La Inmaculada Concepción: María llena de gracia
El 8 de diciembre de 1990, miles de jóvenes y adultos se reunieron en los dos templos madrileños en los que se celebró la Gran Vigilia de la Inmaculada presidida por el cardenal Ángel Suquía en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced y el obispo auxiliar de Madrid, Javier Martínez, en la Iglesia de Jesús de Medinaceli. Esta celebración no ha perdido vigor desde 1947, al contrario, cada vez son más los creyentes que se acercan con esperanza a María la Madre de Dios.
En uno de sus mensajes Juan Pablo II pidió que diéramos un renovado vigor a la fe católica basado en el ejemplo de María.
En momentos de constantes desafíos sociales, como es el actual, no hay que tener complejos hay que hablar de Dios sin respeto humano, hay que tener esperanza en la Virgen María pues en palabras de Juan Pablo II: “si Ella consiguió que el muro de Berlín fuera derribado, de la misma forma conseguirá derribar los muros de respeto humano que paralizan la fe de los cristianos”.
La Iglesia ha defendido siempre al pueblo de las herejías que han ido apareciendo a lo largo de la historia y hoy tiene que defenderla del peor de los ataques, que es el del ateísmo militante organizado.
María tiene que ser nuestro modelo, vamos a recordar a la Virgen con los ojos del corazón que es lo que hoy necesita nuestro mundo y le hace falta al hombre.
El Cardenal Arzobispo de Madrid Alcalá, Ángel Suquía, nos envía un mensaje destacando en su homilía la salutación de Dios a María por medio del Ángel. “Dios saluda a la mujer que será su madre, la invita al gozo y la revela su condición de llena de gracia. Cuantos estamos aquí en esta vigilia de oración como Iglesia de Jesucristo, recibimos esta revelación de Dios con fe y obediencia y la confesamos públicamente al mundo: Alégrate, María llena de gracia el señor está contigo”.
Recordó Suquía que estamos en vigilia en la espera del Adviento. “vigilad y orad para que no entréis en tentación”. Y en esta vigilia somos sostenidos por María.
“El drama del pecado acompaña al hombre desde sus orígenes y Dios dijo a la serpiente: establezco hostilidad entre tú y la mujer entre tu estirpe y la suya. Ella te aplastará la cabeza y tú le acecharás el calcañal”. En estas palabras se anuncia el plan Salvador de Jesús”.
“Esta hostilidad dada como gracia especial a María es dada también a la Iglesia, por la redención de Cristo, que está llamada a mantenerla, a luchar contra el pecado, oponerse a Satanás. Esa es su original vocación y tarea. El misterio de Cristo no puede entenderse sino desde esa hostilidad frente al Maligno. Jesús es el más fuerte, la muerte de Jesús libera a los hombres de la esclavitud del pecado y su tiranía y establece una división y hostilidad entre los hijos de la luz y las tinieblas.”
“La Iglesia debe vivir vigilante, trabajar con espíritu de fortaleza, de amor y de dominio propio, es su responsabilidad primordial que debe realizar una imitación de María. La lucha contra el mal que debe sostener todo Cristiano exige revestirse de la armadura de Dios para poder resistir las insidias del Diablo. La Iglesia entera debe revestirse de la verdad, la justicia y la paz, sus armas son la fe, la palabra de Dios y la fuerza del Espíritu. Pero su impulso pastoral no tendría un planteamiento adecuado si no levantara los ojos y el corazón a María qué debe ser inspiración de nuestros esfuerzos. Ella nos ayudará a mantener la hostilidad frente al mal.”