He vuelto, «Aquí y ahora», para defender el Nobel de Bob Dylan
He decidido volver, pero en cuanto me agobie me volveré a evanescer. Hay razones para la vuelta. Lo hago, entre otras cosas, porque mi querida Navaja lanza en breve el nuevo, y creo que el primero, libro de Ce Santiago; ¡Ya es tradautor! Y tengo que estar; tengo que estar porque quiero más editoriales como esa. También he decidido volver porque, inconscientemente, me ha animado Miguel Ángel Hernández con su «Aquí y ahora»; de otra editorial interesante, Fórcola. Como era demasiado copiar ese tú murciano me he quedado en el yo, pero aquí estoy con ganas de escribir aunque sean chorradas.
«Aquí y ahora», un libro que nunca reciclaré. Estamos ante un pequeño catálogo del que tirar de vez en cuando. El día que no sepa qué leer forzaré el lomo de esta obra de Hernández y, con los ojos cerrados, sujetándolo bien abierto con la mano izquierda por el corte superior, señalaré un punto con el dedo índice de la otra mano. Mónica Ojeda, Julian Barnes, Vila-Matas, Graciela Speranza, Manuel Guedán, Don DeLillo… Lo que toque, qué se yo; solo he leído a Barnes.
Sí, me gusta cómo escribe Miguel Ángel Hernández. Lo descubrí con «El dolor de los demás», del que hablé también por aquí. Pero con este diario quizá disfruté más, porque descubrí que, aunque me da exactamente igual su vida, tiene un anecdotario lo suficientemente entretenido como para despertar tu interés. Si llevas un día a día relativamente normal, obviando detalles como dar clases en la universidad, publicar libros, asistir a ferias internacionales o codearte con los literatos de la España contemporánea, es muy probable que llegues a conectar con él.
Pero me estoy perdiendo, yo había venido aquí a debatir. A decirle a Miguel Ángel Hernández que me ha gustado mucho su «Aquí y ahora» pero que no puedo estar más en desacuerdo con él sobre un asunto. El premio Nobel. Bob Dylan y el premio Nobel. El premio Nobel y escritores desconocidos. Y me gustaría que me convenciese de lo que dice. Me da miedo escribir esto, pero su forma de relatar todo lo que piensa y cómo lo piensa me ha animado a echar una canita al aire.
Miguel Ángel, crees que el Nobel debe premiar a autores desconocidos, para darlos a conocer, entonces me hago la pregunta fácil: ¿Quién decide qué autores son conocidos o desconocidos? Por ejemplo, ahora pienso, ¿Es Edna O’brien demasiado conocida, para que la premien? Todos los años apuesto por ella y siempre pierdo el euro. Parece que sí, que pesa más el que no sepan quién eres a la calidad de tu obra. Pero, ¿Merece más el reconocimiento una escritora buena y desconocida o una escritora sublime y popular? Entonces quizá se deberían reconocer autores a título póstumo.
«Se te viene a la cabeza la frustración de los libreros, pensando en que ya no van a poder remontar algo con las ventas de los libros del Nobel de cara a Navidad. O la de las editoriales, todas dispuestas a reimprimir –o a traducir y publicar por primera vez- la obra de ese autor que ahora va a llegar a las masas. Porque, en cierto modo, de eso trata también el Nobel, de dar a conocer a un público mayor un autor que es conocido en un terreno más restringido»
Este galardón no debería estar pensado para aumentar los ingresos de libreros y editores, a lo sumo las ventas del autor, que para eso es quien ha sido reconocido. Es todo muy subjetivo, y no quiero desmerecer el trabajo de aquellos que han ganado el Nobel y a los que no he leído nunca, pero hay otros muchos que se han muerto sin ver premiada su carrera. Supongo que para tomar una decisión como esta hay que tener visión de conjunto, pero lo que sí tengo claro es que la popularidad no mejora tu trabajo; podrás engañar a mucha gente, pero no deberías poder engañar a un jurado bien formado.
