Una buena primera impresión
“No hay una segunda oportunidad para crear una buena primera impresión”. Es probable que hayas leído esta frase alguna vez pero… Hazlo de nuevo, mastica cada palabra, despacio. ¿Eres consciente del mensaje que contiene?
Una forma de leer esta cita es: Actúa siempre como si nunca tuvieras una segunda oportunidad. Seguro que intentas dar la mejor versión de ti mismo cuando sabes que te juegas todo a una carta , ¿no? Más te vale porque…
De 20 segundos a tres minutos. Esa es la horquilla temporal que determina si causas buena o mala primera impresión. Hay psicólogos sociales que aseguran que solo tienes 30 segundos para crear un primer impacto favorable. Otros expertos, asustan. ¿Por qué? Aseguran que una persona puede evaluarte en tan solo siete segundos -el mismo tiempo en el que tú puedes hacerte una idea de quien es, claro-.
-¿Solo siete segundos?
– Sí
Si siete segundos te parecen pocos… Bert Decker en su libro “You’ve Got to Be Believed to Be Heard”, asegura que la impresión que provocas en los primeros dos segundos es tan fuerte que hacen falta cuatro minutos para añadir un 50% más de impresión (negativa o positiva) a esa comunicación. Recuerda además que esos primeros dos segundos son casi enteramente visuales. Cómo aparecemos. Cómo se nos ve.
Puede llevarte mucho tiempo superar el impacto de una mala primera impresión. Y ésta -la primera impresión- se suele producir antes de que abras la boca.
Así que no ignores el poder de la apariencia. No confundir con aparentar. Me estoy refiriendo a mostrar quien eres de verdad. Una imagen acorde a quien eres.
No te disfraces: no te calces tacones de 12 cm si no te los pones nunca -no te digo nada ya si no sabes andar con ellos-…
Ten en cuenta que debes ser muy cuidadoso. No hay que llamar la atención. Si le entras a alguien por los ojos pero luego no presta atención a lo que dices, porque está pendiente de lo apretado que te queda el pantalón o de la mancha de maquillaje del cuello de la camisa, pues tenemos un problema.
No ignores el poder del lenguaje corporal: No cruces las piernas pensando que es la postura más correcta; siéntate como tú estés cómodo y consideres adecuado…
No ignores el poder de la voz -no hablo del mensaje-: No uses un tono de voz que te gusta, utiliza el tuyo…
Lo que entra por los ojos vale. Y mucho más de lo que imaginas…
Para causar una buena primera impresión: no inventes ni te disfraces
Eso es lo peor que puedes hacer. Sé que te he dicho que siete segundos son suficientes para causar una buena, o no, primera impresión. Pero es obligatorio que seas tú en esos siete segundos -y los siguientes, claro-. El precio de una marca personal inventada es altísimo. Sé tú, no seas otro.
Cuando solo tienes una oportunidad, e incluso aunque tuvieras dos, debes aprovecharla y demostrar -recuerda que no te conocen de nada- que eres apto, capaz, que estas preparado, que no vas a defraudar, que… y además que… y sobre todo…
¿Cómo consigo una buena primera impresión?
Teniendo en cuenta que el 93% de lo que comunicas no tiene nada que ver con el mensaje que trasmites de palabra (lenguaje verbal). El 93% de lo que comunicas depende de tu LENGUAJE NO VERBAL. ¡Qué le vamos a hacer!
El poder del lenguaje no verbal es BRUTAL. Envía a quien tienes delante un mensaje que va más allá de las palabras. Un mensaje silencioso que emana del subconsciente y habla de tus actitudes y emociones.
Cuando ves a alguien por primera vez no te fijas en lo que dice, no haces caso al contenido. ¿Por qué? basicamente porque no ha abierto la boca. Lo primero que te proporciona una buena o mala primera impresión es el la comunicación no verbal.
Así que no hay más remedio que sorprender. Eso no quiere decir que para destacar tengas que comportarte de manera estridente. Significa que seas tú mismo, porque no hay dos personas iguales, y lo que marca la diferencia entre tú y otra persona puede ser simplemente la naturalidad.
Hay un camino desde el ojo hasta al corazón que no pasa a través del intelecto.
Gilbert K. Chesterton
Las tres Uves de la comunicación de Albert Merabian: Visual, verbal y vocal
Para el profesor de la Universidad de UCLA, Albert Merabian, la ecuación que explica la comunicación de emociones, no de ideas, es la siguiente:
Qué dices, cómo suenas y tu aspecto son las variables esenciales en la comunicación de emociones.
Los experimentos que realizó en 1971 tenían relación con la comunicación de sentimientos y actitudes (es decir, gusto-disgusto) e identificó que lo que se dice -las palabras-, tiene una importancia muy baja, un 7%, con respecto a lo que vemos, 55%, y escuchamos, 38%.
El Gusto total = 7 % gusto verbal + 38 % gusto vocal + 55 % gusto facial
Conclusión:
1. Si tu 55% no agrada es bastante improbable que alguien vaya a prestar atención al 45% restante.
2. Imaginemos que alguien sí quiere darte la oportunidad aunque tu 55% no le llene. Lo primero en lo que se fijará será en el 38% -tu voz-. Y ahí ya te la juegas. Si tu voz irrita o no convence ya hay poco, o nada que hacer. Tu mensaje verbal puede ser interesantísimo pero…
¡ATENCIÓN! Esto no significa que el contenido de lo que dices no importe. Puedes tener una apariencia estupenda y una voz armoniosa pero si tu discurso está vacío de contenido: habrás perdido.
¡ATENCIÓN! Si las palabras y el cuerpo no están en armonía, quien gana es el lenguaje no verbal. Es fundamental que palabras, cuerpo y voz no se contradigan. Los gestos de la cara pueden llegar a ser más importantes que la voz. Y la entonación más que el propio significado de la palabra.
¡ATENCIÓN! La regla de Merabain no es extrapolable al 100% a cualquier tipo de comunicación. El experimento que realizó el profesor de UCLA se refiere a las personas que hablan de sus emociones. Cuando escuchas una conferencia lo más importante de todo es el contenido. Es decir, la comunicación verbal, en este caso, supera con creces el 7%. Pero, si te digo que hagas un repaso de las charlas a las que has asistido: ¿De cuántas recuerdas el contenido y de cuántas otra cosa que te llamó la atención? (ver parte final: declaración de intenciones).
Otros estudios no relacionados únicamente con emociones resaltan:
El gusto total= 7% lenguaje verbal + 55% apariencia +26% experiencias + 12% intuición
Declaración de intenciones: el lenguaje no verbal no es la columna vertebral de la comunicación. Pero, a mi juicio, influye siempre -en mayor o menor medida-, en el contenido del mensaje. Por poner dos ejemplos:
Cuando hablas con un compañero de trabajo sobre un nuevo proyecto. ¿Tu atención se desvirtúa si ves que tiene algo entre los dientes?
Cuando tu jefe, que tiene una voz muy aguda, te dice que necesita un informe. ¿Soportas el tono de voz y estás atento al mensaje?
Albert Merabian siempre ha querido dejar claro que su hallazgo explica la comunicación de emociones, no de ideas. De hecho, en su libro Préstame tus oídos: todo lo que debes saber sobre discursos y presentaciones, señala: “Me siento muy incómodo en relación a las citas equivocadas de mis estudios. Desafortunadamente el campo de los ‘consultores de imagen empresarial’ es uno en el que no abundan los conocimientos de psicología”. Mensaje directo al consultor Max Atkinson.