‘Capote’: Oscar para el hombre que pudo reinar (Philip Seymour Hoffman) y reinó
¡Mis queridos palomiteros! Con la vista puesta en la celebración de los Premios Oscar 2018 el próximo 4 de marzo, hoy quiero hacerme eco del filme Capote, drama biográfico filmado en 2005, cuyo trabajo reportó el Oscar al mejor actor al neoyorkino Philip Seymour Hoffman. El hombre que pudo reinar y reinó. Como hace unos días, iré publicando críticas de las películas oscarizadas. ¡Os espero!
En noviembre de 1959, Truman Capote es el autor homosexual de Desayuno en Tiffany’s. Pronto se convertirá en un icono de la jet set. Antes lee un artículo en The New York Times.
Relata los asesinatos de los cuatro miembros de una conocida familia granjera. Son los Clutter, en Holcomb, Kansas. Historias similares aparecen en los periódicos casi a diario. Pero esta vez algo llama la atención de Capote.
Es una oportunidad, según él, de demostrar una teoría que siempre ha sostenido. En manos del escritor adecuado, la no ficción puede resultar tan apasionante como la ficción. Argumenta que para su propósito era irrelevante el hecho de que cogieran a los asesinos. Entonces convence a la revista The New Yorker de que lo mande para cubrir la noticia y se va a Kansas.
Le acompaña una amiga de su infancia en Alabama, Harper Lee. Sorprendentemente, en unos meses va a ganar el premio Pulitzer. Y se va a hacer famosa al escribir Matar a un ruiseñor.
Capote, dirigida por el estadounidense Bennet Miller -quien antes sólo había dirigido un documental sobre turismo, The Cruise– y protagonizada por Philip Seymour Hoffman -lo ganó todo y culminó su éxito interpretativo con el Oscar al mejor actor- reconstruye el más famoso libro del escritor americano, a partir de su novela A sangre fría que le daría al escritor fama internacional.
En Capote muestra cómo el gran autor necesita de los asesinos para escribir. Y de su muerte para publicar.
Donde reside la esencia de este espléndido trabajo cinematográfico es en su director, Bennett Miller. Junto al guionista Dan Futterman se lanzó a la aventura de llevar a la gran pantalla a un personaje de tanto peso y tan admirado en Estados Unidos, Truman Capote, escritor, periodista y agitador social fallecido en 1984 por problemas de alcoholismo.
El guión es muy rico y está escrito con una contención tan grande que hace posible que la película se centrara en lo tácito.
Lo que sale a relucir es un cine con una prosa austera. La historia entre Capote y Perry -uno de los asesinos- es uno de los ejes principales de la película, que acentúa con sutileza las semejanzas entre ambos. Y por medio de miradas, medias palabras y promesas vagas se traza la historia de un amor que no se consuma. Sin embargo, los dos sacarán beneficios. Ese amor es la encrucijada de A sangre fría.
La película está brillantemente rodada y su ambientación y puesta en escena son deslumbrantes. El realizador ha sabido recrear fielmente los ambientes en los que se desarrolló y gestó esta tragedia. La dirección de actores es otra de las grandes bazas del filme.
Uno de los “peros” de Capote puede ser sus densos diálogos
Por otro lado, la cinta no es objetiva con la vida del protagonista. Sólo nos han presentado al personaje a partir de la preparación de su laureada novela.
La obra de un escritor que quiere alcanzar a toda costa la grandeza literaria. Y cuando la consigue, descubre que ha llegado a ella sólo por mezquindad. O por pequeñez, por desprecio a la condición humana.