La oruga procesionaria: ¡Un peligro real para nuestros perros! - El Dogtor

La oruga procesionaria: ¡Un peligro real para nuestros perros!

¡Hola! Por fin me estreno en este blog dedicado a esos miembros tan especiales de nuestra familia. Y claro… como llega la primavera, ¿cómo no hablar de nuestras “amigas” las orugas? Con la entrada de la nueva estación, junto a la probable subida de temperaturas, reaparece un clásico de cada temporada primaveral: la oruga procesionaria del pino. Resulta, cuanto menos, curioso verla formando grandes hileras por parques y pinares, pero… ¿realmente conoces el peligro que entrañan para nuestras mascotas?. 

Pese a que, ni de largo, suponen una de mayores “causas toxicológicas” de visita al veterinario (muy por detrás, por ejemplo, de intoxicaciones medicamentosas por ibuprofeno o paracetamol) hay que ser bastante precavidos ante un cuadro de intoxicación por la toxina de la procesionaria, ya que puede poner en serio peligro la vida o la integridad de nuestro perro. El gato raramente se ve afectado, ya que no tiene el carácter curioso y juguetón del canino, que tiende a husmear, morder y a juguetear con las orugas (sin saber, realmente, lo que eso supone…)

La oruga procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) tiene un ciclo biológico con varias fases: la aérea (tienen su fase de metamorfosis inicial en el pino, en los característicos bolsones) y la subterránea (supone completar su desarrollo). La transición entre ambas fases es, precisamente, la que tiene lugar a finales de febrero-principios de marzo, y en la que podemos observar esas auténticas “procesiones de orugas”. Cada una de ellas posee miles de pelos urticantes, a modo de finas agujas capaces de inyectar la toxina en la piel y mucosas del animal, que utilizan como mecanismo de defensa al sentirse amenazadas. La principal vía de contacto de nuestros “peludos” con la toxina thaumatopina es la vía directa: cutánea, digestiva u ocular (estas últimas son menos frecuentes). A pesar de esto, no podemos obviar la vía de contacto indirecta (a través de los bolsones de seda, que contienen millares de pelos urticantes, y que pueden ser, además, vehiculados por el viento).

¿Qué síntomas puedo observar si mi perro ha sufrido una intoxicación?

Sea como fuere, los signos clínicos y lesiones provocados por el contacto con Thaumetopoea pityocampa son locales y variados, siendo los más habituales:

  • Prurito intenso o urticaris
  • Quelitis (o hinchazón de labios)
  • Glositis (o hinchazón de la lengua)
  • Exceso de salivación
  • El perro se muestra agitado y “se toca la boca con las patas”
  • Signos gastrointestinales (vómitos, diarrea…) si ingiere la oruga
  • Signos oculares: conjuntivitis, hinchazón de párpados o úlceras corneales
  • Signos respiratorios: rinitis, tos…

Es rara la aparición de signos sistémicos, pero hay que tener muy en cuenta el estado de la lengua

¿La razón? Esta suele tornarse, aparte de inflamada y cianótica (morada o azulada, por dificultad del retorno venoso). Con el paso de las horas, si no se pone tratamiento de por medio, aparecen áreas de necrosis, pudiendo conllevar, en pocos días, a la pérdida del tejido. El daño en la lengua puede conllevar a una disfagia (dolor a la deglución), por lo que es habitual que el perro deje de comer. En casos más graves (sobre todo si el animal se ha tragado la oruga) podemos observar angioedema o edema facial, dificultad respiratoria por edema laríngeo o una reacción anafiláctica que puede tener consecuencias fatales.

¿Qué tratamiento puede poner mi veterinario frente a esta intoxicación?

Es FUNDAMENTAL la visita a la clínica veterinaria para evitar males mayores. Mi recomendación es acudir tras observar el más mínimo síntoma de intoxicación por oruga. Allí, unas de las primeras cuestiones serán: ¿Habéis paseado recientemente por parques, pinares o zonas de pinos? ¿Has visto a tu perro jugueteando con las orugas? En caso de que no te las hagan, debes comunicarlo tú. Así, el diagnóstico será más sencillo y certero, el tratamiento será mucho más efectivo, y las secuelas serán nulas o mínimas.

Tras lavar la zona afectada con suero salino fisiológico tibio, el veterinario puede aplicar analgésicos o sedación (si existe dolor evidente), además de antibióticos preventivos frente a una infección posterior. Diversos estudios han demostrado la combinación exitosa de corticoides y antihistamínicos para el tratamiento de cuadros como este. El resto del tratamiento será prescrito en función de los síntomas: colirios con antibióticos y corticoides (si existe afección ocular importante), procinéticos y protectores gastrointestinales (si existen síntomas digestivos). La terapia láser ayuda a una mejor cicatrización de la lengua y, por tanto, a obtener una recuperación más rápida y exitosa.

Si la visita a la clínica, y el diagnóstico, no se demoran demasiado, normalmente, el problema se resuelve sin complicación mayor. Sólo en casos “extremos”, suelen ser necesarias medidas más drásticas: inyección intralingual de Heparina o procedimientos quirúrgicos.

¿Qué pronóstico tiene? ¿Es grave?

Suele ser reservado. Pero no te asustes tanto… Como ya te he dicho, es fundamental la precocidad del diagnóstico y de la instauración del tratamiento. Para ello, ya lo sabes, es imprescindible acudir rápidamente al veterinario. Aún así, el pronóstico reservado porque depende del grado de afección. En líneas generales, si no hay complicaciones, la recuperación completa puede producirse en días (generalmente, en 4-7 días).

Pero… ¿mi perro puede tener secuelas?

Si. Lamentablemente, como ya he comentado antes, este cuadro de intoxicación puede conllevar a la pérdida de tejido lingual. Salvo que el daño sea muy extenso, el animal puede convivir perfectamente sin un “trocito” de lengua. Repito (una vez más): de la rapidez del diagnóstico y de la instauración de medidas terapéuticas, depende, y mucho, que este daño lingual sea anecdótico o mínimo. Si, por desgracia, se afecta gran parte de la lengua, las consecuencias pueden ser fatales por incompatibilidad con la vida del animal. Esto último no suele ser lo normal…

¿Hay alguna manera de prevenir todo esto?

Si. Ya conoces lo que dicen: “mejor prevenir que curar”. Para ello, deberías evitar los paseos por zonas de pinares o parques con pinos durante este mes de marzo-principio de abril, esquivando así las condiciones de exposición.

3 thoughts on “La oruga procesionaria: ¡Un peligro real para nuestros perros!”

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