No les quiten la pelota
Mi infancia son recuerdos de un patio de colegio donde no faltaba algo redondo que después terminó siendo alguna pelota, las mayoría de las veces de plástico que utilizábamos para jugar a algo parecido al fútbol, en realidad para patearla, pero también podíamos usarla para tirar a canasta; eso sería después porque al principio lo que se imponía era una pelota yendo de aquí para allá perseguida por un montón de chiquillos como yo, con la bata del colegio medio abierta y con el mismo calzado con el que habíamos ido al colegio, por supuesto, no había más.
La iniciación a algo llamado destreza en el deporte no fue tal, sino puro juego, eliminar los balones de los patios como empieza a ocurrir me desconcierta, por ello hoy empiezo por ahí antes de referirme a la NBA. Todos corriendo detrás de una pelota sin dueño, aunque en ocasiones se quedaba un ratito con alguno de nosotros por compasión, y así alguien podía disfrutarla durante unos segundos. Era tanta la energía con la que todos corríamos detrás de la pelota sin importar si podríamos llegar a chutar, ni si podríamos aguantarla unos segundos antes de que alguien nos la quitara… Daba igual, en las reglas sin reglamento del colegio todo el mundo sabía que el tiempo era corto, y las ganas muchas, era un rato entre clases, o era un rato después de las clases, pero tampoco demasiado porque en nada había que estar en casa. En definitiva, el balón como fruta prohibida, deseada pero sin poder disfrutarla apenas. No todos la querían ni antes ni ahora, los había que se cansaban pronto, o que tenían preferencia por otros juegos, antes como ahora.
Y sin embargo no me imagino la infancia sin un rato de pelota cada día. Por aquel entonces no había conciencia de tener algún virtuosismo con la pelota, ni siquiera era una iniciación al fútbol o al baloncesto, eso llegaría después. Era experimentar y no calcular, era gozar sin expectativa, sólo recuerdo ese juego cuando observo hoy a algún pequeño tras un balón, o cuando veo a un perro jugando con su dueño con una pelota o con un palo, pura felicidad. No se trataba de virtuosismo, se trataba de jugar. Y en ese juego en el que nadie sabía más que nadie, en el que nadie era más ni era menos, y en el que estaba mal visto aquel acaparador que quisiera quedarse el balón más de la cuenta, aprendimos lo que era gozar, porque era el juego por el juego, sin expectativas, sin premios, o sin más premio que ir detrás de la pelota, y quizá haber conseguido marcar algún gol o que lo marcara el que se suponía iba contigo, algo que no siempre estaba claro.
La virtud vendría después, el aprender unas reglas del juego, el someterse a una mínima disciplina al mando de un entrenador, aprender el juego, aprender a chutar, a pasar, el valor de marcar un gol y que no te lo marcaran, el querer destacar pero saber que formabas parte de un equipo y que el balón era algo que para progresar debía pasar por los compañeros y no sólo por ti. Todo eso vendría después. La competitividad, el esfuerzo, el aprender, el ganar, el objetivo, vendría más tarde. En el patio del colegio sólo se trataba de jugar.
Un colegio de Ripollet en Barcelona como antes lo hicieron otros en Madrid o Bilbao, ha prohibido los balones en el colegio, consideran que fomenta la competitividad y que excluye a las niñas. Pretende ser una pedagogía más actual pero ignora que hoy las niñas juegan como los niños, y si es cierto que las habrá a las que quizá no les guste jugar a la pelota, no es menos cierto que también hay niños a los que la pelota deja de interesarles pronto.
Lo que no me imaginaba era un tiempo de recreo sin pelotas, y acabo de descubrir que un balón es un peligroso objeto, incluso tóxico. Le acusan de fomentar la competitividad. Ignora esta moderna pedagogía que la ausencia de pelotas no eliminará la competitividad. A ver quién llega antes al otro extremo sustituirá a la pelota, a ver quién coge a quién sustituirá a la pelota, una cuerda y a ver quién aguanta más sin tocarla sustituirá a la pelota, escalar en una pared antes que el oro sustituirá a la pelota, y yo qué sé cuántas cosas más pueden sustituir a la pelota, pero no eliminará la competitividad, si queremos llamarlo así, y que no es otra cosa que la manera en la que vamos conociéndonos a nosotros y nuestro entorno.
Jamás se me hubiera pasado por la cabeza contemplar una pelota como algo tóxico, más bien soy incapaz de imaginarme un solo día de mi infancia sin algo redondo al que darle patadas, que empezó siendo trapo enrollado, y que cuando por fin fue una pelota de plástico, sería el no va más. Más adelante empezaríamos a ver algo más parecido a balones oficiales y aún recuerdo su aroma, unos para patearlos, otros para lanzarlos al aro.
Ignoro qué hace pensar a algunos pedagogos que es más peligroso un balón que un móvil o la pantalla de una tableta, lo que incomprensiblemente ponemos en manos de los más pequeños desde la más tierna infancia. Ignoro por qué aceptamos que un niño pueda estar mirando una pantalla desde los tres años como ocurre en muchos casos, y un balón podría ser algo peligroso. También ignoramos qué efectos tendrán a medio y largo plazo en nuestros pequeños haberse criado entre pantallas desde su más tierna infancia. Curiosamente en el paraíso de la tecnología digital, Silicon Valley, han eliminado las pantallas de la enseñanza.
En mi infancia quedarse sin la pelota era un castigo, era una corrección porque habíamos incumplido las reglas,o porque alguien se había propasado con otro, o porque no se había cumplido en clase o por lo que fuera, sólo espero que los niños que crecen en patios sin pelotas no crean que es un castigo.
SuperLópez.-
La final de la Conferencia Este de la NBA, la que hemos bautizado como la final más nuestra, con tantos representantes de nuestro baloncesto, ha comenzado con victoria del mejor equipo de la liga regular, Milwaukee Bucks, sobre Toronto Raptors, con el inesperado factor Brook López. Sin embargo por más llamativo que sea no es sorprendente del todo. Brook López anotaba 29 puntos y 13 en el último cuarto, 11 rebotes y cuatro tapones, para emerger como elemento decisivo en la victoria de los de Mirotic y Pau Gasol, y lo hacía además con cuatro triples.
López se ha convertido este año en los Bucks en el pívot menos pívot, y en uno de los triplistas del equipo. Marc Gasol e Ibaka esta vez no han tenido presa en la pintura, una zona que los Bucks desalojan para su jugador franquicia, Giannis Antetokounmpo, de tal manera que López ha percutido desde fuera, sin menospreciar el trabajo que ha hecho también bajo el aro tanto en la intimidación como en el rebote y anotación. Su inspiración ha sido determinante para los de Wisconsin. Toronto ha planteado una batalla intensa, con sudor en cada ataque para Milwaukee en un intento de juego controlado y ritmo bajo. Una final que parece más igualada que la del Oeste, pero esto no ha hecho más que empezar.
En el Oeste el primer duelo resulta un poco espejismo. Demasiado fácil para los Warriors, en los duelos de perímetro los dos pequeños de los Warriors fueron muy superiores a los dos pequeños de los Blazers. Pero estos venían de un séptimo partido, ni tuvo Portland acierto ni tuvo energía. Los Warriors se bastaron con uno de esos días de Curry en ataque, y con su aplicación defensiva para anular a los dos pequeños, Lillard y McCollum y sin ellos no hay apenas puntos en los de Oregón. Veremos.