‘Señor’: La cineasta india Rohena Gera narra con acierto el desequilibrio de las clases sociales en este lúcido drama romántico
¡Mis queridos palomiteros! Rohena Gera explora las claves del romanticismo con ‘Señor’. Este viernes, 27 de los corrientes, llega a las salas de cine españolas el último trabajo de la directora de cine india, que distribuye en salas Surtsey Films, a quien pudimos entrevistar desde este mismo areópago.
La película sigue las andanzas de Ratna (Tilotama Shome), una joven que se queda viuda a los 19 años, tras haberse casado el año anterior. Tras este suceso decide viajar a la ciudad de Mumbai, donde comienza a trabajar como la criada de Ashwin (Vivek Gomber), el hijo de una famosa familia de arquitectos.
El propio Ashwin ha tenido otro revés en su vida amorosa: su boda, que estaba a punto de celebrarse, se ha cancelado en el último minuto por una infidelidad llevada a cabo por su prometida. Centrándose únicamente en su trabajo, el comportamiento de Ashwin comenzará a cambiar cuando la relación con Ratna prometa ser algo más que la relación entre una criada y su señor.
Rohena Gera explora las claves del romanticismo con ‘Señor’ y abre un debate sobre la consistencia del amor
Rohena Gera, autora también del guión, se adentra en la ciencia ficción por primera vez y sitúa en primer plano el momento social por el que atraviesa la sirvienta. Está instalada en una sociedad donde el machismo sigue campando a sus anchas y, por su condición de viuda, su vida resulta aún más complicada.
Por otro lado, Gera describe a su señor como hombre atento y respetuoso, y así, con tiento y habilidad, pone de relieve el contraste entre dos seres provenientes de mundos muy distintos.
Y la grandeza, el éxito de Rohena Gera -siempre pendiente de poner el foco en la familia-, reside en proponer un encuentro íntimo -no explícito, sino sugerido, más de emoción mental y sensorial que visual- al margen de los convencionalismos en el cine en este aspecto, donde resulta más fácil mostrar que sugerir.
Lo que ocurre es que, en estos momentos, cuando el cine se destapa lo hace sin elegancia y a menudo la tendencia camina hacia la grosería y el mal gusto.
Rohena Gera triunfa con este espléndido trabajo, donde demuestra una gran madurez como narradora, además de que la película goza de gran naturalidad y humanidad
Lo más significativo del drama romántico Señor, más allá de la exquisita puesta en escena, o de los elementos visuales más evidentes y muy bien trabajados -exteriores, interiores, vestuario, BSO, planos fijos o travellings bien elaborados-, es cómo Rohena Gera consigue apartar de un plumazo -gracias a un texto, unos diálogos y una estructura narrativa equilibradas- los mundos que separan a los personajes para unirlos a través de los gestos, las miradas, los silencios…
Y, sobre todo, el amor, esa fuerza arrolladora que anula por el completo “mi yo” para convertirlo en “nuestro yo”, donde las almas se nutren de los sentimientos más profundos. Ni siquiera necesitamos un porqué. Simplemente nuestros protagonistas se han encontrado y han crecido juntos, han optado por hacer un camino nuevo, alejados del torpe “qué dirán”.
En realidad, Señor completa esa corriente cinematográfica del “qué hubiera pasado si…”, que tiene su exponente más icónico en Family Man (Brett Ratner, 2000) y pone de relieve a otras películas a las que hace algún guiño como Pretty Woman (Garry Marshall, 1990).
Por último, podemos decir que Rohena Gera triunfa con este espléndido trabajo, donde demuestra una gran madurez como narradora, además de que la película goza de gran naturalidad y humanidad, y su tono delicado, sutil, armonioso y sensible favorece que nos apetezca ver el filme más de una vez. ¿Por qué? Porque emociona y, a su vez, abre un debate sobre la consistencia, o no, del amor, en situaciones límite.