Cuando Jordan quiso ser Kobe
Un canto a la vida en una ceremonia sobre la muerte. Es difícil encontrar mayor inspiración en un acto de despedida como el que vivimos el lunes 24 de Febrero en el Staples Center de Los Angeles. Una ceremonia llena de luz, de música, de lágrimas y risas. Una fuente de inspiración posiblemente para millones de personas en todo el mundo, amen el baloncesto o no, sintieran admiración o no por Kobe Bryant, conocieran o no su dimensión como jugador.
Fue la despedida necesaria y ajustada a la dimensión del personaje que nos dijo adiós hoy hace un mes, el 26 de Enero en una colina de Calabasas en el distrito de Los Angeles, junto a su hija Gigi y otras siete personas. Un funeral que dice mucho de lo que significó Kobe en la vida de Los Angeles, de los Lakers, de la NBA y del baloncesto. Las dos horas de una ceremonia de luz y color aun cuando el luto estuviera presente, de emotividad, de música dirigida al cielo, de voces quebradas y lágrimas dice mucho más de lo que ha significado la pérdida de Kobe y su hija que sobre quiénes son ellos, de quiénes fueron, porque ellos ya se dan perfecta cuenta de la inmensa suerte que tuvieron de vivir lo que quisieron vivir; de algún modo ya conocen el impacto que han producido.
Qué es un funeral sino el deseo de continuar adelante quedándote con aquello que esa persona te dejó, o desechar aquello que no te gustó. Qué es sino asumir quién ha sido para ti y qué impacto ha tenido en los demás esa persona. Es el deseo de asumir una nueva realidad , es la necesidad humana de estar juntos ante la adversidad, siempre juntos. Por ello el mundo del baloncesto se juntó, por ello no faltaron las estrellas de hoy de la NBA, no faltaron amigos, no faltaron leyendas de siempre, no faltaron leyendas incluso de los grandes rivales, porque no hay mayor honra para un deportista que el reconocimiento de su rival, forman parte de un mismo mundo en el que momentáneamente se mejoran el uno al otro, dan sentido a esto que llamamos competición. Forman parte de un todo que llamamos deporte.
Y no faltaron los que dan sentido a todo lo que ocurre en una pista, los aficionados, los que le hicieron sentirse querido en la pista. Llenaron el Staples como seguramente hubieran llenado otros muchos pabellones si se hubiera podido. No hay otra forma de seguir adelante que estando juntos, por ello la familia del baloncesto, que todavía llora hoy que hace un mes que se nos fueron Kobe y Gigi, se juntaba el lunes 24/2/20, el 24 de Kobe, el 2 de Gigi, el 20 de las temporadas en los Lakers.
Se ha dicho que el homenaje estuvo a la altura del jugador que nos dejó de manera tan brutal y es cierto, era la ceremonia que el mundo del baloncesto y la familia y amigos de Kobe Bryant necesitaban vivir. Qué mujer tan valiente Vanessa, quien no sólo ha perdido a su marido y compañero sino a una hija de 12 años. Valiente por ser capaz de abrir su corazón a todo el mundo, por decir qué siente, por echar de menos a su marido y a su pequeña en público, por mantener su recuerdo, por continuar su legado, porque hay una misión, no sólo la que tiene como madre de tres hijas sino también de alguna forma continuar el legado de Kobe, esa transmisión de baloncesto y valores a través de la Fundación Mamba y Mambacita, de seguir ayudando a la comunidad. Continuar lo que empezaron con su marido. Qué bonita misión. Y la más importante, impulsar a tres hijas que como cualquier pequeño o pequeña necesitan apoyo.
Fue un canto a los valores de la vida, a lo que Kobe Bryant nos ha dejado como jugador de baloncesto pero sobre todo como persona, siempre quiso ser mejor en lo que hacía. No lo decimos quienes no le tratábamos a diario o quienes no le conocimos más que fugazmente en un pabellón, lo dicen quienes le trataron y le conocieron, lo dice Michael Jordan. Su dicurso Será uno de los momentos del año, de la década, de siempre. Ya nadie podrá olvidar que ese ídolo divinizado se hizo más grande que nunca siendo una persona. Michael Jordan nos hizo llorar y nos hizo reír. Y nos hizo reír porque necesitaba recordar a ese hermano pequeño tal y como era. Y si Jordan recuerda a Kobe tal y como era es inevitable que la sonrisa aparezca en el rostro de todos los presentes, empezando por el propio Jordan. Necesitaba recordar cómo fue de pesado y obsesivo Kobe, cómo fue a veces un «grano en el culo», cómo le preguntaba sobre movimientos a las 2h o las 3h de la madrugada. Cómo le hizo pensar, a él, a su majestad del aire don Michael Jordan.
Kobe hizo mejor a Jordan, lo dice él, le hizo pensar, le hizo reflexionar, le mostró que un hermano pequeño, sea familia o no, te puede enseñar cosas también, te puede proporcionar otra mirada, te puede hacer caer en cosas que nunca se te pasaron por la cabeza. Es difícil ser una divinidad del deporte y estar dispuesto a seguir aprendiendo; es difícil ser alguien tan admirado y estar dispuesto a asumir que alguien te puede enseñar algo. Por ello Kobe fue importante para él, Jordan aprendió de Kobe Bean Bryant que aún podía ser mejor, que podía ser mejor persona y sentir más pasión por su familia, por vivir el momento, por amar lo que haga aunque ya no esté en un pista, a buscar la excelencia y la creatividad en otros aspectos de la vida. Son algunas de las cosas que dice Jordan en un discurso que no podremos olvidar jamás.
Michael Jordan, posiblemente el deportista más icónico de la historia, quiso ser cómo Kobe en tantas cosas que insospechadamente su «hermano pequeño» le enseñó. Se entiende su corazón roto, se entiende su pulso competitivo con Kobe, un joven imberbe que le desafiaba en sus primeros años (y Jordan no se lo podía creer), se entiende esa sonrisa al reconocer que le había dejado a los pies de los caballos al provocarle con su repentina muerte esa cara bañada en lágrimas, pasto de los memes de los próximos años.
Michael Jordan apenas leyó, hablaba su corazón, y daba igual que tuviera ante sí a 20. 000 personas, a millones en todo el mundo, hablaba con la cercanía de un pequeño funeral familiar como si estuviera rodeado de 20 personas; vimos a alguien en la intimidad de un acto de despedida. Una «ceremonia de vida«, como quisieron llamarla los Lakers y la NBA porque eso es lo que fue. Jordan, que no soporta que lo comparen con nadie, quiso ser Kobe porque de su pequeño hermano aprendió que la vida es mucho más que la grandeza en lo que haces, es querer vivir cada instante como algo único.