfrentan a la vida sin conocer aún nada. Los mayores quieren ayudar a los jóvenes, y eso es algo que hay que ayudar a los jóvenes a detectar. Popovich debe sentir algo parecido, al lado de esos jóvenes no hay tiempo, no siente ese paso del tiempo.
O tal vez ha aceptado el paso del tiempo, se diría que juega con ventaja, porque lo consigue haciendo lo que más le gusta y aquello para lo que aún mantiene el tanque de la ilusión lleno. Ese tanque tan frágil que puede tener grietas o que puede vaciarse de un instante a otro de manera sorprendente o imprevista. Tantos años en un puesto de tanto desgaste, ante una afición, una organización, ante los periodistas etc, un puesto en el que lo que sirvió hace 20 años seguramente no sirva ahora, hay que ser un técnico hábil y una persona inteligente, abierta al conocimiento y al resto de ideas, a escuchar y no sólo escucharse.
Popovich ha dicho en más de una ocasión que hay momentos en los que no tiene nada que decir a sus jugadores. Ser un líder no significa llenar la cabeza al jugador sino elegir cuando emplear una palabra y cuál, y cuando no emplearla. Significa detectar qué necesita su equipo o determinado jugador. También ha dicho que necesita jugadores inteligentes o con sentido de equipo, porque con cretinos es difícil construir un equipo y sobre todo es difícil ir a ningún lado.
Gestionar la era post David Robinson y después la era del gran trío, el más longevo que formaron Tim Duncan, Tony Parker y Manu Ginóbili, así como el cambio de rumbo tras la espantada de Kawhi Leonard, el MVP que era el presente y futuro de los nuevos Spurs no es nada fácil; ser capaz de reinventarse y detectar el talento que puede adecuarse a tu idea de equipo, es un reto anual. Los actuales Spurs no parten como favoritos en ninguna quiniela pero tienen talento, DeRozan, Aldridge, Dejounte Murray, White o Mills, además del veterano Belinelli. Los Spurs pueden funcionar.
El seleccionador de Estados Unidos en el último mundial vivió el momento más amargo seguramente que cualquier selección estadounidense de baloncesto haya vivido en la última década.El fracaso deportivo en China quizá es algo inmerecido para un entrenador de su trayectoria, pero la larga lista de ausencias y la inexperiencia de los jugadores a su cargo seguramente le convirtió más en un padre para esos jugadores que un seleccionador, para ayudarles a gestionar el fracaso y salir en su defensa ante todo el mundo y fundamentalmente su propio país, tras dicha “deshonra”. Posiblemente Popovich haya aprendido mucho de lo vivido en China. Qué hay más motivante que un fiasco tan grande para un entrenador que ha ganado tanto.
Hace poco más de un año, el técnico perdía a su esposa y compañera, Erin Popovich, algo para lo que nadie está preparado. Surgió la duda sobre cómo gestionaría el veterano técnico una situación personal tan dolorosa, pero la respuesta ha sido el chándal y el balón de baloncesto. Aceptar el paso del tiempo es aceptar también las heridas y las injusticias que nos toca vivir, es el mayor reto al que nos enfrentamos, y ése es el reto de Popovich; para un entrenador de la NBA es más soportable esa aceptación desde la línea de banda haciendo a un equipo ganar, corrigiéndolo, enfadándose con el árbitro y hasta para alguna que otra vez restaurar la borde-entrevista. Por muchos años entrenador Popovich.
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