«Al fin y al cabo, eso es lo que hace el Nobel, poner el foco en lugares donde habitualmente no se mira -y, mucho más que DeLillo o Roth, piensas en cualquier autor de literaturas periféricas-. Pero a Dylan lo conocemos todos. Los miembros de la Academia Sueca y los participantes de Mujeres y Hombres y Viceversa. Hay gente que no sabe lo que es el Nobel y sabe quién es Dylan. ¿Qué cambia este Nobel en el modo en que se percibe a este autor? Absolutamente nada»
Demasiado duro. Teniendo en cuenta que existen Nobel en numerosas disciplinas veo más factible que sí se conozca lo que es el Nobel y no a Dylan. Sí, sigo dándole vueltas a lo quieres decir, Miguel Ángel, con un autor desconocido o conocido. ¿De verdad crees que es tan popular como para que lo conozca esa panda? Yo discrepo. También acerca de que el recibir la máxima distinción de las letras no cambie el modo de percibirlo. Utilizo letras con verdadera intención. En 2016 muchos descubrimos que había escrito sus memorias, sus« Crónicas» y eso sí puede cambiar tu forma de percibirlo.
«Al salir de clase, te enteras de que le han concedido a Bob Dylan el Nobel de Literatura. Decides no escribir nada porque las reacciones son furibundas. Tuiteas alguna tontería: “Marías mirando de reojo a Perales”, “Pitbull prepara el sorpasso a Murakami”. Pero en el fondo no te gusta la decisión. Una canción no es literatura. La letra es una parte importante, pero no funciona sin la música o la interpretación. Bob Dylan es las tres cosas. Si tarareamos Like a Rollin Stone y se nos mete en el alma, no es solo por la profundidad de su letra; es por todo lo demás»
¿De verdad piensas que todo el mundo lo conoce? ¿Crees que estas generaciones del tra-tra, C Tangana y Bud Bunny habrán escuchado hablar de él? Malamente. Si Bob Dylan gana un premio Nobel, yo me alegro. Decir que solo escribe letras de canciones suena a como que fríe churros. Aunque sea de broma, compararlo con Pitbull o Perales me parece un disparate. Defiendo al folkie porque si él no es merecedor del Nobel por esas razones estamos abriendo un saco para encerrar a otros.
«Y si literatura es todo lo demás, entonces debemos comenzar a pensar de otro modo. Y el año que viene, junto a Roth, Marías o Murakami, deberían comenzar a sonar Woody Allen, Michael Haneke, David Lynch, Aaron Sorkin o Eija-Liisa Ahtila. No hay un Nobel de Cine, no hay un Nobel de Arte, no hay un Nobel de Música. Que lo llamen Nobel de Artes y se lo den a quien quieran. En cualquier caso, el Nobel, como cualquier otro reconocimiento, no siempre premia a quien más lo merece»
Ahí estamos de acuerdo, no siempre se premia a quien más lo merece. Aquel año, Dylan no fue a recoger su premio, en su lugar fue Patti Smith. Habrá gente que no sepa quién era aquella mujer que recogió el Nobel en su nombre y puso voz femenina a «A hard rain’s a gonna fall»; aunque sus lágrimas se hicieran virales. Si ya la conocían, ¿La considerarán compositora, poeta, cantante o las tres? No se aleja mucho de Bob Dylan. Ambos tiene prosa, ambos tienen poesía. No sé cómo empezó la carrera de Bob Dylan, pero la de Patti Smith, quien lo tomó como a un referente junto a Rimbaud o Baudelaire, lo hizo en una iglesia recitando sus poemas mientras de fondo sonaba la guitarra de Lenny Kaye. Yo solo veo letras. Y corto y cierro, la poesía es un género literario, el guion de cine no.
¿Que le habría dado el Nobel a otro autor antes que a Bob Dylan? Sí, pero no seré quien niegue su talento. ¿A quién?… Menos mal que yo no votaré nunca el Nobel, aunque reconozco que si Edna O’brien se muere sin él me dará un poco de pena.
Título: Aquí y ahora
Autor: Miguel Ángel Hernández
Editorial: Fórcola
Fecha de Publicación: 2019
Número de Páginas: 270
Precio: 21,50€
Recomiendo acompañar esta lectura previa o posteriormente con el «Dolor de los demás» (Anagrama)
Muy buena prosa. Magnifica reseña