‘Paradise Hills’: La joven directora de cine bilbaína, Alice Waddington, debuta en el largometraje con una digna distopía feminista

¡Mis queridos palomiteros! ‘Paradise Hills’: Alice Waddington debuta con una digna distopía feminista. El pasado 11 de octubre llegaba a las salas de cine este filme de ciencia ficción –asunto a menudo tratado desde estas pantallas-, debut en el largometraje de la directora bilbaína de 29 años, y cuya distribución corre a cargo de Alfa Pictures.

La historia se ambienta en una extraña isla. Allí se halla Paradise Hills, una residencia de lujo dirigida por La Duquesa (Milla Jovovich) donde las familias acomodadas envían a sus hijas para convertirlas en mujeres perfectas, anulando su personalidad. La joven Uma (Emma Roberts) es una de ellas pero se resiste a los cambios. Y por si no fuera suficiente, el internado esconde varias sorpresas.

Alice Waddington, responsable de la idea de la aventura, presenta una digna distopía feminista, muy colorista, pero que adolece de un guión (escrito por el cántabro Nacho Vigalondo -pareja de la directora- y por el americano Brian DeLeeuw) al que le falta contenido, no fluye hasta el último tercio y patina en los dos primeros.

‘Paradise Hills’: Alice Waddington debuta con una digna distopía feminista, donde acierta con el tema pero falla en el guión

De este modo la fábula feminista se va completando sucesivamente a trompicones con homenajes a La Isla, Alien, Matrix, Minority report, etc. pero sin orden ni concierto, lo cual da una sensación de caos y, por momentos, parece que no sabe por dónde dirigirse.

Esto no quiere decir que Waddington se haya esforzado en demostrar que posee imaginación, aunque sea poco ortodoxa en la puesta en escena o resulten estrambóticas algunas escenas, por no hablar del previsible resultado final, algunos agujeros narrativos y torpes y forzados diálogos.

Pero también es cierto es que Paradise Hills está filmada con una inusual elegancia, asunto atípico en el cine español, cuenta con un muy buen reparto que realiza unas correctas interpretaciones y, de nuevo, abre una puerta a cuestiones intensas -que de hecho favorecerían mucho el diálogo en cuestiones morales ligadas con la trascendencia, la libertad o la clonación humana-, que, aunque pasa de puntillas por ellas, dice mucho de la valentía de su directora al darles luz.