Niños tarados del franquismo
Una buena amiga me manda un mensaje que se titula: NIÑOS TARADOS DEL FRANQUISMO.
Y me dice: acabo de leer el mejor retrato de mi generación, la de los niños que nacimos después de la Guerra Civil. Lo escribe un buen articulista, Javier Doménech.
Intentaré resumirlo con las menos palabras posibles, porque es un artículo largo para Facebook y que habría que leer marcando cada palabra para comprender parte de lo que nos está pasando.
“Estamos descubriendo ahora, que los niños del franquismo éramos unos tarados oprimidos por la disciplina, educados en la ignorancia, lastrados para el futuro. Nuestra infancia para algunos, debió ser el espejismo de un tiempo oscuro.
¡Pobres tarados que merendábamos pan con fuagrás o con aceite y azúcar y con terrosas onzas de chocolate, Matías López…, que escuchábamos en la radio las aventuras de Diego Valor, Piloto del Espacio y que leíamos al Guerrero del Antifaz, al Jabato, al Capitán Trueno y el tebeo; que comíamos pipas, regaliz, palulu, chicle, Bazoka y bolitas de anís que nos
vendía el pipero a la puerta del colegio, por cierto que ninguno fue por esto ni obeso, ni anoréxico….
Jugábamos a las canicas, al taco, pídola y con pelotas de trapo atadas con cuerdas…, las niñas jugaban con muñecas y saltaban a la comba.
Los justos regalos que recibíamos eran excepcionales y por Reyes Magos, algunos teníamos la suerte de recibir algo que durante todo el año veíamos en los escaparates de las jugueterías…. Fuimos tan tarados que aguantamos sin secuelas de por vida, los capones y regletazos en el colegio.
Aprendimos la lista de los Reyes Godos para ejercitar la memoria, al igual que los afluentes de ríos por ambas márgenes y los partidos judiciales. Los dictados eran una prueba de ortografía básica, las raíces cuadradas había que resolverlas sin calculadora y traducíamos del latín la Guerra de las Galias.
Y si suspendías en junio, te perdías las vacaciones. A pesar de todo ello muchos acabaron en la Universidad y muchos más aprendieron un oficio, iniciándose como aprendices…, recuerdo al hijo de minero que estudió en la Universidad Laboral y luego fue Ministro de Franco….
Así estábamos de tarados, que es lo que pretenden hacernos creer algunos que, criados en una sociedad opulenta, sin más valores que el logro del éxito, confunden nuestra infancia con la opresión.
Nuestro mayor pecado fue no valorar el enorme esfuerzo de unos padres que nunca tenían vacaciones, y fracasamos al querer proyectar sobre nuestros hijos una permisividad que a nosotros nunca nos habían tolerado.
Fuimos tan tarados, que ahora nos sorprende ver cómo esos retoños, criados en un mundo de sólo derechos y ninguna obligación, se alzan contra la sociedad que les ha permitido disfrutar de lo que jamás tuvimos nosotros.
Es el triste final del acto en la tragedia cíclica de nuestra Historia, donde los enfrentamientos son más frecuentes que los encuentros, donde la envidia supera al aprecio, donde personajes de inanes trayectorias personales, pretenden dirigir las vidas de los demás para imponer su sociedad soñada.
Tan tarados fuimos, a pesar de lo cual ningún trauma nos achica, ningún complejo nos corroe y, yo al menos, creo que la inmensa mayoría de mis
amigos estamos muy, pero que muy orgullosos de haberlo vivido y haberlo superados.
¡Con dos co… razones!.
Y estos politicuchos, niños mimados de hoy, nos quieren amargar nuestra jubilación??. Y una “mierda”, vamos a LUCHAR hasta más no poder, los lunes al sol, en marchas en asociaciones, y en partidos políticos, hasta que aprendan lo que fuimos y seguimos siendo….”
Mi marido decía: “NI NUESTROS DERECHOS, NI NUESTROS VOTOS ESTÁN JUBILADOS” ….
Gracias Carmen Amiga por mandarme este escrito, real como la vida misma.